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FELIX IBARGUTXI
Domingo, 26 de agosto 2007, 11:36
Curiosamente, las nuevas generaciones están decididas a hacer bandera de sus viejos motes, y han comenzado a surgir celebraciones en torno a esos emblemas, como la Subida del Txintxarri en Alegia, el Entierro del Cuervo en Zegama y la Bajada del Txanxiku en Oñati.
Cuando se analiza esos apelativos, en más de una ocasión salta la sospecha de que tienen que ver con las relaciones de vecindario. Los de Beasain son bareak (limacos) y los de Ordizia azak (berzas); los de Ormaiztegi harrikalariak (lanzapiedras) y los de la vecina Gabiria makilariak (luchadores de varas).
Comienza aquí un recorrido por la vieja Vardulia, con paradas en varios pueblos y varios motes; y una consideración previa: todo este mapa de apodos colectivos nace en euskera y ha pervivido entre los vascoparlantes.
OÑATI
Txantxikuak (¿Ranas?). Se trata del apelativo más poderoso y más sugerente. Cuando los oñatiarras se trasladan a otros pueblos, enseguida habrá alguien que comente: «Ya están aquí los txan-txikus». Los oñatiarras están orgullosos de su condición, y, como en otros pueblos, allí también se celebra el ritual en torno a la mascota identitaria. Organizado por los jóvenes de las txosnas, Txantxikuaren Jaitsiera consiste en bajar un muñeco en forma de rana desde el campanario de la iglesia. El ritual se celebra el primer día de la fiesta de los sanmigueles.
En los años de la República se fundó la sociedad Txantxiku-Txoko, que luego resultaría de una gran influencia. Mucho más tarde, cuando hubo que elegir un nombre para la ikastola, se eligió también este apelativo. Y en el escudo del club de fútbol Aloña Mendi también aparece la consabida rana.
Nosotros hemos traducido txantxiku por rana, pero las cosas no están tan claras. El oñatiarra Félix Ugarte, que llegaría a ser profesor de la UPV, hizo un trabajo exhaustivo sobre el tema. Ugarte pensaba que txantxiku era rana, por lo que se extrañó al comprobar que en el diccionario de Azkue aparecía como sapo. El naturalista realizó una encuesta entre baserritarras y gentes del casco urbano, con un método riguroso: mostrando a cada encuestado una rana común (Rana ibérica), un sapo común (Bufo bufo) y un sapo partero, de los de tamaño pequeño que llevan los huevos sobre la espalda (Alytes obstetricans). La mayor parte de los encuestados respondieron que txantxiku significaba rana.
Existen dos leyendas en torno al origen del mote, las dos muy bien recogidas por el historiador Iñaki Zumalde, y tanto una como otra poco fiables, en opinión de aquel ilustre oñatiarra. Como es sabido, Oñati entró a formar parte de Gipuzkoa bastante tarde, a mediados del siglo XIX. Hasta entonces fue un condado. Según una de las leyendas, los vecinos de Oñati eran «kondepekuak» (vasallos del conde) y por ello debían, por turno, acallar las ranas del foso de la torre de Zumelzegi, para que su señor durmiera tranquilo la siesta. Para ello les atizaban con una vara diciéndoles:
«Ixillik ao, ixillik ao
Kondia siestia lo eiten dao».
Sin embargo, las excavaciones realizadas junto a esa torre han mostrado a las claras que en ese lugar nunca hubo foso.
La otra leyenda cuenta que en cierta ocasión varios comisionados del pueblo fueron al palacio alavés de Guevara a visitar al conde. Previamente fueron instruídos en cómo debían presentarse: debían pisar las láminas blancas del pavimento de mármol, pues las negras sólo las tocaba el señor de la casa. Cuando éste vió acercarse a sus vasallos exclamó sonriendo:
- Hemen dituk nere txantxikuak.
En ambas leyendas aparece el txantxiku como rana y no como sapo. Es lo más lógico; en un caso, porque los sapos apenas permanecen en el agua, en el otro, porque los sapos apenas saltan.
Pero en opinión del historiador Gerardo Elortza, es mucho más creíble la hipótesis lanzada en los años 50 por el franciscano Ignacio Ormaetxebarria. «Este investigador dijo que la palabra Txantxiko o Txantxiku era fruto de la palatización, y en eso coincidía con el historiador Zumalde», nos comenta Elorza. La palatización en «ch» de los nombres de pila es un fenómeno corriente; ahí están las Charos (Rosario), las Chabelis (Isabel) y los Txemas (José Mari).
El nombre Francisco se puso muy de moda en el Oñati de fines del XVI, pues el santo Francisco de Borja había residido allí durante dos años, y el recuerdo de San Francisco permanecía vivo. Fruto de la palatización, los Franciscos se convertirían primero en Pantxikos y luego en Txantxikos.
Sea o no ésta la génesis del mote, está claro que enseguida triunfó, quizá porque refleja una de las características del habla de los oñatiarras, la abundancia de los sonidos «x» y «tx».
ALKIZA
Oiloak (Gallinas). A los vecinos de Alkiza se les dice oiloak (gallinas), y la revista local se llama Oilategitik (desde el gallinero). Cuando no hace muchos años se pensó en crear una mascota para el barnetegi (internado) de refuerzo de euskera para niños, no hubo duda: debía ser una gallina. Se le llamó Kaxinta y aparece montada en una bicicleta, porque en ese pueblo hay una afición especial al ciclismo.
DEBA
Tarinak (Tarines). Txema Vitoria, el profesor que encarna al payaso Txiribiton, no es nacido en Deba, pero sí hijo de un hombre de ese pueblo, y se casó con una mujer también de ascendencia debarra. He aquí su testimonio: «Nosotros somos tarines y los de Mutriku nos dicen 'tarinak buru arinak' (tarines ligeros de cascos). Y yo he solido pensar: nosotros, los tarines, siempre cantando penas, pero lo de los mutrikuarras es peor: ellos son lapazorriak». Se dice lapazorri a un minúsculo parásito que se introduce en las lapas de las rocas y acaba con ellas.
ZEGAMA
Beleak (Cuervos). Los zegamarras están orgullosos de su apelativo, y este año se celebra la edición número 21 del Belearen Entierroa (Entierro del Cuervo). Con esta celebración se suele dar fin a las fiestas patronales de San Bartolomé. Tras una procesión con el cuervo yacente en una camilla, descienden al muñeco desde el balcón del Ayuntamiento hasta un lugar fuera de los ojos del público, mientras los más pequeños, desde su inocencia, piensan que la pieza va volando lentamente. Fue en 1986 cuando el zegamarra José Antonio Ormazabal diseñó y fabricó el muñeco, de esta manera: «En el último día de las fiestas de San Bartolomé se celebraba la prueba ciclista y ya no había más actos en el programa. El día así quedaba raro, y en la cuadrilla comenzamos a pensar algún plan para darle ambiente al cierre de fiestas. Y nos acordamos del Celedón. En el caso de Vitoria es una llegada, y nosotros propusimos una despedida, la despedida de nuestro emblema, que es el cuervo. Con unos alambres y unos trapos viejos fabriqué un muñeco de un metro, y le puse una txapela vieja de mi difunto padre. Después, los amigos de la cuadrilla, vestidos de negro, hicimos una especie de procesión funeraria, y para rematar, con un cable subimos el muñeco hasta un árbol de la plaza. Pero a partir del segundo año se ha bajado el muñeco desde el balcón del Ayuntamiento, y luego se metió el acto en el programa oficial de fiestas. Cada año es diferente, en función de la gente que participa en la procesión; ha habido años que hemos tenido hasta cura».
¿De dónde viene el mote de beleak? ¿Quizá porque aparecía esta ave en el escudo del pueblo? El pensador Joxe Azurmendi, nativo de Zegama, cree que es una hipótesis fiable. De todas formas, en el escudo imperante en el siglo XVIII, según una descripción de la época, las aves presentes en el escudo eran águilas. Y luego pasaron a ser cigüeñas.
Es un apelativo muy querido por los zegamarras. La asociación de cazadores lleva el nombre de esa ave, y los jóvenes del gaztetxe acostumbran vestir una camiseta con ese emblema. Si se pregunta a un zegamarra, dirá que es una de las aves más inteligentes.
ORMAIZTEGI Y GABIRIA
Harrikalariak eta makilariak (Lanzapiedras y luchadores de varas). Tampoco se conoce el origen de estos apelativos. En Ormaiztegi, en 1996, la Comisión de Fiestas creó el Campeonato de Harrikalariak, con la intención de reforzar los festejos en torno a San Miguel, que estaban a falta de algo. Para ello se eligió una piedra extraída del río, de 2,080 kilos. Desde entonces, año tras año, los jóvenes de la localidad se han esforzado por lanzar la piedra cada cual más lejos, al estilo olímpico. En los últimos tres años se ha impuesto Borja Irizar, y su mejor marca está en 28,95 metros. Los vecinos de Gabiria son makilariak. Al contrario de sus vecinos, ellos no han sacado partido al viejo mote.
ORIO
Ijitoak (Gitanos). Es posible que se trate de un apelativo nacido de la competencia entre traineras. Iñaki Iturain, oriotarra autor de un libro de fotografías sobre la historia de la localidad, hace este diagnóstico: «Nos llaman ijitoak por envidia. Ya se sabe que Orio ha ganado muchas banderas». En los bertsos de anteriores generaciones se cita con frecuencia el carácter ijito de los oriotarras. El escritor Anjel Lertxundi cree que el origen del apelativo puede ser otro: «Yo he oído que en la época de la República, o antes, a los gitanos se les permitía acampar en Orio, y en cambio lo tenían prohibido en todos los pueblos de alrededor. Por esta razón surgiría el mote, creo yo». Y añade el escritor que, nacido en Orio, lleva ya varias décadas afincado en Zarautz: «Los de Zarautz dicen de los de Orio, por aquello de la pronunciación característica de ese pueblo: 'Orioko pikok, bi errealekok'».
ZARAUTZ
Haizeak (Vientos). En este caso también nos guía el escritor Anjel Lertxundi: «En Orio decimos 'Zarauzko haizea' (el viento de Zarautz) o bien 'Zarauztar haize horiek' (esos zarauztarras casquivanos), porque los tenemos por gente más bien ligera de cascos». Y la opinión del historiador oriotarra Iñaki Iturain: «Desde que se hizo la autopista, aquí en Orio decimos que entra todavía con más fuerza el viento de Zarautz, porque quitaron un buen pedazo de monte». Nuevamente Ler- txundi: «Hay una expresión con solera de muchos años: 'Zarauzko zapatak, bi kolorekoak' (Los zapatos de los de Zarautz son de dos colores). Solemos decir acerca de los zarauztarras: 'biña-biña' (de dos en dos); y además es una expresión que perdura entre los jóvenes de hoy en día. Viene a decir que los zarauztarras son proclives a hacer las cosas por parejas. Por ejemplo: si alguien de la cuadrila va al lavabo e inmediatamente otro del grupo de amigos va también a orinar, alguien enseguida dirá: 'hara hor, biña-biña'». Esta expresión la usan también los propios zarauztarras.
ALEGIA
Txintxarriak (Cencerros). En este caso el origen del apelativo parece claro, porque en siglos anteriores fueron muchos los que elaboraban cencerros en este pueblo. En el siglo XV la ferrería de Urzuriaga fue la más importante, y había bastantes más. En los siglos posteriores se fueron cerrando las grandes ferrerías, pero a comienzos del siglo XX pervivían un par de herrerías, dedicadas sobre todo a la fabricación de arados y cencerros. Según el historiador José Gastesi, el último fabricante de cencerros fue Norberto Etxebarrena, quien abandonó el oficio en 1917 aproximadamente.
Son muchas las cosas que se han bautizado con el nombre de Txintxarri: para empezar, las corales Txintxarri Abesbatza y Txin-txarri Txiki. Además, ahí está el rito del Txintxarriaren Igoera, surgido hace unos diez años; se sube hasta el balcón del Ayuntamiento un cencerro de gran tamaño, y de esa manera se da comienzo a las fiestas patronales de la Virgen del Carmen, en julio. Y en el último día de las fiestas se quema el cencerro, con estruendo de pólvora incluido; la ceremonia se llama Txintxarriaren Erreketa.
DONOSTIA
Kaskarinak (Ligeros de cascos). El lingüista Koldo Mi-txelena escribió estas líneas en un comentario sobre el libro de Jesús María Arozamena Donostia, capital de San Sebastián, publicada en 1964: «Donostiatik hain hurbil jaioa naizelako edo, ezin dezaket neure burua donostiartzat jo, kaxkarina izatea ez baita aski horretarako» (Pese a que soy nacido tan cerca de Donostia, no me puedo considerar donostiarra, pues para eso no basta con ser ligero de cascos).
El ex bibliotecario de la Diputación Jokin Mujika recuerda un dicho que solía oir en su infancia: «Los de San Vicente koskeros, los de Santa María josemaritarras, y los del resto de la ciudad kaskariñas». Y aporta el siguiente chiste, también con bastantes décadas de solera: «Los donostiarras no iban nunca al cielo. Una vez, uno consiguió entrar, y empezaron a buscarle, pero no lo encontraban. Entonces dijo San Pedro: tocad la pieza Iriyarena y ya veréis. Efectivamente; pronto apareció saltando con los brazos en alto»).
TOLOSA
Zuriak (Falsos). El etnólogo Juan Garmendia Larrañaga comenta acerca de este mote colectivo: «Los de Tolosa tenemos desde hace mucho fama de falsos y aduladores. Quizá porque muchos han sido diplomáticos: los Idiakez, los Aranburu...».
ZUMARRAGA-EZKIO
Otamotzak (Argomas). Iñaki Linazasoro, que nació en Zumarraga, dejó escrito en el libro Zumarraga. Historia y añoranza: «Con nuestro atávico sentido del humor, aceptamos sin rechistar el gentilicio-apodo de otamotza, esto es, argoma, tojo o aulaga, mata muy espinosa de flores amarillas. Lo tomamos como una clara referencia a nuestra desafiante actitud ante las contrariedades y al enraizamiento a la tierra madre, con la terquedad que la argoma se aferra al hábitat hasta en los riscos más inhóspitos».
En Zumarraga, la comisión de cultura del organismo Oargui fundó en 1981 una revista a la que bautizaron con el nombre de Otamotzak. No duró muchos números. De allí a bastantes años unos jóvenes euskaltzales de Urretxu y Zumarraga crearon otra revista, de nombre Otamotz.
SEGURA
Zopajaleak (Comesopas). El historiador local Joseba In-txausti nunca se ha topado con ninguna referencia escrita a este mote colectivo. Pero todos los habitantes de esta villa, que tuvo un gran protagonismo en la Edad Media, saben que son zopajales. Desde hace unos diez años, la sociedad Elorri organiza una ceremonia festiva denominada Per- tzaren Jaitsiera (El descenso del caldero). Desde el campanario, mediante un cable, se hace bajar un caldero y a continuación se lee un pregón que da comienzo a las fiestas patronales de San Juan.
No se conoce el origen del mote. La profesora Mertxe Jauregi tiene algo interesante que contar al respecto: «Mi madre, que se llamaba Anita Arcelus, era muy aficionada a la historia. Ya sabía lo que dicen de nosotros los de los pueblos de alrededor, que somos zopajaleak e incluso lumero-zopajaleak. Teníamos bastante relación con Donato Arrinda, un hombre sabio que hacía consultas a menudo en el Archivo de Protocolos de Oñati, y era hermano del escritor Anes Arrinda. En cierta ocasión, mi madre y Donato comenzaron a comentar los motes de pueblos, y cuando Donato escuchó eso de lumero-zopajaleak estalló en carcajadas; ya sabía lo que significa lumero. También se dice lumera, y es una palabra en euskera que designa el aceite de baja calidad que se extraía de las ballenas y servía como combustible para lámparas».
Y añade el corresponsal de DV Andoni Etxeberria: «Los de Mutiloa nos dicen que somos oiloluma-zopajaleak [los que comen sopa de plumas de gallina]». Así pues, los amables vecinos vienen a sugerir que, con tal de comer sopa, los de Segura son capaces de comer cualquier sopa.
AZPEITIA-AZKOITIA
Zapoak eta sakelak (Sapos y ranas). El historiador azpeitiarra Imanol Elías nunca ha encontrado ninguna referencia escrita al tema. «Vete a saber. Yo creo que son motes puestos mutuamente, nosotros a los azkoitiarras y ellos a nosotros», nos ha comentado. Cuando en 2001 el Ayuntamiento de Azpeitia creó un sitio de reunión para los jóvenes, eligió el nombre de Zapo Txoko. Por su parte, en Azkoitia se ha abierto, no hace muchos años, un bar de nombre Sakela. En Azkoitia todos los vecinos han tenido mote; en cambio, el mote colectivo apenas tiene fuerza. Paradojas del pueblo de los pelotaris.
BEASAIN Y ORDIZIA
Bareak eta azak (Limacos y berzas). El historiador y etnólogo beasaindarra Josetxo Zufiaurre da estas explicaciones: «Yo ya tengo unos cuantos años, y nunca he visto que se citara ese mote de bareak, ni siquiera entre los baserritarras». Pero los beasaindarras no se olvidan del apelativo, y han surgido muchas iniciativas con esa denominación. Por ejemplo, el Limaco de Oro (Urrezko Barea), un premio que concede la sociedad Beti Bizi para premiar el trabajo desinteresado en favor del pueblo. Además, la asociación de comerciantes también se llama Bareak.
Los de Ordizia, en cambio, son azak (berzas). Salta a la vista la interrelación entre los dos motes. Hace unos diez años, una cuadrilla de Ordizia creó un rito de cierre de fiestas patronales que se llamaba Barearen Entierroa (Entierro del Limaco). Pero ni el año pasado ni este se ha repetido el ritual.
AMEZKETA Y ZALDIBIA
Euliak eta arkakusoak (Moscas y pulgas). El periodista José Mari Otermin, que hace un par de años escribió un libro sobre la historia de su pueblo natal, Amezketa, incluía estas líneas: «Oraindik ere bizirik dago amezketarroi elbik deitzeko joera. Hala ere, orain urte batzuk askoz zabalduago zegoela iruditzen zait». A saber, todavía tiene vigencia la costumbre de llamar elbik (moscas) a los amezketarras, pero hace cien años era más pujante.
Otermin recuerda en su libro el pasaje de la novela Zalacaín el aventurero, de Pío Baroja -de 1909-, en el que los protagonistas Martín Zalacaín y Bautista llegan a una taberna cercana al frontón y se instalan junto al fuego bajo. Y ahora la escena de la novela: «Había entre los reunidos en la venta un campesino chusco, que se puso a contar historias. El campesino, al entrar otros dos en la cocina, sacó su gran pañuelo a cuadros y comenzó a dar con él en las mesas y en las sillas, como si estuviera espantando moscas.
- ¿Qué hay?-le dijo Martín-. ¿Qué hace usted?
- Estas moscas fastidiosas -contestó el campesino seriamente.
- Pero si no hay moscas.
- Sí las hay, sí -replicó el hombre, dando de nuevo con el pañuelo.
El posadero advirtió, riendo, a Martín y a Bautista que, como en Amezketa había tantas moscas de macho, a los del pueblo les llamaban, en broma, euliyac (las moscas) y que por eso el tipo aquel chistoso sacudía las mesas y las sillas con el pañuelo, al entrar los amezquetanos».
En 1924, en el diario donostiarra El Pueblo Vasco apareció un interesante artículo firmado por un tal G. de Zumuarregi -seudónimo tras el que se escondía Gregorio Mujika- y en el que se comentaban varias hipótesis sobre el apelativo de elbik (moscas). Una de esas teorías hablaba de que el patrón de Amezketa es San Bartolomé, un santo que acabó sus días despellejado por los infieles. Pues bien: el mayor sufrimiento le fue inferido por las moscas, que se posaban sin cesar sobre su cuerpo descarnado. Esta sería la razón por la que los vecinos de los pueblos circundantes comenzaron a llamar elbik a los amezketarras.
Amezketa y Zaldibia, como pueblos mugantes que son, siempre han rivalizado. El escritor y colaborador de DV Rufino Iraola, hijo de Zaldibia, conoce un sucedido muy sabroso en torno a la convivencia entre moscas y pulgas: «Hubo una época en la que la competencia entre los pelotaris de Amezketa y Zaldibia era tremenda. Esta anécdota data de, al menos, 48 años. Los pelotaris de Zaldibia Melitón Erauskin y Resti Sukia disputaron una final en Amezketa contra dos pelotaris de este pueblo, Bautista Galarza y Javier Altuna. La afición de Zaldibia colocó en los árboles cercanos al frontón unas tiras para atrapar moscas. Pero el tiro les salió por la culata, porque además de presenciar la derrota de sus pelotaris debieron soportar la escena de la afición contraria rociando todo el frontón con un insecticida para pulgas».
Y sigue así Iraola: «El bertsolari de Zaldibia Artxanberri fue uno de los grandes. En una ocasión estaba en Larraitz y tenía por compañero de controversia ber-tsolarística a un amezketarra. Cada uno estaba en su papel: el amezketarra hacía de mosca, y el zaldibitarra de pulga. En aquella época la reina de España estaba viuda y el bertsolari de Amezketa dijo en uno de los bertsos que él también comía del plato regio. Entonces, la pulga (Artxanberri) cantó un bertso en el que venía a decir que acababa acostándose con la reina:
Erreginaren platera hori
al daukazu zuk gogotan;
bai, ibiltari bizkorra zera
arrazoia dezu hortan...
Ni hori baino haundiagoa
egina nago frankotan:
lehenengo nahiko odola edan
gero berarekin lotan.
Desde hace diez años los jóvenes de Zaldibia organizan una fiesta para dar la bienvenida al verano que incluye el ritual del descenso del muñeco en forma de pulga desde el campanario.
LAZKAO
Antzarrak (Gansos, ocas). Los lazkaotarras también están satisfechos de su apelativo. La asociación que rige los asuntos de la pelota lleva el nombre de Antzar Elkartea, y también se ha bautizado con este nombre al grupo de txistularis, a una charanga, a un campeonato de bertsos y a un colectivo de aficionados a las motos.
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