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BENITO URRABURU
Sábado, 12 de julio 2008, 10:50
DV. Las historias de parejas de hermanos en el mundo del ciclismo siempre están llenas de anécdotas, del juego de posibilidades sobre sus capacidades como ciclistas. En el caso de Luis León Sánchez, ganador de la séptima etapa del Tour que finalizó en Aurillac, las cosas estaban claras. El mayor, León, era peor que el pequeño. Los dos hicieron su carrera juntos hasta el campo aficionado. Ficharon por el equipo Würth. Manuel Saiz y Juan González querían sobre todo a Luis León, pero eran inseparables.
León, el hermano mayor, perdió la vida en un accidente de quad hace tres años. Todas las victorias de Luis León y los goles de su hermano futbolista, Pedro León, jugador del Levante, están dedicadas a ese hermano fallecido. Queda otro hermano, Antonio León. También tuvieron una hermana, que murió al poco de nacer.
Su padre se llama Pedro León y su abuelo, León. Cuando levantaba los manos hacia el cielo y se besaba los labios, la vida de Luis León Sánchez daba un vuelco.
El momento del triunfo no puede dejar atrás otros sinsabores, hechos que conviene no olvidar. Ya saben, la historia es una ciencia a la que algunos le dan patadas, otros tergiversan y, también es cierto, algunos respetan.
El ganador en Aurillac corrió su primer Tour de Francia en 2005, en un potente equipo Liberty. Él y Contador llegaron a París. Un año después, en Estrasburgo, fue uno de los corredores que se quedó tirado, en su hotel, sin poder correr el Tour, con Astana. Su equipo estaba en el ojo del huracán por la Operación Puerto. La UCI no les dejó salir. Luis León era uno de los corredores que no tenían ninguna problema, pero no tomó la salida. Luego empezó su peregrinaje para encontrar equipo, hasta que recayó en el Caisse d'Epargne.
Hasta sus inicios en el ciclismo están marcados por la tragedia. Los dos hermanos, León y Luis León, comenzaron a andar en bicicleta para acompañar a su padre en la dura rehabilitación que le recomendaron los médicos después del atentado que sufrió.
Era policía nacional y un atentado de ETA cuando estaba de vigilancia en la estación de autobuses de Bilbao le dejó la pierna izquierda machacada. Después de un buen número de operaciones le recomendaron hacer bicicleta.
Los dos hermanos salían con él. Siempre corrió con los equipos de la Peña Ciclista Muleña, hasta que se marchó al Wurth. Con cinco años le dejaron correr en benjamines, junto a corredores dos años mayores que él.
Dominaba todos los terrenos, pista y carretera. Llegó a ser campeón de España juvenil en persecución individual, puntuación y el kilómetro. Manuel Saiz lo fichó en una carrera de juveniles puntuable para la Copa de España que se disputó en Cantabria. Desde entonces su vida deportiva ha sido una constante ascensión a los cielos. Hasta ayer.
No es la culminación de un trabajo, de una vida deportiva, sino el paso hacia fases más importantes. Si su progresión no se detiene, Luis León Sánchez será un corredor de muchos quilates.
De la Fuente, con maillot
Además de su triunfo, la etapa de ayer tuvo muchas más historias. David de la Fuente se colocó de líder en la montaña gracias a la escapada en la que estuvo junto a Nibali, el propio Luis León Sánchez y Jufré. De ese cuarteto surgiría Luis León para ganar.
Hubo otra fuga peligrosa, que se formó en el segundo puerto del día, con Millar, Voigt, Barredo, Florencio, Scholz y Vaugrenard. David Millar estaba a 47 segundos de Kim Kirchen en la general.
La caza de esos hombres provocó una caída en el kilómetro 55. Damiano Cunego se quedó cortado. Columbia, Caisse d'Epargne y CSC rodaron como poseídos. Entre los veinticinco corredores que iban en ella estaban el resto de los favoritos.
Desde el líder, Kim Kirchen, hasta Evans, pasando por Valverde, Sastre, los hermanos Schleck, Pereiro, Menchov, Freire, Riccó o Cobo. Lampre rehizo el grupo cuando faltaban 66 kilómetros para la llegada.
Volvería a fragmentarse el pelotón a nueve kilómetros de la meta. No parece que esté la gente para muchas alegrías. El final de la carrera sólo tuvo un nombre, el de Luis León Sánchez, que lanzó un ataque demoledor. Se le olvidaron hasta la rotura de sillín y el pinchazo de la contrarreloj.
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