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OIER FANO
Domingo, 28 de septiembre 2008, 05:39
DV. Tiene razón Juamna Lillo cuando asegura que es la precisión la que hace buenos o malos determinados sistemas o formas de juego. Y ayer fue la prueba del algodón que corrobora la tesis del tolosarra, porque la Real jugó un fútbol colosal durante los primeros veinticinco minutos.
Tiralíneas, desmarques fáciles y rápidos, la transición defensa ataque se hacía a gran velocidad. El gol en el primer instante pronto trajo a la memoria el partido contra el Murcia. Tranquilidad. El marcador a favor. Buen síntoma.
Llegaban oleadas a la portería babazorra que una gran pareja de pivotes como la conformada por Garitano y Astudillo no podían parar. Se sucedieron las ocasiones, y el Zubin Mehta o Frank Lampard de esta Real, según prefieran, a punto estuvo de sentenciar el partido. Un cabezazo suyo pegó en la cruceta. Pero no entró.
Las incorporaciones del director de orquesta de la Real recuerdan al pivote del Chelsea, salvando las distancias, aunque ahora mismo ambos futbolistas tienen roles diferentes.
Con una zancada made in escuela de atletismo, ya que el beasaindarra apuntaba maneras en el medio fondo, llega a puerta como el medio centro de los blues. No tiene a su lado al gran Essien, a Makelele, a Thiago, a todos esos pivotes que han ejercido de escuderos del inglés y que le permiten incorporarse en segunda oleada al ataque y marcar con asiduidad, pero será cuestión de tiempo que Gorka acabe explotando en la faceta goleadora. Sus cualidades ya las conocen en la secretaría técnica de Anfield Road.
Plomos fundidos
Todo marchaba hasta ese lance. Nadie se acordaba de la táctica, de la estrategia, de nada. Pero aquella jugada fue un todo o nada. Del todo que habría significado con probabilidad un gol del beasaindarra y la continuación de una exhibición futbolística, al imperio de la nada, el desconcierto, y los despistes. Nada más aterrizar de su remate, Elustondo se lesionó. Aguantó como pudo unos minutos pero pidió el cambio. Salió Rivas, cuyas virtudes no le permiten llevar la batuta de la Real, y al conjunto txuri urdin se le apagó la luz. Se le fundieron los plomos.
La Real adoleció de desorden. Los huecos que se crearon entre la zona de pivotes y la defensa eran enormes, y al Alavés le bastó bregar en la medular y, con tres toques, plantarse delante de Bravo. La imprecisión hizo malo el sistema.
Un error de Carlos Martínez, con tropiezo incluido, habilitó a Guerra, que no pareció conocer a Claudio Bravo. Le intentó superar en el uno contra uno. Incluso superándole, la postura de Bravo le habría dejado sin ángulo. No se atrevió a tirar y lo pagó. El chileno en estas lides es el número uno.
Un posterior error, en las postrimerías de la primera mitad y en la zona de pivotes, tras saque de banda, supuso el gol del Alavés. Empate y caos.
Garitano, combativo
Garitano y Astudillo se hicieron con el centro y no sufrieron desde entonces más de lo previsto. El de Derio abarcó campo, nadie le superó por arriba, se permitió el lujo de dejar un par de gestos técnicos de calidad, taconazo incluido, y no dudó en calentar alguna tibia, pese a que las piernas que tenía frente a sí le eran conocidas.
El fútbol de los de Lillo no mejoró según avanzaba el encuentro, y Rivas falló con el pie. Es impreciso en el reparto de balones, lleva tiempo sin jugar, y suya no puede ser la responsabilidad de crear ocasiones, abrir el campo o buscar resquicios o caídas a banda de los delanteros. No se le puede exigir eso, de la misma forma que no exigiríamos a Sergio el trabajo sucio de robar balones o cubrir las espaldas de un centrocampista ofensivo que en su día tan bien supo hacer el manchego.
En un despiste más suyo, un jugador del Alavés le birló la pelota por su falta de velocidad, de clarividencia para ver lo que va a ocurrir un segundo antes que el resto, y en tres toques de nuevo se plantaron delante de Bravo. Acabó despejando a córner un inseguro Carlos Martínez. La Real tuvo sus ocasiones, también el Alavés de un gran Toni Moral -su zurda es de Primera-, pero sin Elustondo no hubo ni orden ni concierto.
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