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MIKEL G. GURPEGUI DVMGURPEGUI@DIARIOVASCO.COM
Domingo, 25 de mayo 2008, 10:31
. «Conocer al general Álava es conocer todos los acontecimientos importantes de su época. No sólo fue un protagonista de la Guerra de la Independencia. También fue el único español que participó en las dos grandes batallas de su época, Trafalgar y Waterloo». Quien reivindica la figura del general Álava es Gonzalo Serrats Urrecha, un conocido consultor de empresas donostiarra, que lleva cuatro años dedicando todo su tiempo libre a investigar una figura histórica que para él es muy familiar.
El general Miguel Ricardo de Álava se casó con su prima Loreto de Arriola, cuyo hermano Ramón es abuelo de la bisabuela de Gonzalo. Para Gonzalo, el general Álava nunca ha sido un personaje de los libros de Historia sino ese antepasado presente en la casa donostiarra de sus padres y su abuela a través de numerosos recuerdos y de un retrato que sigue presidiendo el salón.
«Más flaco» en el retrato
El impresionante retrato, obra de Bonnemaison, fue pintado en 1817. En una carta de su esposa Loreto a su hermano comenta, con la falta de tildes habitual entonces: «Miguel esta en Paris desde el dia 6, pero me figuro no este mas tiempo que el que tendra en profesar, me acaba de llegar su retrato que es muy bueno y se parece mucho mucho esta un poco mas flaco y mas negro que quando se fue de aqui, pero eso no tiene nada de estraño con la que ha padecido y con la vida que tiene de tanto andar» (sic).
Las cartas. La documentación personal de ese personaje histórico. En la familia Arriola eran también una constante la presencia de las cajas de madera que se sabía contenían el archivo del general pero que nadie había abierto durante más de 130 años. Sabían que incluiría documentos valiosos para el estudio de la Historia pero, aparte de la determinación de conservarlos, nunca habían sabido qué hacer con ellos.
Hasta que, hace ahora seis años, Gonzalo Serrats tomó la «firme determinación» de abrir los archivos y hacer que viesen la luz sus alrededor de 2.500 documentos, afortunadamente en buen estado de conservación. Entendió que «lo primero era saber exáctamente lo que contenía, inventariar muy bien lo que hay».
Descifrar la letra
A esa tarea se ha aplicado durante todo este tiempo, clasificando cada legajo y sublegajo, abriendo en su ordenador una ficha por cada documento, en su mayoría cartas manuscritas, indicando su posición en el archivo, quién escribió el documento, dirigido a quién, en qué lugar y en qué fecha, además de la transcripción completa del texto. Una tarea ímproba, multiplicada por miles de documentos y con dificultades añadidas, como entender la cada vez peor caligrafía del militar. «Si no la lees desde su juventud, resulta muy difícil descifrarla».
En todo caso, Serrats entendía como imprescindible para cualquier uso posterior de los fondos esta ardua labor que pronto llegará a su fin. Cuando lleva más de 2.000 documentos clasificados y transcritos, espera culminar el trabajo dentro de este año.
La siguiente fase sería dar a conocer públicamente el archivo entre historiadores y público en general. Para ponerla al alcance de los investigadores de la Historia, Gonzalo Serrats está en conversaciones con Irargi, el Centro de Patrimonio Documental de Euskadi, de cara a la posible digitalización de los documentos.
También se propone intentar que «el conocimiento de la figura del general Alava tenga la dimensión que realmente tuvo en su tiempo, ya que en Vitoria es muy conocido pero aquí es un gran desconocido». Para esta difusión, el consultor se ha prestado a la realización de este reportaje y ha empezado a dar algunas conferencias, como la que recientemente pronunció dentro de las Aulas Kutxa en San Sebastián. Más adelante llegará una biografía del general basada en sus documentos, que Serrats ha empezado a redactar.
Para él, la inmersión en los documentos del archivo propiedad de su familia no ha sido tanto una labor pesada como el descubrimiento de una afición personal, la Historia, a través de un personaje clave, su ancestro. «Creo que tenemos mucho que aprender de la Historia», dice este hombre que ha descubierto lo apasionante que puede ser reconstruir mentalmente otro momento histórico.
Grandes contradicciones
Miguel Ricardo de Álava Esquível, nacido en Vitoria en 1772 y fallecido en Francia en 1843, fue embajador en los Países Bajos, Londres y París, «lo que le permitió vivir hechos de primera magnitud y codearse con los grandes personajes de la época». A juicio de Serrats, el general «vive las grandes contradicciones de su época. Era muy ilustrado, lo que entonces se identificaba con lo afrancesado, y a la vez muy patriota».
Álava Esquível fue uno de los protagonistas de la Guerra de la Independencia de la que tanto se habla estos días al cumplirse su segundo centenario. Como el propio militar redactaría en un texto en el que hablaba de él mismo en tercera persona y con la grafía de la época, «se hallaba en Vitoria el exponente gozando de bienes quantiosos y proximo a contraher un enlace. Mas levantandose indignada la nacion al verse privada de la persona de su adorado Rey, las provincias vascongadas no pudieron seguir su exemplo por hallarse reconcentrada en ella la fuerza enemiga, y por esta razon el exponente abandonó su casa, mujer y vienes a fines de Julio de 1808, y se presento en Madrid el mismo dia que el General Castaños hacia su entrada triunfante después de la inmortal batalla de Baylen. Aunque su profesion de marino le dispensaba de hacer la guerra activamente por el ningun riesgo que amenazaba a los departamentos pidio al señor Castaños le colocase en el regimiento de Ordenes-militares, y con efecto se le destino de teniente coronel agregado que era el grado que le correspondia» (sic).
Muy pronto, su carácter templado y recto, que «le hacía ser muy respetado por todos», y sus conocimientos de idiomas -sabía francés e inglés- hicieron que fuera comisionado por el Gobierno español para enviar mensajes a la cabeza de las tropas inglesas, Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington.
El géneral Álava acabó como agregado o representante español dentro del ejército aliado británico-portugués. Una posición delicada que Gonzalo Serrast resume así: «Primero tiene que buscar que haya sintonía con los ingleses pero también tiene que defender los intereses españoles en una coyuntura terriblemente complicada».
Cumplió con éxito tal misión, según atestigua una carta que posteriormente envió el general Castaños a la Regencia: «El Brigadier Alaba, tal vez por un efecto de franqueza y honradez de su caracter; al paso que defiende acerrimamente, y acaso con demasiado teson los derechos de los pueblos siempre que se necesita, logra la confianza de Lord Wellington y la estimacion de todos los oficiales Yngleses que le conocen; y lejos de adular su amor propio no usa con ellos otro lenguaje que el seco y duro de la verdad».
La Batalla de Vitoria
Además de ser el único español presente en dos de las batallas más importantes del siglo XIX, Trafalgar y Waterloo, Miguel Ricardo de Álava protagoniza momentos históricos como la proclamación de la Constitución de Cádiz en la Almudena de Madrid, en 1812, o la Batalla de Vitoria, al año siguiente, en que «consiguió expulsar de la ciudad a las tropas francesas y cerrarla a su propio ejército».
Ya tras la derrota de Napoléon, el general Álava entra a sable en el museo del Louvre para recuperar los cuadros procedentes de los saqueos en España. Un momento apasionado de una personalidad que Serrats define como «decidida, moderada y recta».
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