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PPLL
Domingo, 9 de septiembre 2007, 02:47
El pasado 9 de abril María sumó un lustro a la centuria. Nació en Barasoain (Navarra) en 1902, pero lleva 67 años en San Sebastián. Una donostiarra de corazón que es, sin duda, la aficionada más veterana de la Real. A sus 105 años, anima como nadie a su equipo del alma y confía en que recupere pronto la máxima categoría. «No será por no animarles», dice. Sentada en una butaca del salón de su casa, en la calle Autonomía, mira a su hija Beni y a una de sus nietas con gran cariño. Ellas le han puesto guapa para la ocasión. Sonríe constantemente y responde a cuanto se le pregunta con muy buen humor.
- ¿De la Real o del Osasuna?
- De la Real. Siempre de la Real.
- Pero usted es navarrica.
- Sí, pero como en San Sebastián no se está en ningún sitio.
- Pues este año, en Segunda...
- Sí, pero ya la ponen otra vez en Primera.
- ¿Les va a animar?
- ¿Hombre! No será por no animarles. Porque yo, para la Real, soy la primera.
- ¿Qué hay que hacer para estar tan bien a su edad?
- No sé, chico. Pues mira, yo no hago nada. Me lo hacen todo, la verdad. Aquí está mi hija, que me acuesta, me levanta, me limpia, me da de comer... No sé cómo agradecérselo.
- ¿Le cuida bien?
- De primera. Ya más no me puede cuidar. Estoy como quiero, encantada de la vida.
- ¿Qué le gusta comer?
- De todo. Lo que me ponen en el plato no me lo quita nadie. Morcilla, chorizo..., lo que sea.
- ¿Y no le sienta nada mal?
- No. A mí no me pasa como a otros que les falla no sé qué... Eso tengo bueno.
- ¿Siempre está de tan buen humor?
- Nunca me enfado. Ni siquiera con mi nieto Dioni, que me suele picar de vez en cuando. Le suelo decir: le picas a tu abuela. Él se ríe y yo me río. Sin enfados.
- ¿Qué hace durante el día?
- Casi siempre estoy hablando con las visitas que vienen a verme. También pasear. Me llevan y me traen.
- ¿Y qué le gustaba hacer cuando era joven?
- He sido muy bailarina toda la vida. Iba a las fiestas de Tafalla y allí bailaba con todo pichichi. Ahora ya no puede ser, pero bailo con las manos.
A María le gusta mucho salir a la calle. «A veces, no quiere volver a casa», comenta su hija Beni. «¿Qué zapaticos llevas!», le dice a su nieta, quien se los ofrece para ir a bailar. María se ríe, canturrea y se despide con un beso: «Hasta otra vez que se te ocurra».
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