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Domingo, 10 de agosto 2008, 12:02
Las obras del escultor donostiarra Anton Mendizabal y las melodías del compositor y organista francés Olivier Messiaen se fusionan desde ayer en las Salas Boulevard de Kutxa de San Sebastián en una exposición «para sentir», en la que el público podrá «ver la música y escuchar la escultura». Así lo explicó el propio artista en una rueda de prensa en la que también intervinieron la directora de la Sala Kubo, Marivi Arcaya, el director de la Obra Social Kutxa, Jesús María Alkain, y el ex alumno y conocedor de Messiaen, Loïc Mallié, quien ejerce como profesor de improvisación en el Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene.
El escultor donostiarra señaló que esta exposición, titulada que se celebrará hasta el próximo 14 de septiembre, tiene como máximo «referente» el órgano, instrumento con el que Messiaen desarrolló su carrera.
Explicó que se trata de «jugar» a saltar de un idioma creativo a otro, «de la música a la escultura», para conseguir una «interpretación escultórica» a partir de las creaciones de Messiaen.
Improvisaciones al piano
Al mismo tiempo tendrá lugar el proceso inverso, ya que la obra de Mendizabal también será la fuente de inspiración, en este caso, para el pianista Loïc Mallié, quien junto a otros seis jóvenes talentos de Musikene creará una serie de improvisaciones a partir de los sentimientos que le transmita las piezas del escultor.
El artista precisó que aunque la mezcla de estas dos disciplinas artísticas «no es una novedad», es una actividad que «no se produce en muchas ocasiones». Comentó que el proceso de creación no ha estado exento de dificultades porque «no siempre en una composición musical se ve una escultura».
Marivi Arcaya, por su parte, informó de que con esta exposición se completa el conjunto de actividades que la Quincena Musical donostiarra dedica en esta edición al músico francés con motivo del centenario de su nacimiento. Aseguró también que, además de la exposición de Mendizabal, en la planta baja de las Salas Boulevard se encuentra la obra de Karmele Kruz con la que, a través de un alambre que cuelga del techo, la artista representa el barracón de un campo de concentración en el que estuvo internado como prisionero Messiaen.
En la misma planta se situará el escenario donde todos los martes durante la exposición tendrán lugar las citadas improvisaciones musicales de Mallié. EFE
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