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Agustí Rius i Borrell, pedagogo
ARTÍCULOS DE OPINIÓN

Agustí Rius i Borrell, pedagogo

JOSE MANUEL BUJANDA ARIZMENDI

Domingo, 6 de julio 2008, 05:02

E l día 6 de julio de 1912, es decir hoy hace 96 años, la Societat Barcelonina d'Amics de la Instrucció reunía importantes personalidades de la cultura y de la enseñanza para rendir homenaje póstumo a un célebre maestro catalán: Agustín Rius i Borrel. Este maestro nació un 30 de enero de 1837 en Sabadell y fue un precursor de la renovación educativa vivida intensamente en Catalunya en el siglo XX. Rius dio al magisterio barcelonés lo mejor de su capacidad educadora cubriendo una de las etapas más oscuras, problemáticas y olvidadas de nuestra historia escolar.

Como maestro y pedagogo, propuso soluciones válidas a problemas concretos de su época. «La verdadera finalidad de la educación intelectual consiste en que el alumno alcance unos criterios y unos métodos de trabajo que le permitan continuar aprendiendo al concluir la escolaridad. El primer objetivo de la educación intelectual es la utilización correcta de la capacidad de pensar. Otro principio es el de que la educación moral se hace más a partir de la práctica que de la especulación. Es una invitación a humanizar radicalmente los procesos de enseñanza y aprendizaje».

El popular maestro Rius nació en el seno de una familia de tejedores. Cursó estudios de maestro de enseñanza elemental y maestro de enseñanza superior en la Escola Normal de Barcelona. Después de trabajar en una escuela de dicha ciudad, obtuvo el título de maestro de enseñanza superior y se trasladó a Sabadell, donde fundó una escuela de Primera Enseñanza Superior. Este periodo de magisterio en su ciudad natal fue de una intensa actividad intelectual. Escribió su primera obra didáctica: el , del cual se editaron 150.000 ejemplares en cincuenta años. Y fruto de su interés por el nivel cultural de los obreros son las clases que impartió en el Institut Industrial de Sabadell durante los cursos 1863-1864 y 1864-1875.

Dos publicaciones más de aritmética le servían de apoyo en sus explicaciones. En 1866 dio a conocer a Froebel a través de la traducción de una obra sobre la educación en Alemania escrita por el francés Baudonin. Paralelamente, publicó artículos sobre temas profesionales en diversas revistas de la época: (Barcelona), (Valencia), (Lleida) y (Barcelona). También aportó algunas soluciones al tema del pago a los maestros con un boletín que escribió precisamente durante el Sexenio Democrático, época en el que el problema fue todavía más acuciante. En 1879 leyó un discurso sobre la educación en la Societat Barcelonina d'Amics de la Instrucció y en mayo de 1882 viajó a Madrid para participar en el Primer Congreso Nacional de Pedagogía donde en un tratado de educación escolar, dejó apuntado un decálogo:

1. El maestro ha de conocer bien lo que enseña a sus discípulos.

2. Ha de provocar y mantener la atención de los niños sobre lo que aprenden haciendo ameno el estudio y sin ocuparles en cuestiones que no están a su alcance.

3. Ha de acabar la lección cuando el cansancio se sobrepone al interés de los discípulos y no ha de abusar de sus fuerzas intelectuales.

4. Ha de usar el lenguaje adecuado a la inteligencia de sus discípulos y explicarles el significado de las palabras que desconocen.

5. Ha de comenzar la enseñanza de la asignatura por los puntos más fáciles y subir gradualmente hasta los más difíciles; ha de ir de lo más simple a lo compuesto, de la observación al raciocinio.

6. El maestro ha de ejercitar los niños en el descubrimiento de la verdad por ellos mismos, animándoles a la actividad e iniciativa intelectuales.

7. Ha de ocupar los niños en aplicaciones útiles de los conocimientos adquiridos.

8. Ha de relacionar entre sí los conocimientos del niño facilitándoles la simplificación y generalización de las ideas.

9. Ha de hacer repasos frecuentes que conformen las ideas adquiridas y den ocasión de ampliaciones prudentes.

10. Ha de acostumbrar a los alumnos a exponer con exactitud y corrección, de palabra y por escrito, los conocimientos adquiridos.

Las principales ocupaciones de esta época, punto culminante de la carrera pedagógica de Rius, fueron dos: por un lado, dar los últimos toques a su Pedagogía, obra de completa madurez y resumen de su pensamiento, que fue premiada en la Exposición Universal de 1888 y por otro, organizar el Segundo Congreso Nacional de Pedagogía, que tendría lugar en Barcelona durante el verano de ese mismo año. De esta misma época, más o menos, son el segundo libro de lectura, compuesto de cuentos cortos para niños, y una colección de fragmentos seleccionados de escritores conocidos para favorecer el hábito de la lectura de los mayores. Simultáneamente, publicaba diversas cartas escritas a una supuesta madre, que encerraban un gran contenido educativo y contenían claras directrices para los padres y madres de familia. La inagotable pluma de Agustí Rius i Borrell todavía tendría que dibujar los perfiles morales de un niño bien educado a través del precioso cuento titulado Gaspar, donde también aparecían las dificultades de convivencia de un niño con minusvalías psíquicas.

Es precisamente la educación de los que tienen dificultades especiales o de los que padecen alguna minusvalía sensorial el ámbito que más trabajó nuestro autor durante los años previos a su jubilación: en 1894 se fundó la Casa de la Salut Nostra Senyora del Pilar en Sant Gervasi de Cassoles, donde el doctor Xercavins se encargó de los enfermos psiconeuróticos y el maestro Rius, de los niños con un nivel de inteligencia muy inferior al normal. Preparó dos obras de gran utilidad para los profesores: una sobre los niños con retraso y otra sobre los que padecían tartamudeo y otros vicios o problemas de pronunciación.

Agustí Rius contribuyó al empuje del movimiento catalanista de principios del siglo XX, que afectó también al ámbito educativo. El 13 de enero de 1901, en un discurso durante la sesión inaugural de la Societat Barcelonina d'Amics de la Instrucció, defendió la existencia de una pedagogía propia sustentada por vigorosas columnas: Llull, Reixac y Balmes.

«En 1902, año de su jubilación, después de 45 años de enseñar obligatoriamente en castellano a niños catalanes, reivindicó (). En 1907 todavía publicó unas cartillas para uso escolar. En 1910 Agustí Rius cayó gravemente enfermó y debió paralizar su actividad intelectual momentáneamente, que en ese momento consistía en redactar una , obra de mucha paciencia y minuciosidad, donde Rius establece comparaciones entre las lenguas castellana y catalana. La profesionalidad de este pedagogo catalán había producido diez obras para niños, ocho para educadores, dos traducciones, dos monografías de Sabadell, un estudio de lengua catalana y unos veinte escritos distintos en las principales revistas pedagógicas y en los periódicos de la época.

Un deber de fidelidad histórica nos obliga a recordar la parte de su ideario que hoy, un siglo más tarde, aún puede aportar sugerencias válidas al quehacer educativo. Nació hace 171 años, murió hace 98 y fue homenajeado a los dos años de su muerte. Muchas de sus ideas y postulados siguen siendo interesantes.

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