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LOS OTROS KURSAALES
EQUIPAMIENTOS | LOS AUDITORIOS DE GIPUZKOA

LOS OTROS KURSAALES

Una amplia red de teatros reformados y auditorios de tamaño medio constituye en los últimos años un intenso circuito cultural alternativo en el territorio guipuzcoano

MITXEL EZQUIAGA mezquiaga@diariovasco.com

Lunes, 3 de diciembre 2007, 09:44

SAN SEBASTIÁN. DV. Los años 80 supusieron «la década de los frontones»: la Diputación promovió en esa época la mejora o construcción de espacios polideportivos en buena parte de los municipios guipuzcoanos. Y la llegada del siglo XXI ha supuesto «la década de los auditorios»: Gipuzkoa se ha dotado de una amplia red de teatros refomados o auditorios de tamaño medio, y varios más están en marcha. Vienen a ser «los otros kursaales», con una intensa actividad cultural que los convierte en un circuito alternativo a los grandes escenarios de la capital donostiarra.

«Tratamos de combinar la programación específicamente local, nutrida de actividades de los grupos del pueblo, con una serie de actos que traigan música o teatro de primer orden a una localidad como Andoain», explica Garbiñe Agirre, responsable del centro Bastero. Ese auditorio, un flamante edificio construido por el estudio de Luis Peña Ganchegui, es uno de los que mejor refleja el auge de los nuevos espacios culturales guipuzcoanos, y hasta se ha permitido el «lujo» de adelantarse a la capital donostiarra en algunos estrenos teatrales, como ocurrió con la obra Un Picasso de José Sacristán.

En la cabeza del ranking de espacios más dinámicos figura, además de Bastero, el teatro Amaia de Irún, con la incensante actividad propia de la segunda ciudad de Gipuzkoa. La localidad fronteriza cuenta también desde hace unos años con el moderno equipamiento de Ficoba, pero el auditorio del espacio ferial se centra por ahora más en actos profesionales o económicos que culturales. E Irún dispondrá también dentro de unos años de un gran auditorio junto a su ayuntamiento, dentro del ambicioso plan que remodelará todo el corazón de la ciudad.

Pero en el tiempo reciente dos teatros remodelados han aportado una revolución suplementaria al calendario cultural guipuzcoano: el Leidor de Tolosa y el Coliseo de Eibar han arrancado con empuje de ideas y presupuesto tras sus procesos de reforma. El Leidor, además de absorber la intensa actividad propia de la villa (con el momento estelar del certamen de masas corales) quiere erigirse en un auditorio con personalidad propia en el conjunto del País Vasco, y en ese contexto se han promovido festivales como Mundua Tolosan o estrenos teatrales. El Coliseo de Eibar, por su lado, se ha convertido ya desde su reapertura el pasado mes de marzo en el eje cultural de su comarca. Según fuentes municipales de Eibar el Coliseo es «el auditorio natural de esa amplia franja de población y actividad que se sitúa entre Donostia y Bilbao». Y así, además de los actos culturales el Coliseo acoge eventos económicos y empresariales de la zona.

Hacer la nómina de todos esos otros «kursaales» guipuzcoanos es complicado, porque viejos y pequeños teatros municipales encaran procesos de rehabilitación y en otros pueblos los salones de actos de sus casas de cultura se convierten también en auditorios txikitos. Pero además, hay ya varias ambiciosas rehabilitaciones en marcha: Lazkao acomete la obra de su gran auditorio (que podría concluir en primavera) y la reconstrucción del viejo teatro Soreasu de Azpeitia está en marcha para convertirse en un inmueble polivalente. Hasta que termine la obra Azpeitia vive huérfana de un espacio cultural, y este fin de semana, por ejemplo, sus encuentros teatrales han tenido que celebrarse en el frontón.

Continentes y contenidos

Dentro de un plazo más largo estará concluido el nuevo espacio escénico de Zarautz, que acaba de dar sus primeros pasos con la elección del estudio de arquitectura de Viena Coop Himmelblau para la redacción del proyecto. Los cálculos más optimistas dicen que en 2012 el edificio podría ser ya realidad.

Y más parado está el proyecto para convertir en auditorio la iglesia de los dominicos en el Seminario de Bergara, proyecto que contó en su día con aportación foral pero que está a la espera de una decisión municipal. Hasta que llegue, Bergara acomete más a corto plazo la habilitación de Zabalotegi Aretoa, con una sala para un centenar de personas.

Pero el problema no radica tanto en el continente, como en el contenido. Una vez que se dispone del teatro rehabilitado o del auditorio hay que dar sentido a su programación. A eso ayuda el programa Sarea, que promueve el Gobierno Vasco y financia la Diputación, que sirve un «catálogo» de actuaciones a los centros acogidos. Según explican fuentes forales, Sarea apoya sobre todo la programación de eventos teatrales y de danza, pero el próximo año podría dar ayudas también a las actuaciones musicales. Se prima también la coordinación entre diferentes localidades para organizar «minigiras» que abaraten los costes de los contratos de compañías que llegan de fuera.

Lo explica un programador de uno de los auditorios guipuzcoanos: «Traer a una compañía madrileña de calidad puede suponer un coste de 8.000 euros por función; si te coordinas con otros dos pueblos y ofreces a esa compañía tres funciones consecutivas igual puedes lograr una rebaja de mil euros en cada sesión».

Pero si el pueblo vecino programa la misma obra, ¿resta espectadores? La experiencia empieza a decir que no. «Los espectáculos se nutren sobre todo de la gente de la propia localidad, y cuando tienen un tirón mediático mayor llega público de Donostia u otros municipios», explica Garbiñe Agirre, de Bastero, que no descarta que el año que viene pueda haber espectáculos que pasen por Tolosa y luego por Andoain. «Es más, si gustan pueden desencandenar la ola favorable del boca a boca».

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