«Es lo que necesitamos»

«Se están marchando todos los vecinos, al final la casa se va a quedar vacía». Amaia Bontigui, donostiarra de 73, vive con su marido de 78 en la calle 31 de agosto en un quinto piso sin ascensor. Como ella, la mayoría de los vecinos son mayores y han tenido que ir abandonando sus casas ante la imposibilidad de subir y bajar escaleras a diario.

Esta comunidad - número 25- es una de las que solicitó hace tiempo al Ayuntamiento la colocación de un ascensor en el edificio vía expropiación. Desafortunadamente, la instalación del elevador afectaría a un local hostelero. Y es aquí donde se origina la disputa. Mientras ambas partes llegan a un acuerdo, los vecinos han tenido que ir abandonando el edificio. «De seis que éramos solo quedamos tres. La del sexto, una señora mayor, se fue a vivir con su hija; la del cuarto es de Ondarroa, tenía esta casa para pasar el verano pero se cayó y ahora anda mal de la rodilla. Como no puede desplazarse hasta arriba tampoco puede seguir viviendo aquí. Los del tercero y el primero están de acuerdo en que lo pongamos. Los del segundo se trasladaron a la calle Aldamar y cuando pongan el ascensor dicen que volverán. Al final nos vamos a tener que marchar todos», lamenta Amaia.

Curiosamente, su abuela fue propietaria del edificio y el local hostelero era una mercería en la que trabajaba su hermana.

Ahora es un bar pequeño, que podría salir «muy perjudicado», según comenta la abogada del propietario, ya que «el hueco que se necesita para colocar el ascensor afectaría a la zona donde se ubican los baños de este establecimiento».

El 'trozo' en cuestión se traduce en 2,45 m2 y teniendo en cuenta que el local cuenta con 40 m2 en total, podría causar trastornos a su actividad.