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P. DE LAS HERAS
Miércoles, 26 de noviembre 2008, 02:51
José Luis Rodríguez Zapatero reclamó ayer a los obispos respeto hacia quienes quieren recuperar a familiares víctimas del franquismo o la Guerra Civil. El presidente del Gobierno trató de buscar un equilibrio entre la defensa del olvido, en la que él mismo se embarcó la semana pasada, y el deseo de muchos españoles de conocer dónde está enterrada su familia y darle sepultura donde consideren conveniente. Y comparó este deseo con el reconocimiento dado por la Iglesia a aquéllos que, según su interpretación, murieron en aquellos años por defender su fe.
«Estoy de acuerdo con el cardenal Rouco en que la reconciliación de la Transición es un gran valor a preservar -convino- pero le pediría una reflexión: si todos los ciudadanos de todos los colores han respetado que la Iglesia católica haya hecho canonizaciones de mártires, todos nosotros debemos respetar que familiares de víctimas puedan satisfacer su voluntad de saber dónde están sus seres queridos».
El jefe del Ejecutivo evocó así, en realidad no la canonización, sino la beatificación hace apenas un año de casi 500 religiosos asesinados en los prolegómenos de la Guerra Civil y durante su transcurso. A la ceremonia, celebrada en la plaza de San Pedro, en Roma, acudió como representante del Gobierno central el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, católico practicante. «Parece lógico por un principio equitativo, de sentido común y sentimiento hacia nuestros compatriotas que respetemos, comprendamos y apoyemos ahora -reiteró-a quienes quieren recuperar a sus familiares».
Hace apenas una semana, Zapatero se declaró partidario de que el olvido de Franco y su dictadura vaya ganando terreno en la sociedad sin necesidad de más impulso administrativo. Pero entonces, el presidente del Gobierno -que en la pasada legislatura puso todo su empeño personal en la aprobación de la Ley de Memoria Histórica- se refería a una cuestión de símbolos: la retirada de nombres de calles dedicados a protagonistas del alzamiento contra la República. Esto, a su entender, es otra cosa. «El espíritu profundo de la reconciliación -defendió- es respetar que aquel drama sea asumido por cada uno con derecho a restituir su sufrimiento».
También el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, quiso responder al cardenal Rouco, y recordó que el PSOE es asimismo partidario de cerrar esta etapa histórica porque todavía es una «herida abierta», pero pidió que se haga no sólo desde el olvido, como reclamó el prelado, sino «desde el recuerdo y la dignidad» hacia los familiares de las víctimas.
Propuesta rechazada
Los socialistas, además, volvieron a dar otra muestra de no tener la menor intención de colocar el franquismo y la dictadura en el primer plano del debate, y ayer unieron sus votos a los del PP para que el Congreso rechazase tomar en consideración una proposición de ERC que pretendía reformar la Ley de Memoria Histórica que la Cámara aprobó hace un año. ERC aspiraba a derogar la Ley de Amnistía de 1977, anular las sentencias de los consejos de guerra y tribunales de excepción, la concesión de indemnizaciones a miembros de organizaciones armadas antifranquistas, o la declaración de legitimidad constitucional de los gobiernos de la Segunda República, entre otros añadidos.
Por su parte, el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional se reunirá hoy con un único asunto encima de la mesa: decidir qué hacer con la investigación de Garzón sobre el franquismo y las fosas comunes, una vez que el propio instructor se inhibió la pasada semana y dejó el caso en manos de los juzgados ordinarios provinciales tras comprobar que los principales responsables de la represión, incluido Francisco Franco, están muertos.
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