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JAVIER SADA
Sábado, 13 de septiembre 2008, 11:48
El domingo 23 de septiembre, a pesar de las penurias que en todos los órdenes pasaba el vecindario, los pueblos de la costa cantábrica se volcaron en los alrededores de la bahía de La Concha con aires de fiesta para presenciar el Segundo Campeonato de España de Traineras.
Atrás quedaba el recuerdo del primero, celebrado el año anterior en Portugalete resultando ganadora la tripulación de Pedreña seguida de las de Orio y Kaiku.
El día soleado animaba al buen ambiente y todo parecía ir sobre ruedas porque como se decía en EL DIARIO VASCO el martes día 25: «Parece como si las circunstancias que han rodeado a la espectacular pugna del mar hubiera sido preparada con cuidado por mano maestra para que en ella se pusiera de manifiesto la valía de cada representación».
La valía a demostrar era la de cuatro tripulaciones: las de San Sebastián, representada por y las de Fuenterrabia, Pedreña y Sestao, aunque flotaba en el ambiente la protesta manifestada por la participación de los donostiarras al no haberlo hecho Pasajes de Pedro, que era a la que correspondía hacerlo.
Lectura del Reglamento, distintas interpretaciones, y follón en Portaletas con opiniones para todos los gustos... En el caso de participar, ¿San Sebastián debía entrar en el sorteo de balizas?... ¿debía ser postergada a la más incómoda?...
Los jueces proponían e incluso decidían pero los remeros, que eran los protagonistas, decían la última palabra y la última palabra fue dejar de remar: Pedreña y Kaiku dijeron «no» y pararon sus remos. «Veintiocho hombres remaron en el mar como hombres» dijeron los cronistas... pero los otros veintiocho estaban enfadados. Con su huelga de remos caídos quisieron obligar a ceder a la Delegación pero el Presidente de la Delegación Nacional de Deportes, Hildebrand, no claudicó y publicó una nota diciendo que «ante la improcedente conducta de dos tripulaciones... al no querer aceptar las balizas que les había correspondido por sorteo... quedan descalificadas».
Los héroes fueron Eustaquio Irarola , patrón de y Bernardo Elduayen, patrón de Fuenterrabia, que junto a sus remeros fueron recibidos en Kai Arriba con músicas y gritos de alegría.
En los despachos quedaba el remate a la brillante jornada cuando la citada nota oficial terminaba diciendo que «Es lamentable que en una competición tan importante... la ligereza de algunos participantes haya causado tantas molestias al público y a la organización... por lo que serán debidamente sancionados».
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