Borrar
Historias de usar y tirar

EL TÚNEL MÁS LARGO Y MALDITO

Existe una montaña horadada entre Cantabria y Burgos. La atraviesan siete siete kilómetros de oscuridad que nunca sirvieron para absolutamente nada. Se le conoce como la La Engaña

GONTZAL LARGO

Sábado, 12 de julio 2008, 03:48

Bellezas olvidadas. ¿Acaso no les parece atractiva la idea de una gran infraestructura abandonada, sin vida, ni gente? Sería algo así como la belleza del vacío, de los juguetes rotos, de aquellas grandes construcciones que, una vez, albergaron sueños y proyectos y el tiempo los ha reducido a la nada, a ser cuatro paredes que nadie se digna a reconstruir o, lo que es peor, derruir por completo. Ejemplos cercanos de ello podría ser el parque de atracciones de Bilbao, antiguo receptáculo de ilusiones infantiles; la central nuclear de Lemóniz, gigante siniestro varado en la costa; negocios que fueron marginados con la construcción de la A-15; pueblos deshabitados en Soria o Palencia; la impresionante estación de Canfranc o el fantasmagórico pueblo de Belchite, condenado a ser una ruina eterna, tras los bombardeos de la Guerra Civil. También existen carreteras perdidas, ahora huérfanas de coches. De camino a Vitoria, por el tramo alavés de la rapidísima N-I, se descubren algunos petachos de la antigua vía, hoy abandonados, sin tráfico, ni arrolladores camiones, ni ciclistas por los arcenes: sólo hierbajos y rayas blancas que se resisten a desaparecer. Uno de ellos se encuentra en la localidad de Eguilaz, a apenas unos centenares de metros del famoso dolmen.

Cavidad infinita. Pero, ¿y si aquello que se encuentra abandonado nunca llegó a ser estrenado y, mucho menos, utilizado? Ésa es la historia, trágica y pesarosa, del túnel de La Engaña, en el corazón de los valles Pasiegos, uno de los conductos que iba a permitir unir el mar Cantábrico con el Mediterráneo. Desde su inauguración en 1959, hasta prácticamente anteayer, La Engaña fue el túnel más largo de España: 6.976 metros de longitud, excavados a través de la sierra de Rozas para comunicar la provincia de Cantabria con la de Burgos. Su construcción arrancó en el año 1942, utilizando presos del bando republicano como mano de obra, sin apenas maquinaria pesada, y se prolongó durante casi dos décadas. Por supuesto, la perforación de la montaña fue un valle de lágrimas: aparatosos accidentes, muertos y numerosos tejemanejes políticos y económicos convirtieron La Engaña en un proyecto faraónico, condenado e imposible. Se inauguró, pero no se finalizó y, mucho menos, pasó jamás un tren por sus siete kilómetros. Con la creación en 2005 del túnel de Somport (8.600 metros) y, más recientemente, el de la sierra de Guadarrama del Ave Madrid-Valladolid (28.400 metros), el túnel de La Engaña perdió el único mérito que había logrado en vida: su gigantismo sin rival.

El túnel, hoy. El lugar, en la actualidad, tiene mucho de fantasmagórico. El complejo de cinco túneles aledaño a la estación -también olvidada, saqueada y graffiteada- de Yera se encuentra en la cabecera del valle del Pisueña, a los pies de la carretera que asciende al vertiginoso puerto de las Estacas de Trueba. El enclave es fácilmente accesible en coche y, una vez aparcado éste, es posible caminar por el sendero que, antaño, debería haber acogido las vías. Tras una breve caminata, que permite atravesar los breves pasajes de Morrito, Morro, Empiñadero y El Mayoral, se desemboca en el acceso a La Engaña, oscuro, poderoso, inmenso e incógnito. El abandono ha pasado factura a esta construcción maldita, produciéndose aparatosos desprendimientos en varios puntos del recorrido. Ello no hace sino confirmar que La Engaña seguirá siendo, por muchos años, eso. un engaño, una broma que nadie quiso reír.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco EL TÚNEL MÁS LARGO Y MALDITO