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«Si te das cuenta, las fronteras sólo se ven cuando vas por la carretera»
MIQUEL TORNER. EL CAMINANTE DE LA MEMORIA

«Si te das cuenta, las fronteras sólo se ven cuando vas por la carretera»

Miquel Torner es 'marxaire', alguien que que camina. Junto a otra gente ha abierto en Catalunya rutas de monte y memoria

BEGOÑA DEL TESO

Sábado, 19 de abril 2008, 12:29

Estuvo en Donostia hace nada. Participó en charlas y mesas redondas en torno a la exposición La maternidad de Elna, cuna del exilio 1939-1944, abierta en el Centro Cultural Ernst Lluch, homenaje a aquella dama suiza que ayudó a nacer a muchos niños hijos de exiliados españoles que huían de Franco precisamente por el 'Camí del Nord'. Miquel es miembro de la asociación Marxaires Mataró-Canigó. Han recuperado pistas, cañadas, caminos reales. También recuerdos, memoria histórica, nombres, sucesos. Han descubierto fronteras que unen.

- 'Marxaire', bonita palabra.

- De 'marxa', claro. Marchar, caminar. ¿Cómo lo decís vosotros?

- En euskera, quien camina es 'ibiltaria' pero sus marxaires son para nosotros 'mendizaleak', aquellos que aman el monte.

- ¿Y cómo decís vosotros pasador?

- Significando 'pasador'...

- Lo que era José Molina.

- Conozco un José Molina jugador de beisbol...

- Nuestro José Molina es un luchador nato, un anarquista increíble, un exiliado, un poeta. Pero además, fue pasador. Creo que ayudó a huir a Francia (y a volver para sus acciones) a Sabaté.

- ¿El gran guerrrillero urbano? Fue amigo de uno de los nuestros, Lucio, el revolucionario falsificador.

- Vaya. Entiendes ahora lo que es un pasador si nos situamos entre el último pueblo de Catalunya Sur (Beget) y el primero de Catalunya Nord (La Menera), en la frontera administrativa franco española?

- Lo entiendo, sí: un 'mugalari'. Y ahora déjeme que yo le sitúe a usted entre la dos orillas del Bidasoa, entre Irún y Behobia, entre las dos Navarras, en las ventas de contrabandistas, en los 'cols' por donde entraban hombres, mujeres, café, puntillas, armas...

- Es que si lo piensas bien, las fronteras sólo se ven cuando vas por carretera. Entonces, sí. Ves señales, barreras, garitas. Sin embargo, cuando andas por el monte, por los caminos, por las cañadas, no hay tal frontera, no hay aduanas. Allí el límite, las barreras, se transforman en puerta, en pasaje. Fíjate, en nuestro caso, en el Camí del Nord, la frontera era, es, tan poca frontera que la gente de la Menera tenía casa en Beget (y al revés). Vivían en una o en otra según hiciera mejor invierno o peor verano en una vertiente o en la de enfrente. Y si los del sur andaban, eran tiempos de racionamiento, mal de café, del norte les llegaba. Y a los norteños, azúcar desde el sur.

- Es el trajín vital de todas las fronteras. Pero para quien huye, puede resultar una losa. También para la memoria de un tiempo y un país.

- Cierto. Nosotros recorremos el Camí del Nord justo en la época del año en que miles de seres humanos, derrotados, huían camino de Francia. Fue en febrero. Hacía frío. Tenían hambre. La aviación franquista bombardeaba las larguísimas filas de refugiados, así que con la ayuda de las gentes de los pueblos se apartaron del camino más claro, más lógico, más al descubierto, y se internaron por senderos y rutas que nosotros, los marxaires de Mataró, hemos recuperado y recorrido. Como mendizales pero también sintiendo la responsabilidad, el deseo, la necesidad de recoger todo testimonio posible para que la Historia de los perdedores no quede sepultada en el olvido. Mientras hacemos monte hablamos con unos y otros. Tomamos notas. Por todo el Canigó, nuestra montaña fundacional, símbolo de Catalunya...

- Canciones, leyendas, picos que se escalan para encender fuegos que duran toda la noche...

- Así es. Pues bien, por esos montes y pueblos hay mucha gente que vivió el exilio se casó, echó (nuevas) raíces. Sus hijos son hoy regidores en ayuntamientos de ambos lados de los Pirineos y nuestra lucha de marxaires es la suya.

- Así que la frontera no fue losa tan tremenda.

- Muchísimos cayeron en el camino. Otros fueron acogidos en pueblos que de 150 habitantes pasaron a tener 90.000. Pronto Francia abrió campos de concentración para quienes buscaban refugio. Pero no, nadie puede hacer de los Pirineos una losa. Ni para los hombres ni para la memoria. No en Beget, no en Behobia. No en Elizondo.

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