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A. L.
Miércoles, 9 de julio 2008, 03:44
DV. El descansa desde ayer en la profundidad del mar de Bretaña. Su casco no aguantó más. Una vía de agua puso fin a ochenta años de singladura. Era una joya de la navegación, un barco que había pasado a formar parte del patrimonio histórico. El velero, con base en Ibiza, naufragó de madrugada cuando navegaba a unas cuarenta millas de la costa con destino a Brest, donde tenía previsto participar en la concentración que se celebra del 11 al 17 de este mes en la citada localidad francesa.
Sus nueve tripulantes, todos de nacionalidad española, lanzaron una señal de socorro hacia las 3.00 horas, tras descubrir una vía de agua en el casco. Todo ellos tuvieron que abandonar la goleta para ponerse a resguardo en un bote salvavidas, según explicó un portavoz de la Prefectura francesa. Los servicios de rescate movilizaron un helicóptero de la Marina y un ferry que se encontraba en las proximidades, que acudieron a la zona del siniestro.
La aeronave transportó a cinco de los marineros hasta el ferry y llevó a los otros cuatro a tierra, todos en buen estado de salud. La operación de evacuación, que tuvo lugar de noche, se hizo con unas condiciones del mar malas, aunque no excepcionales para la zona, con vientos de 55 kilómetros por hora y olas de dos a tres metros de altura.
Sobre las causas del accidente, el portavoz de la Prefectura indicó que se atribuye al desprendimiento de una de las placas de madera del casco del, propiedad de los armadores Nicole Legler y Gérald Delgado. Ambos pretendían que su goleta estuviera en la concentración de barcos que de Brest, como ya lo había hecho en anteriores ediciones.
El velero, construido en 1929, había salido de Ibiza y, tras hacer escala en Vigo, se dirigía al puerto bretón para participar en el citado certamen, en el que se esperan 2.000 barcos y en el que Galicia, uno de los invitados de honor, tendrá 25 naves tradicionales.
«El naufragio del es una pérdida inestimable para el patrimonio marítimo europeo del que era una de las joyas», señaló en su comunicado la organización de Brest 2008.
El era un antiguo velero de carga de la naviera Matutes que los actuales propietarios lo recuperaron hace poco más de treinta años. Un navío que estaba predestinado a morir terminó por convertirse en todo un clásico. En los últimos años venía siendo utilizado como nexo de unión entre las nuevas generaciones y el mar. Cuatro mil alumnos ya habían navegado en él.
Su interior era como un museo, que invitaba al pasajero a trasladarse en el tiempo y rememorar la época lejana en la que el surcaba los mares de todo el mundo.
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