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ANÁLISIS

LA GRAN PARADOJA

ALBERTO SURIO

Viernes, 28 de septiembre 2007, 09:25

EL lehendakari Ibarretxe desvelará hoy por fin su programa basado en el derecho de decisión y un proceso que va a desembocar en la consulta popular. Parece dudoso que Ibarretxe desvele fechas concretas, pero sí puede plantear plazos para un proceso del que se ha dicho ya casi todo. La principal novedad de la iniciativa pasará por dejar de exigir como condición previa de una consulta el fin de la violencia, tal como se había planteado hasta ahora. El anuncio marca un punto sin retorno en la política soberanista que pretende forzar un cambio de marco jurídico a través de una estrategia de presión social y política, primero mediante un proceso de diálogo entre partidos y gobiernos, pero después, si éste no fructifica, mediante la convocatoria de un referéndum sobre el derecho a decidir que carece de cobertura legal. El conflicto es de hondura ideológica, está servido en bandeja y habrá ver hasta qué punto Ibarretxe resuelve algunas de las preguntas pertinentes sobre la consulta: qué, por qué, cómo, cuándo y dónde.

El debate reabre pues la gran brecha política entre nacionalistas y no nacionalistas, rescatando los tiempos de la discusión del plan Ibarretxe aunque aquel escenario polarizado no es el mismo. A Zapatero no le interesa entrar al trapo de una abierta confrontación identitaria -en la que el nacionalismo se mueve con relativa comodidad victimista- ni enfrentarse a un PNV cuyo concurso es necesario cada vez más en Madrid. Pero el desencuentro es profundo y la retirada de Imaz lo puede complicar más. El nacionalismo intenta vender el derecho de decisión como un principio democrático irreprochable, aun cuando la autodeterminación responde a una posición de parte. No se atisba un acuerdo previo y se intuyen las señales del desastre que se avecina, sacando del baúl de los recuerdos la vieja noria esencialista y cansina de un debate vasco trufado de tabúes y mitos.

El contrapunto de este clima de frustrante enfrentamiento es el acuerdo para la renovación del Concierto y del Cupo, visualizado ayer en el Congreso. El 'buen rollo' reflejado ayer muestra una relación fluida y augura una línea preferente de negociación presupuestaria, tanto en Euskadi como en Madrid.

La cara de la foto amable de las felicitaciones de ayer tiene su reverso en el oscuro túnel que se adivina hoy, con un choque de frentes en ciernes. La consulta es un gran escollo para el entendimiento, pero los socialistas de Zapatero necesitan el apoyo del PNV para la gobernabilidad y tampoco van a realizar demasiados aspavientos. El tablero político vasco se mueve sobre esta paradoja de doble filo, entre la urgencia de la necesidad y un inquietante desacuerdo en la forma y en el fondo.

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