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Administración de una anestesia epidural en un centro hospitalario. [ENRIQUE DEL RÍO]
En nueve de cada diez partos que se realizan en Gipuzkoa se administra anestesia epidural
SANIDAD

En nueve de cada diez partos que se realizan en Gipuzkoa se administra anestesia epidural

El uso actual de una mezcla combinada con analgésico otorga más movilidad a la madre en el alumbramiento. Siete hospitales públicos catalanes abren un protocolo de partos naturales, algo que en Osakidetza no existe.

JUANMA VELASCO

Lunes, 24 de septiembre 2007, 09:36

SAN SEBASTIÁN. DV. Pocas mujeres se enfrentan al momento de traer al mundo un hijo sin la ayuda de una anestesia epidural. El miedo al dolor de las futuras madres se impone a aquellas que se decantan desde el primer momento por un parto natural, sin la ayuda de ninguna sustancia anestésica ni apenas intervención del ginecólogo. Es más, en ocasiones, muchas de las que en un primer momento solicitan tener un alumbramiento sin epidural finalmente la piden «porque se ven superadas por los dolores».

En Gipuzkoa, según los datos del Hospital Donostia, centro de referencia en el territorio cuando se trata de nacimientos, se administra anestesia epidural en nueve de cada diez partos. En concreto, el año pasado el 87% de las mujeres que dieron a luz en el citado centro hospitalario recibieron anestesia epidural. En cifras totales, 3.900 epidurales. «El resto, el 13%, no quiere decir que no desearan esta anestesia, es que muchas llegaron en una fase avanzada del parto en la que ya no se les pudo administrar. Pocas mujeres deciden tener un parto natural», asegura Juan Larraz, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Donostia.

Suprimir el dolor

El dolor del parto «puede ser el mayor dolor que va a tener una mujer a lo largo de su vida» y la anestesia epidural «es el método más efectivo» de suprimirlo. El uso de este anestésico se implantó en el Hospital Donostia el año 1995. «Existía una amplia demanda social y ya en aquel momento recibían la analgesia epidural en el parto el 70% de las mujeres».

La anestesia epidural que ahora se administra en los hospitales vascos «no es la misma que se aplicaba hace doce años. Antes se utilizaban dosis muy altas de anestésico y con ello la función motora de las extremidades inferiores quedaba anulada, quedando inmovilizadas», recuerda Larraz. Se han ido incorporando mejoras. De hecho hoy se emplean dosis «muchísimo más bajas de anestésico» que se combinan con un «analgésico opiáceo, muchas veces derivado de la morfina». Con ello se consigue que «con muy poquita dosis de anestésico, la mujer pueda movilizar las piernas» y al mismo tiempo desaparece completamente el dolor. Además, el despertar de la anestesia es «mucho más rápido, porque se recupera mucho antes la movilidad de las extremidades inferiores».

¿En qué consiste la epidural? Mediante una punción en la zona lumbar se introducen los medicamentos -combinación de anestésico y analgésico- en el espacio epidural y allí actúan sobre las raíces nerviosas. «Habitualmente suele dejarse una catéter en el espacio epidural, que permite la administración de dosis repetidas de medicación en función de las necesidades analgésicas de la paciente», afirma el jefe de Ginecología.

No obstante, no todas las mujeres pueden recibir la anestesia epidural. No está indicada para mujeres con alteraciones en la coagulación de la sangre, con infecciones de la piel en la espalda o con un tatuaje en la zona.

Tampoco está exenta de efectos secundarios aunque, según sostiene Larraz, en general son leves. «Puede producir hipotensión que se resuelve mediante cambio postural, administrando líquidos o con medicación. Suelen aparecer temblores y escalofríos que molestan a la parturienta. La punción accidental de la duramadre (ocurre en el 1-2% de los casos) puede producir cefalea intensa. Complicaciones raras son: infección en el espacio epidural, lesión de raíces nerviosas, hematomas extradural, inyección intravascular... En tantos años de experiencia en el Hospital Donostia -añade el ginecólogo-, afortunadamente no ha habido que lamentar ningún accidente fatal».

En torno a la aplicación de la epidural existen además puntos controvertidos entre los expertos. De hecho, hay trabajos que relacionan la anestesia epidural con el aumento del porcentaje de cesáreas que, según Larraz, «no parece cierto». Precisamente en el Hospital Donostia se ha logrado frenar la tendencia al alza de este tipo de intervenciones. Además, hay estudios que apuntan al aumento de partos instrumentales, fórceps y ventosas. «Es cierto que la anestesia epidural puede reducir la necesidad de la madre de empujar, pero el uso de bajas concentraciones de anestésico y el disponer de personal experimentado en éste tipo de partos que explica a la parturiente cómo y en qué momento debe empujar, hace que los partos instrumentales apenas aumenten».

Otras complicaciones -que, según el jefe de Ginecología, «está bien estudiado» que no tienen razón de ser- son la relación entre epidural y dolor de espalda o el que su aplicación afecte a la vitalidad del recién nacido o a la lactancia materna.

Parto natural

En opinión de Juan Larraz, la anestesia epidural «es un técnica segura, la mejor que existe para quitar el dolor». ¿Aconsejar su uso a la mujer? «La principal indicación de la analgesia epidural es que una mujer la solicite y que se considere adecuada. Hay mujeres que llevan perfectamente su parto sin necesidad de anestesia epidural. Hay también un grupo de mujeres que acuden a sala de partos con la idea de no recibir anestesia epidural, pero bien porque el parto evolucione lentamente, bien porque el dolor de las contracciones las supere, deciden finalmente administrarse la epidural. Evidentemente todas las opciones son respetables y el Hospital está abierto a ello», asegura Larraz.

La demanda de partos naturales es muy reducida. En Cataluña, donde la Sanidad pública ha puesto en marcha en siete hospitales públicos un protocolo para facilitar los partos no medicalizados y sin anestesia, la demanda actual de partos naturales no llega al 1%. Además, sólo un 46% de las mujeres que piden este tipo de parto culminan así el nacimiento. Dicho protocolo implica un consentimiento firmado por la futura madre y que el hospital deba de disponer de una sala específica con decoración no hospitalaria, donde la mujer pueda oir música, ponerse en la postura que desee para parir, disponer de una bañera para sobrellevar mejor el dolor en la dilatación...

Según los defensores de estas experiencias, el parto natural tiene como fin asegurar un mayor «respeto al proceso fisiológico» en el alumbramiento con una mínima intervención obstétrica, por lo que se dejan de lado tanto la anestesia epidural, como el rasurado o la episotomía (corte en la vulva), entre otras acciones.

En el País Vasco, los hospitales de Osakidetza no cuentan con protocolos de este tipo para facilitar los partos naturales y, según señalaron desde el Departamento de Sanidad, no existe previsión de que se implanten a corto plazo. No obstante, en cada centro existen profesionales -ginecólogos, matronas, enfermeras...- sensibilizados con el parto natural.

En Gipuzkoa existe una Asociación para la Promoción y el Fomento del Embarazo, Parto y Crianza más humanizada (Zelaun) a la que pertenecen una red de ginecólogos, matronas y enfermeras. En 2000, el colectivo recogió firmas para que en el Hospital Donostia se creara una experiencia piloto de parto natural, similar a lo que ahora existe en varias clínicas catalanas. En un principio, la solicitud fue «bien recibida» en el centro guipuzcoano, aunque finalmente la experiencia no pudo llevarse a cabo.

jmvelasco@diariovasco.com

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