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Pieza descargada el sábado en Hondarribia. /DE LA HERA
Los últimos titanes del mar
AL DÍA

Los últimos titanes del mar

Los enormes atunes pescados en la costa vasca representan el canto del cisne de una especie al borde de la extinción.

JUANMA VELASCO

Miércoles, 22 de octubre 2008, 13:15

DV. La espectacularidad de la subasta de un enorme atún rojo de 240 kilos en una lonja de Hondarribia, lo exorbitado del precio que puede llegar a costar en el mercado, los halagos que recibe su sabrosa carne convertida en sushi... Estas afirmaciones en tono cuasi festivo no pueden ocultar la cruda realidad que vive hoy en día esta especie de túnidos: «El atún rojo se encuentra en peligro de extinción».

La afirmación no parte precisamente de ningún portavoz de un colectivo ecologista, que lo corroborarían. Lo constata Jaime Tejedor, ex presidente de las Cofradías de Pescadores de Gipuzkoa. La sobrepesca que en los últimos años llevan a cabo «buques industriales de cerco» en el Mediterráneo -que se sirven de avionetas para localizar los bancos- y la proliferación de «granjas de engorde» han llevado a la especie al borde del colapso y de que se cierre totalmente su pesquería.

En este caso, pagan justos por pecadores. «El mal viene del sur, del Mediterráneo, de italianos y franceses. Allí, los japoneses tienen su bicoca con las granjas de engorde y al atún rojo le están haciendo el haraquiri», añade Tejedor, que recuerda el modo «artesanal» de la captura del atún rojo que lleva a cabo la flota vasca.

Tras más de 3.000 años de pesca de atún -incluso Homero y Aristóteles escribieron sobre su pesca y su migración- los ecologistas aseguran que «han bastado diez años de desarrollo descontrolado de la pesca al cerco y de engorde de atún en granjas para poner esta especie en peligro». En poco tiempo, se ha esquilmado dos tercios de la población reproductora.

La del atún atlántico es una pesquería que ya está sometida «a un plan de recuperación», con cuotas límite para cada país y épocas de veda, que a todas luces «no funciona». Tejedor pone un ejemplo claro. «Que hoy en día se venda más barato que cuando no existía ese plan de recuperación quiere decir que alguien está pescando lo que tú no pescas», afirma en relación a las capturas de buques de cerco.

Pero no todo está perdido. Buena parte del futuro de la especie se decide en la reunión que la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) celebrará en noviembre en Marruecos. «Nosotros estamos dispuestos a que se regule, a que se cumpla a rajatabla las cuotas y a quien ha pescado más de lo debido le cierren la pesquería», afirma Tejedor.

Situación crítica

Sergi Tudela, biólogo de WWF Adena que actualmente realiza un estudio de las pautas migratorias del atún rojo, reconoce que el cimarrón vive uno de los momentos «más críticos» en la historia. «El informe del comité científico del ICCAT que se presentará en noviembre desvela que la población reproductora está desapareciendo prácticamente. Se estima que queda sólo el 36% de los individuos adultos reproductores (a partir de tres años de vida) que había hace 30 años», advierte.

La población de atunes rojos del Mediterráneo y del Atlántico es la misma. «Se reproducen en el Mediterráneo y salen al Atlántico en busca de comida. Algunos llegan hasta el Golfo de Vizcaya -como los pescados estos días-. En el pasado, los ejemplares grandes llegaban hasta la costa de Noruega. De hecho, en los años 50, era la zona de pesca más importante de atún rojo. Eso ya ha pasado a la historia».

Tudela asegura que «la pesquería y la caza despiadada en el Mediterráneo está fuera de control». Por ello, los científicos solicitan que se cierre la pesquería durante la época de reproducción -los meses de mayo, junio y julio- y que la actual cuota global de 29.000 toneladas se quede en la mitad.

Piezas de 700 kilos

El atún rojo es la especie de mayor tamaño entre los túnidos. Si consigue escapar de las redes y cañas, puede llegar a los 30 años de edad y superar los 700 kilos de peso. «!Más que un caballo¡». Un ejemplar de 325 kilos, como el desembarcado este fin de semana en San Juan de luz, puede tener una edad de 10-15 años.

Es un pez rápido, con una capacidad de aceleración «que supera a un Porsche» y que le permite alcanzar los 100 km/h en segundos cuando se siente amenazado. No obstante, no se trata de un velocista. Lo suyo es el largo recorrido. El atún atlántico realiza auténticas travesías trasatlánticas en busca de presas. Eso sí, cada año regresan a sus territorios de origen para desovar.

jmvelasco

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