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La actividad física y la exposición a la luz del sol ayudan a combatir las consecuencias de la menopausia /AP
Menopausia, con o sin hormonas
SALUD, TERAPIA HORMONAL EN LA POSTMENOPAUSIA

Menopausia, con o sin hormonas

Tras años de «autorrestricción» en la prescripción por riesgos descritos, los ginecólogos reivindican la validez de la terapia hormonal en dosis mínimas

JUANMA VELASCO

Domingo, 7 de diciembre 2008, 12:36

DV. La prescripción del Tratamiento Hormonal Sustitutivo (THS) a mujeres en edad postmenopaúsica dio un vuelco en julio de 2002. Ese mes se publicaron las conclusiones del estudio Women's Health Initiative (WHI), en el que se alertaba de los riesgos para la salud que tenía el tratamiento. Marcó un antes y un después. Los ginecólogos pasaron de, en algunos casos, recetar tratamientos hormonales «en exceso y sin justificación», a realizar una prescripción «restrictiva» del medicamento porque se pensaba que «la terapia era peligrosa». Se fue «de un extremo a otro».

Desde entonces, la prescripción de este tipo de medicamentos hormonales cayó en picado. De 2001 a 2007, en el País Vasco se pasó de dispensar en las farmacias 564.402 envases de terapia hormonal sustitutiva a 196.631, según los datos de Osakidetza. La tendencia de este año (142.331 envases hasta septiembre) sigue a la baja.

Pasados seis años desde el estudio WHI, los ginecólogos han «acumulado información adicional» y han realizado una relectura de los datos de aquel informe que provocó «una conducta restrictiva» y que, a la postre, también ha tenido «consecuencias negativas» en las pacientes «a las que ha privado de los beneficios que la terapia pudiera aportarles y que mejorarían su calidad de vida».

En la actualidad, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) ofrece «el respaldo institucional» a los profesionales que indiquen estos tratamientos porque, según sus conclusiones, «el balance entre los beneficios y riesgos de la TH es claramente favorable al uso de los tratamientos en los primeros años de la postmenopausia (50-59) para las mujeres con síntomas importantes». Eso sí, en la SEGO apuestan por la «dosis mínima eficaz, el mínimo tiempo necesario». Nada de excesos.

La terapia hormonal se comenzó a recetar «en los ochenta» para combatir los síntomas vasomotores (sofocos, sudoración nocturna) y sus posibles consecuencias (disminución de la calidad del sueño, irritabilidad y disminución de la calidad de vida) en mujeres en edades postmenopáusicas. Con la retirada de la menstruación, el ovario deja de producir estrógenos en la mujer y provoca los síntomas descritos.

«En la terapia hormonal se pueden utilizar dos sustancias. O bien tratamiento exclusivo con estrógenos, en los casos en los que la mujer no conserva el útero, o bien terapia combinada de estrógenos con progestágenos, cuando la mujer mantiene el útero», explica Juan Larraz, ex jefe de Ginecología del Hospital Donostia.

Según señala el ginecólogo, los años de «mayor generalización» de la TH fueron la década de los noventa. En esos años, hubo profesionales que llegaron a «prescribirlo en exceso, muchísimas veces sin indicación médica ninguna, a mujeres que no tenían sintomatología». En esa práctica, «pudo tener influencia la sobrepromoción que hacían los laboratorios farmacéuticos», admite Larraz.

Y llegó julio de 2002. En Estados Unidos se publicó el estudio WHI en el que se alertaba de los riesgos que tenía el tratamiento hormonal de los síntomas de la menopausia, tras examinar a 17.000 mujeres postmenopáusicas. En concreto, el informe relacionaba la terapia hormonal prolongada con el aumento de cáncer de mama y enfermedades coronarias, entre otros riesgos. Tras divulgarse el estudio, saltaron todas las alarmas. «Se demonizó el tratamiento». Médicos, farmacéuticos y la sociedad en general comenzaron a ver con recelo la terapia, escenario que se ha mantenido hasta nuestros días.

Limitaciones del estudio

Pasados los años, las sociedades científicas han ido acumulando «información adicional», que ha permitido una «aproximación más exhaustiva» para conocer los «riesgos y beneficios» de la terapia.

Recientemente, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) ha hecho suyo el último informe de la Sociedad Norteamericana de Menopausia publicado en julio de este año y refrendado «por numerosas sociedades científicas internacionales».

En este informe destacan que el estudio WHI de 2002 tenía «serias limitaciones». Por un lado, critican que los datos del WHI se lograron tras someter a las mujeres examinadas a un único tipo y dosis de tratamiento «cuando hay muchas posibilidades distintas». Además, destacan que se administró a mujeres de entre 50 y 79 años (una media de 64) y sin síntomas, «cuando el tratamiento está precisamente indicado para tratar a los síntomas de la menopausia en mujeres más jóvenes», entre 50 y 59 años. «Fue un error extrapolar esos resultados», afirma Larraz.

Respecto a los riesgos que el WHI alertaba, la SEGO afirma que «la evidencia actual indica que no hay aumento del riesgo de cáncer de mama en tratamiento solo con estrógenos. En los casos de terapia combinada, hay un discreto aumento de riesgo de cáncer de mama a partir del quinto año de uso». El WHI habla de siete casos adicionales de cáncer de mama por cada 10.000 mujeres al año, lo que se considera «riesgo raro», según Larraz. La SEGO reconoce otros riesgos, como que la TH a partir de los 60 años puede aumentar de forma transitoria los accidentes tromboembólicos y cardiovasculares.

Vistos los beneficios y riesgos, aseguran que el tratamiento hormonal «continúa siendo el más eficaz para eliminar los síntomas vasomotores y urogenitales como consecuencia de la deficiencia de estrógenos» en los primeros años de la postmenopausia.

Además, entre otros aspectos, aseguran que es la terapia más eficaz «para tratar la atrofia vaginal severa (sequedad y dolor al coito)» y puede reducir las fracturas relacionadas con la osteoporosis, si se utiliza «cuando los otros tratamientos no dan resultado».

En la actualidad, la Agencia Española del Medicamento recomienda no prolongar la terapia hormonal más allá de 3 años porque «los riesgos de la TH aumentan con la duración del tratamiento y con la edad».

jmvelasco

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