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Viernes, 11 de abril 2008, 02:58
El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, admitió ayer que el máximo dirigente de su formación en Gipuzkoa, Joseba Egibar, pudo dejarse llevar por un «calentón» cuando anunció que el PNV no iba a apoyar la moción de censura en Arrasate contra ANV, pero dijo que no tiene nada que reprochar a nadie porque no fue una decisión tomada por la Ejecutiva.
Urkullu reconoció que la gestión de esta cuestión «no lo hemos hecho bien», por lo que se ha podido poner en cuestión el «compromiso ético del PNV», aunque desdramatizó la influencia que este hecho haya podido tener en el seno del partido.
El líder jeltzale explicó que el pasado 17 de abril la ejecutiva del PNV analizó el caso de Arrasate y los dirigentes nacionalistas concluyeron que, a pesar de que se «necesitaba» una moción en la localidad, después de que su alcaldesa no condenara el atentado de ETA contra el ex edil socialista Isaías Carrasco, era también necesario aclarar cuestiones como la necesidad de presentar un plan de gobierno alternativo.
Por ello, según dijo, el EBB no acordó ninguna decisión al respecto dejando la decisión en el aire «en función» de la reunión prevista para el día siguiente en San Sebastián entre el PNV, PSE-EE, PP, EA, EB y Aralar.
Según dijo, en esa reunión se pidió por parte del PSE-EE un pronunciamiento basado en el sí o en el no, sin posibilidad de que se presentaran los planteamientos, y ahí «pudo haber un calentón». Urkullu insistió en que no ha habido ningún problema para reconocer que no se habían calculado debidamente las consecuencias de esa decisión y «no pasa nada».
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