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M. PÉREZ
Lunes, 22 de septiembre 2008, 04:08
DV. El consejero de Interior, Javier Balza, llegó a mediodía de ayer al hospital de Galdakao para visitar al único de los seis ertzainas que quedó ingresado debido a las lesiones causadas por la explosión del coche bomba en Ondarroa. En su camino se encontró con una mujer curtida por la violencia extrema. Tres veces golpeada por ETA. «Así no se puede vivir. Hay que solucionar esto», le reclamó en euskera. «En eso estamos», respondió Balza.
La mujer es la esposa del policía vasco que resultó peor parado en el atentado -cuyo saldo se eleva a once heridos, nueve de ellos leves-, junto con una joven de 15 años que fue intervenida quirúrgicamente en el hospital de Cruces tras sufrir una fractura craneal. Su pronóstico es menos grave. En el caso del agente, el parte médico indica que sufrió una fractura en la mano derecha, la rotura de un tímpano y diversas contusiones ocasionadas por metralla. Lo que no señala es que el ertzaina fue ayer objeto de su tercer atentado radical. Hace unos diez años, su vehículo particular quedó reducido a cenizas después de que un grupo de desconocidos lo incendiara. En noviembre de 2007, la kale borroka se sirvió del comercio de su esposa para enviar a los ertzainas la advertencia de que no olvidasen que ETA continuaba situándoles como objetivo. Varios individuos hicieron explotar un artefacto casero junto al establecimiento de la mujer, lo que provocó el incendio de algunas de las máquinas expendedoras de alimentos de su interior. La gestora municipal y el sindicato Erne condenaron los hechos, que, según la central mayoritaria en la Policía vasca, no se limitaron únicamente a provocar destrozos, sino a sembrar «el terror» entre los allegados de los agentes.
De ahí, que la esposa del policía herido le reclamara ayer a Balza una solución. «Así no se puede vivir», sentenció, visiblemente emocionada. «Es una tensión muy dura», repetía, mientras indicaba que su marido «está hecho polvo», aunque ambos agradecidos porque «ha vuelto a nacer». De hecho, el atentado había sido diseñado para causar una masacre, según destacó el propio Balza. Respecto al estado de la joven de 15 años, herida por el impacto de un trozo de metralla en la cabeza, el parte médico facilitado en la tarde de ayer por el centro hospitalario de Cruces informó que sufrió una fractura craneo-encefálica y parietal, por lo que necesitó ser intervenida «para revisar y reparar dicha lesión». Tras la operación, la muchacha quedó ingresada en la Unidad de Reanimación del hospital en estado «menos grave».
Salvados por el instinto
La contabilidad de los heridos resultó ayer compleja, entre otros motivos, por la levedad de las lesiones de la mayoría de los afectados, la confusión reinante en los momentos posteriores a la explosión y la parquedad de información oficial. El Departamento vasco de Interior precisó que seis de las víctimas fueron ertzainas, mientras que otros cuatro podrían tratarse de los cuatro ocupantes del coche que circulaba detrás del utilizado por los terroristas. Estas personas pudieron salvar la vida gracias al instinto: apenas percatarse de los movimientos de los etarras, el conductor decidió dar marcha atrás, lo que evitó probablemente que la onda expansiva les alcanzara de lleno. Tras su traslado a los hospitales de Galdakao y Cruces, los nueve damnificados, que sufrieron, sobre todo, lesiones en los tímpanos, fueron dados de alta y pudieron regresar a sus casas.
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