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ANDREA GARCÍA
Viernes, 14 de noviembre 2008, 03:04
Naciones Unidas estableció en su último informe que Afganistán es el país donde los niños corren el mayor riesgo, y se exponen a la muerte o la mutilación. Un panorama desolador para los casi catorce millones de menores de 18 años que viven en ese país asiático. Además, si se trata de niñas el calvario es mayor. Un ejemplo de la dramática situación que viven se ha producido esta semana en la región de Kandahar. Trece niñas y dos profesoras fueron atacadas el miércoles con ácido de batería de automóvil por dos jóvenes, al parecer milicianos talibanes, dejando ciegas a dos escolares y sufriendo heridas muy graves seis de las víctimas.
Mohammad Dawood Farhad, uno de los doctores que atendió a las pequeñas, declaró a la BBC que en el momento de la agresión las niñas tenían puestas burkas - prendas que cubren todo el cuerpo, incluida la cara, sin la cual las mujeres tienen terminantemente prohibido salir a la calle en la mayor parte de Afganistán- lo que les ofreció alguna protección.
Una de las niñas relató a que «estábamos cerca de las ocho de la mañana de camino al colegio cuando dos motoristas se detuvieron junto a nosotras, y uno de ellos le lanzó con una pistola de juguete ácido a mi hermana a la cara. No sé por qué lo hicieron». La pequeña agregó que «traté de ayudarla, pero luego me echaron gran cantidad de ácido a mi. Empezamos a gritar y la gente vino a ver qué pasaba. Luego los dos hombre escaparon».
Ambas hermanas, de 16 y 18 años, resultaron heridas, especialmente la mayor, que se encuentra en estado grave, con quemaduras de ácido en la cara y en el cuello. Algunos medios señalaron que los atacantes levantaron los velos a algunas de las jóvenes y les rociaron sus rostros con ácido. Según informa , Lafeta explico que la hermana mayor, Shamsia, estaba en shock, «temblando y con dolor extremo», por lo que no fue capaz de describir el espeluznante suceso.
La intransigencia talibán
A pesar de la traumática experiencia vivida, Lafeta dijo que «Kandahar no es seguro. Pero no podemos quedarnos en casa, queremos una educación. Necesitamos ayuda del Gobierno», agregó. Sin embargo, la escuela de Mirwais Nika Girls High School de Kandahar, a la que asisten las niñas, se encontraba ayer vacía por el miedo a nuevos ataques. Esto se debe a que entre 1996 y 2001, mientras duró el mandato de los talibanes, las mujeres tuvieron prohibido asistir a la escuela, al considerarlo los extremistas innecesario y contrario al Corán. El movimiento, que cuenta con muchos seguidores en el sur y en otras partes del país, también les prohibía a las mujeres trabajar y, en muchas ocasiones, hasta salir de sus casas.
El Gobierno afgano, por su parte, condenó ayer el ataque perpetrado por «los enemigos del país», pero negó que este acto vaya a provocar que seis millones de chicas «dejen de acudir a las escuelas». El Ejecutivo hizo público un comunicado en el que señala que «ese acto emprendido por los enemigos del pueblo, los que pisotean los valores islámicos del Estado afgano, puso al desnudo la esencia de quienes se autodenominan luchadores por la religión islámica. «El crimen cometido no amedrentará a las niñas afganas a aspirar a la educación. El pueblo afgano sabe que el estudio es uno de los postulados del islamismo».
«Actos así cobardes demuestran cuán deshonorables son los insurgentes. Nadie puede decir que combaten por el pueblo después de que atacan deliberadamente a mujeres y niños. No son sólo cobardes, sino también mentirosos», declaró el comandante de la misión ISAF en Afganistán, David McKiernan.
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