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MARIO GARCÍA
Lunes, 18 de agosto 2008, 03:27
DV. «¿Qué le pasa a este niño?», se preguntan angustiados los padres al comprobar que su pequeño es incapaz de mantener el hilo de la lectura sin errores ni siquiera en el primer párrafo. Donde pone «sapo» lee «paso», donde dice «¡no es para menos!» lo interpreta como «no se para menos». Se salta palabras, confunde letras y las cambia de lugar, vacila antes de pronunciar las sílabas, no puede comprender el texto y, en definitiva, avanza con más retraso que sus compañeros de la gela. Al principio pensaban que el chaval era perezoso, que no se esforzaba lo más mínimo. Pasado el tiempo, cuando comprobaron que los fallos en la lectura eran algo más que una mera falta de atención, llegaron a pensar en algún problema de cierta gravedad; estaban tan asustados que cuando el neurólogo les habló de dislexia para ellos fue como un respiro.
Incapacidad para leer
La dislexia, según les comunicó el especialista, es la incapacidad para leer debida a la dificultad de aprender los símbolos escritos. Se trata de un trastorno que afecta mayoritariamente a los varones -aunque varios estudios concluyen que la alteración es equiparable en ambos sexos- y cuya incidencia es difícil de determinar, si bien las investigaciones señalan que de cada clase de 25 alumnos al menos uno presenta este problema. De todas formas, se trata del trastorno neuropsicológico más frecuente entre niños. Aunque en España no existen datos poblacionales sobre la incidencia de esta alteración, en los países anglosajones, en los que la dislexia es mucho más frecuente, oscila entre un 10% y un 17%.
Un estudio del psicólogo Vicente Oltra, publicado en , señala algunas de las confusiones más frecuentes de los niños disléxicos, que se ejemplifican en la siguiente lectura: Por eso los sapos, desoiden desu letrago invierno y sale el sol que dejando estoy no se para menos, hacerme eso que no pruebo bocaoEs una lectura, según el especialista, en la que se aprecian omisiones, falta de puntuación y uniones y separaciones inadecuadas. Estos fallos se observan al comparar la lectura con el texto correcto, que dice: Por eso, don Sapo despierta de su letargo invernal y sale el sol. ¡Qué delgado estoy! Pero, ¡no es para menos! ¡Hace meses que no pruebo un bocado!
Según subraya este autor, no hay apenas comprensión de lo leído y cuando se le pregunta al niño por el tema de la lectura, se limita a responder: «Algo de un sapo».
Detección precoz
Es muy importante diagnosticar la dislexia lo antes posible para evitar sufrimiento y frustraciones sobreañadidas. La detección precoz permite, además, desplegar un tratamiento efectivo. Según la vicepresidenta y portavoz de la Asociación de Euskadi de Dislexia, Jule Abad Aspiazu, este trastorno interfiere en el aprendizaje de la lectura y la escritura, mientras que el resto de las habilidades no quedan afectadas; por eso, detectarla a edades tempranas permite un pronóstico muy positivo».
Muy al contrario de lo que pueden llegar a pensar los padres de los chavales que presentan este problema, no sólo no son vagos o perezosos, sino que la lectura les supone una enorme dificultad y un elevado sobreesfuerzo, a pesar de los errores que cometen continuamente.
No siempre el diagnóstico es fácil, debido a la naturaleza neurobiológica de esta alteración, pero hay algunas señales que permiten al menos sospechar de su presencia: problemas de pronunciación, dificultad para abrocharse botones o calzarse los zapatos, para entender órdenes sencillas, para memorizar los días de la semana, el alfabeto o rimas infantiles. Según añade Jule Abad, «la detección en los primeros años hace que las dificultades no se asienten; es más sencillo trabajar en las primeras etapas, donde los errores están sin reafirmar, donde los niños aún tienen entusiasmo y no son muy conscientes de sus dificultades».
La reeducación
La enorme importancia que tiene la detección precoz se subrayó en el V Congreso Vasco de Dislexia, celebrado a principios de julio en Bilbao. Otra de las conclusiones, referida al tratamiento, señala que el método más adecuado para enseñar a leer y a escribir a los niños pequeños con dislexia es el analítico, es decir, el tradicional, frente a otras opciones de enseñanza. Según Jule Abad, «no existen trucos ni procedimientos milagrosos»; sólo hay un tratamiento, que es la reeducación, es decir, volver a aprender desde el nivel del éxito del niño, «trabajando la ruta fonológica, que en la mayor parte de los casos está bastante afectada».
Como indica, «a leer se aprende leyendo, pero evidentemente no de cualquier manera». Y para ello se trabaja la exactitud, la velocidad lectora y la comprensión. Pero todo esto hay que hacerlo como si fuera un juego, utilizando metodologías y materiales adecuados a la edad y el interés del niño. A pesar de las dificultades, con el tratamiento y los apoyos, tanto familiares como del especialista y los docentes, generalmente los niños afectados por este trastorno pueden llegar a leer y escribir correctamente. Son numerosos los disléxicos que consiguen superar las dificultades y realizar carreras con brillantez. Es el caso, por ejemplo, de Richard Rogers, premio Pritzker de Arquitectura en 2007. Y entre los genios, siempre se citan los nombres de Albert Einstein, Thomas Edison, Alexander Graham Bell y, cómo no, Leonardo Da Vinci.
mgarcia
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