Vender en castellano, un derecho

Estimada señora Zubizarreta: Tiene razón, a menudo se ve el color del que escribe. A usted se le ve de lejos. Créame que, por lo común, a los comerciantes no se nos nota el color por el hecho de nuestra actividad profesional. Normalmente no tenemos ni filias ni fobias por ninguno de los dos idiomas oficiales. Queremos hacer rentables nuestros negocios. Cada uno de nosotros somos personas adultas y libres y al igual que usted ejercemos nuestra libertad. Si no hablamos euskera, que es mi caso, debemos ser libres para decidir si nos es rentable pagar un empleado bilingüe. Su carta está redactada en perfecto castellano. Si a pesar de dominar usted el idioma que todos conocemos, desea que se le atienda en euskera podría, sin más problema, comprar lo que necesite en aquellos comercios en los que le atiendan en su idioma preferido, sin reclamar que un decreto injusto, doblegue por la fuerza la libertad de los demás.