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JOSEAN BLANCO
Viernes, 30 de mayo 2008, 04:28
DV. No se esperaban sorpresas y no las hubo. La asamblea de cooperativistas de Irizar siguió ayer el camino emprendido la semana pasada por la empresa de fundición y valvulería Ampo y respaldó la propuesta de desligarse del grupo cooperativo Mondragón con el 75% de los votos.
Tras esta decisión queda desmantelada de hecho la división Goikide, creada especialmente dentro del Grupo Mondragón para dar cabida al modelo de gestión propuesto por Koldo Saratxaga. La tercera empresa perteneciente a esta división, Urola, dedicada a la fabricación de maquinaria de envasado, no se ha pronunciado aún sobre su futuro en el grupo cooperativo.
El coordinador general de Irizar, Gorka Herranz, utilizó ayer los mismos argumentos empleados por Ampo para justificar su salida del Grupo Mondragón y aludió a una profundización en los principios de su modelo cooperativo. «Queremos dar el paso hacia una aplicación más radical de nuestro modelo, lo que nos va a permitir responder mucho mejor a las necesidades de nuestros clientes en un entorno cada vez más complicado en donde la flexibilidad y la agilidad en la toma de decisiones son cada vez más necesarias», explicó.
Herranz subrayó que la estrategia de la compañía pasa por la participación directa en la toma de decisiones y apuntó que en las últimas reflexiones estratégicas han participado «el 55% de las personas que componen Irizar».
El coordinador de la empresa carrocera dejó claro que la decisión no se ha tomado a la ligera y que el proceso de análisis, reflexión y debate ha sido largo antes de presentar la propuesta a la Asamblea.
Camino autónomo
Pocos trabajadores quisieron hacer ayer declaraciones, pero alguno apuntó que la decisión no había sido fácil. «A mí me ha costado mucho porque hace años, cuando la crisis, me llevaron a trabajar a una cooperativa de Mondragón. Pero ahora su forma de funcionamiento es muy diferente a la nuestra, muy piramidal, y nosotros necesitamos ser rápidos», explicaba.
Ésta fue precisamente la idea que ayer repetían insistentemente los portavoces de Irizar, que el modelo del Grupo Mondragón limitaba en exceso su crecimiento y que fuera de MCC la empresa contribuiría más al desarrollo económico y cooperativo y a la creación de empleo.
Gorka Herranz afirmaba que «la aplicación más radical de nuestro modelo no puede tener cabida dentro de MCC con unas respuestas tan ágiles y flexibles como las que necesitamos; pensamos que lo vamos a hacer de forma más eficiente desde fuera y que es el momento de iniciar un camino autónomo».
Con la decisión adoptada la compañía pretende dotarse de una configuración organizativa más eficaz y ahondar en su modelo de equipos multidisciplinares autogestionados, no dirigidos.
«Nosotros lo que hacemos es desarrollar las ideas de abajo a arriba, desde las personas hacia los que tenemos que liderar, y no imponernos. Este modelo hace que seamos más rápidos y flexibles. Siempre que estamos fuera de nuestro modelo, nos sentimos incómodos», explicaba Herranz.
Creación de empleo
La cooperativa se empleó a fondo para desmentir que la decisión de abandonar el Grupo Mondragón se debiera a motivos económicos o a una falta de solidaridad con el resto de los trabajadores.
Herranz recordó que «en nuestra misión hacemos énfasis en la creación de riqueza y empleo aplicando nuestros valores en ella. Si analizamos la evolución de Irizar en los últimos años, está claro que si seguimos aplicando nuestra flexibilidad seguiremos creando riqueza y empleo. Tenemos un compromiso social con el entorno más cercano, pero también hay que recordar que estamos en cuatro continentes con proyectos muy importantes en todos ellos».
En estos momentos, el grupo Irizar, dedicado a la construcción de autocares, es líder de producción en España y es el segundo grupo europeo. Su despegue se produjo en los años 90, con la incorporación a la dirección de Koldo Saratxaga, que puso en marcha un proyecto de liderazgo compartido exportado posteriormente a Ampo y Urola. Su estrategia, basada en la calidad, el servicio, la seguridad y, especialmente, en la atención y fidelización del cliente ha sido reconocida internacionalmente.
La empresa se dedica a fabricar carrocerías sobre los chasis fabricados por empresas como Scania, Man, Mercedes o Volvo, entre otras. Algunos de sus autocares, como el modelo Century, se han convertido en iconos y han sido imitados en todo el mundo. Recientemente ha entrado también en el mercado de los autobuses urbanos en Europa, excepto España.
El grupo, formado por 3.100 personas, aparte de su sede de Ormaiztegi, cuenta con plantas de producción en China, Marruecos, Brasil, México, India y Suráfrica y tiene presencia comercial en más de 80 países. En el último ejercicio, su volumen de negocio superó los 435 millones de euros, fabricando más de 3.900 unidades.
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