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XABIER GALARTZA
Domingo, 2 de noviembre 2008, 03:31
DV. Repetir lo vivido el año pasado en Dinamarca, o lo que es lo mismo, crecerse ante las adversidades. Ésta es la misión que deberá acometer dentro de siete días el Akaba en Rusia, después de haber cedido de nuevo por la mínima diferencia esta vez ante el bien armado Rostov-Don, si quiere continuar el periplo recientemente iniciado en la Copa EHF. Sanromán, una de sus máximas artilleras con ocho goles, malogró un penalti con el crono a cero.
El combinado ruso constató las referencias que se tenían sobre él, en virtud, sobre todo, de la rica y variada capacidad ofensiva que demostró disponer en Bidebieta, además de proporcionar acciones espectaculares en sus transformaciones, de la mano de la artillera Adzhiderskaya. Aunque no es menos cierto también que contó con una insospechada colaboración de las locales, fruto de las múltiples pérdidas de balón cometidas. Fue un síntoma que acompañó Al Akaba, muy a su pesar, durante gran parte del partido, al llegar acumular un total de 26.
Para el primer cuarto de hora ya contabilizaba nueve. Esta claro que esta es la principal rémora que deberá corregir de cara al partido de vuelta. El intenso ritmo bajo el que discurrió la contienda resulta insuficiente para poder disculpar este índice de errores. El Rostov-Don se asentó rápidamente a la pista y no tuvo ningún reparo en coger y mantener el control del partido hasta el final. Tuvo no sólo la fortuna, sino también la habilidad de conservar en todo momento la iniciativa en el marcador.
Para el primer cuarto de hora Reyes Karrere se vio forzada a solicitar un tempranero tiempo muerto, a fin de reconducir la situación (7-10). El Akaba tenía muchos problemas para salvar la gigantesca defensa rusa.
La baza que les valió para evitar el definitivo despegue del Rostov fueron los aciertos y la racha de inspiración que tuvo la extremo diestra Matxalen Ziarsolo. El equipo se fue al descanso con mejores sensaciones, pese a conservar la desventaja (17-20).
A poco de iniciarse la segunda mitad se tuvo que lamentar la lesión de Lacrabere, al torcerse un tobillo, tras ser obstaculizada cuando trataba de convertir un contragolpe. De inmediato, el Rostov estableció el 21-25, que iba a ser su mayor renta en el partido. De nuevo era Adzhiderskaya la que que con su letal lanzamiento más castigaba la portería local, junto con la extremo Uskova.
La falta de claridad de ideas se hacía cada vez más patente a medida que discurrían los minutos. El Akaba pudo sobrevivir a la situación al forzar repetidas penas máximas y a las individualidades de Sanromán. Sacó una alta rentabilidad de la docena de penaltis que le decretaron al transformar todos salvo los dos últimos.
Tan solo a falta de dos minutos para la conclusión lograron las donostiarras igualar el partido, a 30. Incluso el Akaba tuvo oportunidad de viajar a Rusia con el empate de no haber marrado Sanromán la pena máxima de que disfrutó con el cronómetro a cero. El miércoles visitará León.
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