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A. SURIO
Martes, 11 de noviembre 2008, 08:25
DV. Eusko Alkartasuna concurrirá en solitario a las próximas elecciones autonómicas. La Ejecutiva Nacional de EA, reunida ayer en Vitoria, acordó al final la decisión, aunque el asunto estaba fuera del orden del día, a propuesta de su presidente, Unai Ziarreta, una vez apreciada la voluntad mayoritaria en la Asamblea Nacional en contra de la propuesta. Es previsible que el candidato a lehendakari sea el mismo Ziarreta, que a última hora de la tarde comunicó la decisión al presidente del PNV, Iñigo Urkullu, con quien quedó en reunirse próximamente.
Las bases de Eusko Alkartasuna se han mostrado contrarias a la posibilidad de un pacto electoral y la actual dirección de EA ha decidido no dar una batalla contra esta demanda que se registra en una parte importante de los cuadros y afiliados del partido. Tanto Ziarreta, como el secretario general de EA, Joseba Azkarraga, han querido explorar las posibilidades de una coalición electoral a partir de vaticinar que este partido puede tener escaso margen de maniobra en solitario frente a la polarización entre Juan José Ibarretxe y Patxi López. Si la decisión hubiera sido favorable a abrir la puerta a la coalición, habría sido necesario el refrendo de una asamblea nacional en los próximos días, un requisito que podría no ser imprescindible en el actual supuesto. El congreso celebrado por EA en enero del año pasado acordó presentarse en solitario salvo en situaciones de excepcionalidad.
Errores del pasado
Los defensores de la alianza en el seno de la Ejecutiva Nacional no han decidido forzar el debate al máximo desde el convencimiento de que había que evitar errores del pasado, en una referencia a la minoría en la que se quedó Begoña Errazti al frente del partido en la discusión anterior a las elecciones municipales y forales, en las que abogó sin éxito por articular una entente electoral con los jeltzales. A Errazti le faltó un voto en la Ejecutiva para sacar adelante la propuesta, lo que precipitó una crisis de liderazgo interno y su ausencia de mayoría en la asamblea.
En el desencuentro entre ambos partidos han confluido factores ideológicos y la complejidad de una negociación del reparto de poder. EA ha pretendido mantener una cuota de presencia similar a la de las últimas autonómicas -siete escaños y tres consejeros- mientras el PNV insiste en que esta participación está «sobrerepresentada» y que haría falta una renegociación realista de cara al futuro basada en una relación de fuerzas diferente.
El grueso del desacuerdo tiene también una envergadura ideológica. EA observa en los últimos movimiento del PNV una deriva confusa y un regreso a la histórica ambigüedad que en lugar de afianzar su modelo soberanista, introduce una considerable falta de claridad y alienta los mensajes autonomistas de la época de Josu Jon Imaz. EA tiene una concepción distinta de la estrategia, propone la «acumulación de fuerzas» primero entre nacionalistas y considera que los pactos transversales suponen en la práctica conceder el «derecho de veto» al PSOE.
De hecho, la propuesta de un nuevo «concierto político» con el Estado por parte del presidente del PNV no sólo ha suscitado un notable malestar en el seno de la línea mayoritaria de EA sino que también ha desconcertado al llamado sector guipuzcoano liderado por Iñaki Galdos, proclive de forma tradicional al entendimiento del nacionalismo institucional. La propuesta del presidente del BBB, Andoni Ortuzar, para que la entente entre ambos partidos sea «estratégica y permanente» también ha sido duramente contestada por la actual Ejecutiva Nacional, en la medida en la que reabre un debate ya zanjado.
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