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MARÍA JOSÉ CANO
Lunes, 4 de febrero 2008, 02:28
Sin la labor realizada por Mikel Bikondoa, muchos de los avances desarrollados en el acordeón no hubieran sido posibles. Tras cuarenta y dos años como profesor en el Conservatorio de San Sebastián y treinta y ocho al frente de la primera orquesta de acordeones del Estado, el músico afronta una nueva etapa en su vida.
- ¿Un músico llega a jubilarse alguna vez?
- No, es evidente que nunca lo hace. Me he jubilado en el conservatorio y ya no voy a dar clases, pero la música es algo que te acompaña siempre.
- Con su jubilación desaparece la Orquesta de Acordeones del Conservatorio de San Sebastián, agrupación que usted creó hace treinta y ocho años y que ofreció su último concierto el pasado 21 de diciembre. ¿No le entristece que no siga funcionando?
- Sí, pero soy consciente de que es muchísimo trabajo. Tienes que ser verdaderamente un enamorado de esto para llevarlo a cabo. Metes horas de madrugada, los días de fiesta, hay que ensayar y mover a la gente para que lo haga... Nadie ha cobrado nunca un duro en la orquesta, ni el director, ni los solistas, ni ninguno de sus componentes, y eso que hemos contado con catedráticos de primer nivel. Por eso estuve pensando mucho si seguir con ello, pero es complicado y al final he decidido dejarlo.
- ¿Cómo se le ocurrió en su día crear una orquesta de acordeones?
- La fundé por dos razones. Una de ellas era que sirviera de acicate a los alumnos, que les motivara. En mi opinión, un buen profesor es el que sabe motivar a los alumnos y pensé que tocar en una orquesta lo haría. La otra razón es que hace cuarenta años el acordeón sólo se usaba para tocar en bodas o fiestas, era un instrumento folclórico. De alguna forma yo contribuí, junto con otros compañeros, a llevarlo a las salas de concierto y a que se utilizara para tocar obras clásicas en base a transcripciones, pero la gente no asociaba el acordeón con la música seria, así que pensé que haciendo una orquesta de acordeones podríamos interpretar repertorios como otra orquesta cualquiera.
- ¿Opina que se puede comparar a una orquesta sinfónica?
- No, en ningún momento he querido compararlas. Soy consciente de las diferencias. Pero sí es comparable a una orquesta de clarinetes o a una de cuerda.
- ¿Cuáles cree que son los mayores atractivos de un conjunto de este tipo?
- Hay que tener en cuenta que los acordeones son cada vez más perfectos, tienen una tesitura amplia y se han suprimido los ruidos que hacen los mecanismos cuando se baja un botón. Además tiene muchas posibilidades de registración, lo cual hace que se pueda jugar con los timbres. También destacaría otro de los retos que me propuse cuando la puse en marcha, y es su posibilidad de interpretar conciertos de solista. Lo hemos hecho con todos los instrumentos de la orquesta sinfónica. Así, hemos interpretado los más importantes de piano, violín, contrabajo, trompeta, tuba... todos.
- El pasado 21 de diciembre ofrecía en el Victoria Eugenia el último concierto de la Orquesta de Acordeones del Conservatorio de San Sebastián. ¿Cómo fue la experiencia?
- Quise que hubiera una representación de alumnos de todas las épocas de la orquesta y nos juntamos 99 acordeonistas. También hubo varios solistas. Estoy muy agradecido a ciertos alumnos que ahora tienen puestos importantes y que vinieron para ser uno más en la agrupación. Fue un concierto inolvidable.
- Usted ha conseguido premios con su orquesta, ha ampliado el repertorio para esta formación hasta más de 400 obras... ¿queda aún mucho por hacer en este terreno?
- Pienso que sí. Mi gran ilusión ha sido montar una orquesta profesional y no ha sido posible. Aunque he conseguido buenos resultados con la mía, no hay que olvidar que la Orquesta del Conservatorio estaba formada por alumnos, algunos de niveles bajos. Si se hiciera una orquesta profesional todos nos exigiríamos lo mismo. Pero ha sido imposible. Las instituciones no apoyan nada. He tenido problemas hasta para conseguir un local para ensayar. Quizá si las empresas privadas se comprometieran se podría hacer algo increíble, virguerías. Además habría la posibilidad de grabar discos. Hay muy pocos de orquestas de acordeones.
- ¿En el caso del acordeón como instrumento individual la situación está igual?
- No, está mucho mejor. Yo creo que se ha recorrido un largo camino y, de hecho, hay hoy en día grandes concertistas de acordeón.
- Supongo que en los más de cuarenta años que ha estado trabajando como profesor, habrá vivido muchos cambios en el instrumento.
- Así es. Diría que se ha dado una evolución total. En otros instrumentos como el piano, por ejemplo, no ha habido apenas cambios técnicos, pero el acordeón de hace cuarenta años es totalmente distinto al de hoy en día. Por eso, en cuarenta años como profesor he tenido que superar 20.000 retos.
- ¿Se refiere a las características del instrumento?
- Sí, claro, pero no sólo a eso. En aquellos tiempos, el instrumento iba avanzando poco a poco, salían novedades y no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Yo introduje en España el primer acordéon de bajos sueltos conocido como basettis y dos sistemas distintos, el inventado por Anthony Galla-Rini y el que impera hoy en día. También ha habido cambios en el campo de las distorsiones. Efectos sonoros que ahora son básicos, en mis tiempos no existían. Y no digamos las partituras. En mis tiempos había cuatro, contadas con los dedos de una mano. Yo me enorgullecía de tener una biblioteca acordeonística que no tenían todas las tiendas de España juntas. Me iba a la antigua URSS o a Italia a buscar materiales o a conocer cómo se construía un acordeón en una fábrica con el buzo puesto.
- Esta evolución, también habrá acarreado cambios en la enseñanza, ¿no?
- Claro, porque pasamos de aprender canciones que eran transcripciones pensadas para unos tipos de acordeón concreto a tener que tocar instrumentos diferentes que cambiaban totalmente la manera de ser interpretados. Y no hablemos del repertorio. Hoy en día, hay grandes obras compuestas para acordeón y en este sentido, no tiene nada que envidiar a otros instrumentos.
- Después de toda una vida dedicada al acordeón, ¿no se le hace duro prescindir de él?
- Bueno, ahora me dedico a mis tres nietos y a cuidar a un tío que está delicado y que es mayor. Por supuesto, sigo escuchando música. Es como un trabajo diario y aunque escucho todo tipo de música, normalmente escojo la clásica.
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