

Secciones
Servicios
Destacamos
JOSEBA ARREGI
Jueves, 15 de mayo 2008, 03:55
ETA ha vuelto a matar. Un miembro de la Guardia Civil es la, de momento, última víctima de ETA. Este asesinato irradia la luz de la vergüenza sobre la incapacidad de algunos partidos políticos para llevar a cabo la remoción de las alcaldías que ostentan de quienes no dan el paso de condenar los asesinatos. Este nuevo asesinato vuelve a colocar a cada uno en su sitio, en el sitio que le corresponde a pesar de los esfuerzos tan variados como cada vez menos creíbles de algunos partidos para compatibilizar la condena de ETA y de su violencia terrorista con la obstrucción a todas las medidas efectivas del Estado de Derecho para acabar con ETA.
Este nuevo asesinato deja al descubierto la farsa de las mociones éticas presentadas en los ayuntamientos a instancias del PNV: no hace falta recurrir a la ética para tener claro que en la política democrática, en la política simplemente, existe una línea que separa el espacio del Estado de Derecho del espacio de la selva: el monopolio legítimo de la violencia. Se trata de política básica. No hay que esforzar a la ética para ello.
Este nuevo asesinato muestra a plena luz, cada vez con más fuerza, que no basta con condenar de boca los asesinatos, ETA y su violencia, sino que lo que hace falta es apoyar todas las medidas efectivas en consonancia con el Estado de Derecho para acabar con ETA.
Y este nuevo asesinato obliga a preguntarse, con toda la seriedad del mundo, si no existe ninguna relación entre los asesinatos de ETA, entre la esperanza de ETA de que sus asesinatos tengan sentido, cuenten con la posibilidad de conseguir algo, y la voluntad del otro nacionalismo, del PNV, a seguir con el discurso del conflicto, con la necesidad de superar el marco para dar salida al conflicto histórico entre Euskadi y España, y la voluntad del otro nacionalismo, del PNV, de seguir con el discurso de la necesidad de una consulta, del reconocimiento del derecho de decisión del pueblo vasco para acabar con el conflicto, para conseguir la paz.
La sociedad vasca ya no puede esperar más. Ya son demasiados los muertos, demasiadas las extorsiones, demasiado el destrozo moral que todo ello está causando en el cuerpo social vasco como para no formular la pregunta con toda seriedad. Porque este nuevo y por ahora último asesinato de ETA pone en plena luz no sólo la incapacidad de algunos partidos vascos para remover a los alcaldes que no condenan los asesinatos, no sólo la farsa que significa esconder tras la ética lo que debe ser una decisión política clara, argumentada y fundamentada políticamente. También pone en plena luz el significado y la absurdidad del plan Ibarretxe, de la consulta para llegar al derecho a decidir, de todo el discurso que ha llenado la boca de los políticos nacionalistas durante ya demasiados años. Porque la muy debilitada ETA puede seguir con toda tranquilidad, a pesar de todas las condenas de boca, matando selectivamente, mientras perciba que existe un discurso en el nacionalismo que quiere lo mismo, que afirma querer lo mismo, que lucha por el derecho a decidir, por la consulta popular, por abandonar la subordinación a España.
ETA se encuentra muy cómoda, reafirmada en su estrategia, si además escucha que para conseguir la paz, para acabar con su violencia, es preciso avanzar decididamente en la consecución del reconocimiento del derecho a decidir del pueblo vasco: se avanzará más rápido y con más seguridad y firmeza cuanto mayor sea la expresión del conflicto, cuanto mayor sea la necesidad de paz, cuanto mayor sea la violencia y el terror, cuanta mayor sea la crisis producida por la violencia y el terror.
El lehendakari y el PNV prestarían un enorme servicio a la sociedad vasca si suspendieran la visita inútil a La Moncloa de la semana próxima, si afirmaran que va a reconsiderar su discurso, si dijeran que el único conflicto, en singular, que existe es el causado por la violencia y el terror de ETA. Que todo lo demás, son discrepancias políticas que nada tienen que ver con la voluntad de construir la nación vasca -construcción a la que ayuda ETA con sus asesinatos porque creen que con ello acercan el derecho a decidir, puesto que éste es el paso que falta para que desaparezca ETA-. Es lo mismo que dice ETA: dejaremos de matar en el momento en el que se reconozca la nación vasca, en el momento en el que se reconozca el derecho de autodeterminación, en el momento en el que Euskadi no esté subordinada a España, Euskadi sea una nación y España otra, cuando se traten de igual a igual.
Mientras exista esta atmósfera de confusión en el mundo nacionalista, una atmósfera de no saber si realmente existen diferencias sustanciales entre un nacionalismo y otro, de no saber si realmente existen proyectos políticos realmente diferentes entre ambos, lo que se ha conseguido en los últimos años en la lucha contra ETA no terminara de llegar a buen puerto. Y tendrá un responsable.
ETA tiene que desaparecer. ETA puede desaparecer. Todos tienen que hacer algo para ello, como ha vuelto a subrayar el lehendakari. Pero probablemente sea él el que más pueda hacer dejando de mezclar permanentemente la violencia de ETA, el conflicto vasco, la paz, la consulta y el derecho a decidir. En ese marasmo donde todo se mezcla y nada se aclara, en la ambigüedad del discurso de la construcción nacional que no admite un sólo paso atrás, en la referencia permanente a un pueblo vasco que debe ser reconocido como sujeto y a España como Estado que es algo totalmente exterior a la sociedad vasca, en todo ello encuentra ETA la atmósfera, el ambiente en el que cree poder seguir existiendo, subsistiendo y moviéndose con total comodidad.
ETA ha asesinado a un miembro de la Guardia Civil, y en la cercanía del lugar donde se ha producido el asesinato se puede leer «pikoletos a Marruecos». De vergüenza y de ecos nazis. El asesinado era ciudadano español, alguien que había venido a Euskadi a proteger a otros ciudadanos españoles amenazados por ETA. Alguien que representaba el monopolio legítimo de la violencia que constituye el Estado de Derecho que es España. Todo eso asesina ETA. Todo eso niega ETA en cada asesinato. Y sabe que en esa negación no se encuentra sola. Y ése es el problema. Y ésa la pregunta.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.