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Miembros del grupo de rescate la Guardia Civil, tras recuperar el cuerpo de un barranquista en el Pirineo.
El 25% de los rescatados en accidentes de montaña en el Pirineo de Huesca son vascos
RESCATES EN EL PIRINEO

El 25% de los rescatados en accidentes de montaña en el Pirineo de Huesca son vascos

De enero a julio, la Guardia Civil ha efectuado 255 rescates, con un balance de 12 fallecidos y 144 heridos. Los meses de de julio y agosto concentran el 65% de las operaciones de salvamento

JAVIER PEÑALBA

Sábado, 18 de agosto 2007, 11:37

SAN SEBASTIÁN. DV. La montaña pocas veces perdona. Mes tras mes se cobra un trágico tributo. El pasado fin de semana, dos personas perdieron la vida en diferentes zonas de los Picos de Europa. Hace menos de un mes, otros dos montañeros, ambos guipuzcoanos, fallecieron en el Pirineo oscense. Precisamente, las cumbres pirenaicas registran en los meses estivales el mayor número de rescates. Casi el 25% de los asistidos por los integrantes de los grupos de montaña de la Guardia Civil de Aragón son vascos.

El número de accidentes de montaña sigue creciendo en el Pirineo. Según datos facilitados por la Guardia Civil de Huesca, los equipos de rescate de montaña de Jaca, Boltaña, Benasque y Panticosa llevan efectuados en los siete primeros meses del año, 255 rescates, con un balance de 12 personas fallecidas, 144 heridas y 99 ilesas. De las víctimas mortales, cuatro residían en el País Vasco. En los dos últimos siniestros, los fallecidos han sido guipuzcoanos. El pasado 23 de julio, Agustín Berasaluze Iriondo, de 65 años, de Mendaro, falleció tras despeñarse cuando caminaba por una senda pedregosa del collado del Añisclo, en el interior del Parque Nacional de Ordesa. Una semana después, Ramón Arbillaga Mujika, de 55 años, gerente de la Clínica de la Asunción de Tolosa perdió la vida cuando descendía del Pico Palas, de 2.974 metros de altitud, en el término municipal de Sallent de Gállego.

Fuentes de la Guardia Civil señalan que la siniestralidad crece cada año entre un 4% y un 5%, consecuencia, a su vez, del incremento de visitantes que registran los espacios naturales pirenaicos. Del total de accidentados, entre el 20 al 25% son residentes en el País vasco. «El primer puesto lo ocupan, como es lógico, los aragoneses seguidos de vascos, franceses y catalanes», afirman portavoces del instituto armado.

Meses estivales

Los meses de julio y agosto concentran el 65% de los rescates. «Es normal, se trata de un periodo en el que la gran mayoría de los ciudadanos están de vacaciones y aprovechan para acudir al Pirineo. En el periodo estival efectuamos una media de tres intervenciones diarias, aunque hay jornadas en las que tenemos hasta siete rescates», aseguran las mismas fuentes. La hipotermia, las congelaciones, los traumatismos y las fracturas son las principales secuelas de los accidentes.

La cara Norte y el Glaciar del Monte Perdido, el Embudo de Marboré, la Brecha de Rolando o las crestas de Salenques, el Aneto, el Bailatus, el pico Garmo Negro o los Riglos son sólo algunos de los escenarios que concentran buena parte de los accidentes de montaña. Sin embargo, el auténtico punto negro se localiza en la denominada Escupidera del Perdido, donde desde 1968 han fallecido nada menos que 65 personas. La Escupidera es un corto paso que constituye el único punto peligroso de la vía normal de subida al Perdido. El recorrido que va desde el refugio de Goriz hasta la cima tiene un tramo clave, justo debajo de la cumbre y antes de llegar al collado, existe un pequeño embudo. Por lo general suele estar con nieve dura. Es la Escupidera. Un resbalón en este punto basta para poner fin a la travesía de una manera trágica. El montañero cae, se desliza por la pendiente helada que escupe a la víctima a una caída en vertical de unos 80 metros y la lleva a una muerte casi segura.

Causas naturales

Especialistas en montaña de la Guardia Civil afirman que parte de los siniestros tienen su origen en causas naturales. Las caídas en las grietas de los glaciares, los desprendimientos de rocas o las avalanchas de nieve desencadenan al cabo del año decenas de percances. De igual manera, los repentinos aumentos del caudal de los barrancos, debido principalmente a las tormentas que se generan en verano, dan lugar a momentos de máximo riesgo. «Las tormentas hacen que el caudal se incremente en un tiempo muy corto y sorprende a los barranquistas en plena actividad», afirman expertos en montaña.

Los cambios de tiempo imprevistos suscitan de igual manera numerosas salidas de los grupos de salvamento. «Las tormentas en alta montaña son mucho más virulentas que en el valle y cuando llegan acompañadas de rayos, fuerte viento, granizo o niebla el riesgo es realmente alto. En verano, casi todos los años tenemos algún accidentado por la caída de un rayo, sobre todo en las crestas de los picos», afirman.

Si parte de los accidentes se deben a situaciones que la propia montaña genera, otro alto porcentaje está causado por los propios montañeros, principalmente por la falta de preparación física y técnica. «Es habitual que nos encontremos con personas que van con equipos no apropiados y que no se han alimentado como es debido, con la clásica pájara. Esto puede generar una patología grave. En ocasiones hemos tenido que evacuar a hospitales a montañeros o excursionistas a los que hemos rescatado con estos síntomas», afirman especialistas de la Guardia civil.-

Los golpes de calor, el mal de altura y la «irresponsabilidad por no saber renunciar a tiempo», desencadenan asimismo víctimas. «Hay quienes vienen al Pirineo desde muchos kilómetros de distancia, sólo a hacer un pico. Y a pesar de encontrarse con mal tiempo, de que los pronósticos meteorológicos anuncian tormentas, ellos insisten, y al final hay que ir a buscarlos. En este sentido, detectamos que hay un generalizado desconocimiento de los peligros que la montaña entraña, de las mínimas normas de seguridad».

Nunca ir solo

Fuentes de la Guardia Civil afirman que hay reglas que conviene tener presentes antes de salir a la montaña. «En el caso de que se produzca un accidente, lo importante es mantener la serenidad. Sabemos que es difícil, pero hay que intentarlo. Hay que asegurar al herido para evitar más riesgos, para impedir que tenga un segundo accidente. Si alguno de los compañeros tiene conocimientos, conviene practicar los primeros auxilios. A partir de ahí, hay que buscar la forma más rápida de dar el aviso a los equipos de rescate, ya sea por radio o telefonía móvil. Si no hay cobertura, que suele suceder, lo adecuado es que uno se quede con el herido y otro acuda al refugio más próximo, a una zona en la que haya cobertura o a la localidad más cercana».

En el supuesto de que no haya más remedio que dejar al herido solo, los expertos en rescate aseguran que conviene abrigarle y suministrarle líquido y alimentos. «Es vital, también, coger una buena referencia del lugar en el que se ha producido el accidente. A veces, nos dan ubicaciones erróneas, con lo que se retrasa la localización del herido. Hoy en día, cada vez se utiliza más el GPS que proporciona una localizaron exacta y eso facilita nuestra labor. Es igualmente importante que nos den datos sobre las condiciones meteorológicas, así como del tipo de lesiones que la víctima presenta, la gravedad, si ha perdido el conocimiento..., elementos que siempre son de ayuda al médico que viaja en el helicóptero con los socorristas».

Los especialistas de la Guardia Civil sostienen que a la montaña conviene siempre ir acompañado. «El más mínimo contratiempo puede convertirse en un verdadero problema», señalan. Es preciso igualmente comunicar a familiares y amigos la ruta prevista, no descuidar la condición física, portar el material idóneo y si no se tiene claro, es aconsejable preguntar a los expertos, a los clubes de montaña o a la propia Guardia Civil.

Para los responsables de los equipos de rescate, el tiempo es un factor determinante. «Las condiciones meteorológicas son vitales. En la montaña, basta media hora para que un día maravilloso se convierta en una jornada infernal. Incluso los más expertos lo pasan mal. Solemos decir que la montaña siempre está ahí y que es preferible volver otro día antes de correr un riesgo innecesario». Aconsejan asimismo portar un localizador para casos de avalancha así como un móvil o una radio. «Y si no se posee este material, lo aconsejable es dejarse guiar por un profesional, por un guía. Es lo más seguro y, a veces, es la mejor forma de disfrutar de la montaña», afirman.

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