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ISABEL URRUTIA
Sábado, 3 de enero 2009, 04:32
De jovencito ya destacaba como un brillante jugador de ajedrez; y ciertamente, de Rafael Aguirre siempre asombra su lucidez para ver todas las piezas en movimiento. Le basta un golpe de vista para hacerse una composición de lugar. Eso sí, después, nunca se precipita. Sopesa y madura cada opción. Con muchísimo rigor, sin ideas preconcebidas. Lo suyo es abrir camino, avanzar y descubrir nuevos horizontes... Por eso vive enfrascado en el análisis del pasado. Y no es una paradoja: «No lo investigo por un afán nostálgico o arcaizante, lo hago porque me interesa el presente y el futuro», aclara Rafael Aguirre.
Ésa es la actitud intelectual y vital de este teólogo bilbaíno, maestro de biblistas y pionero en España del estudio de los orígenes del cristianismo con una perspectiva multidisciplinar. La Historia, Antropología, Filología, Sociología, Arqueología... le proporcionan toda una batería de claves para descifrar las Sagradas Escrituras. Un trabajo arduo. Pero él no ceja en su empeño. Es profesor emérito en la Universidad de Deusto y acaba de recibir un homenaje en forma de libro titulado (editorial Verbo Divino).
- Jubilado pero siempre activo.
- Pues sí. En el mundo académico no hay ningún corte. Continúas trabajando, y para algunas cosas tienes más conocimiento y madurez.
-¿ Cuál es su gran reto ahora?
- Uno de ellos es el diálogo con todos aquellos que estudian la Biblia por un interés puramente histórico y literario, al margen de la Teología. Son investigaciones importantes y nosotros, como teólogos, no deberíamos quedarnos al margen.
- ¿Ya son bien recibidos en esos ambientes de investigación no confesionales?
- Bueno, a veces, en España percibo una agresividad importante contra todo lo teológico. Los hay que llegan a decir que los creyentes estamos descalificados para hacer un estudio riguroso de los orígenes del cristianismo. Piensan que la fe es un lastre que impide la auténtica investigación científica.
- ¿Y usted con qué argumentos se defiende?
- Me rebelo contra esa opinión. Se puede ser creyente, además de riguroso al cien por cien. En mi trabajo intelectual, la fe siempre ha sido un estímulo y no un obstáculo. Aunque, claro, tomarse en serio estos estudios críticos hace inviable una visión ingenua; te obliga a madurar la fe y, al mismo tiempo, te abre nuevas posibilidades. Te hace avanzar.
- Es un trabajo fronterizo.
- Exacto. Todas estas investigaciones sitúan a la fe al mismo nivel de la cultura contemporánea. Es una labor fronteriza y fascinante.
Distintas tendencias
- Por cierto, Ratzinger se muestra un tanto receloso ante algunos estudios bíblicos...
- Al Papa le inquieta que buena parte de la exégesis católica actual se centre en las investigaciones históricas y literarias, sin explicitar la dimensión teológica. Le preocupa que sean poco teológicas. En el último sínodo de los obispos, volvió a insistir en ese punto.
- ¿Le parece una inquietud con fundamento?
- Yo también pienso que los textos deben estar abiertos a una interpretación teológica cuando los estudia un creyente. Ahora bien, hay otra cuestión que me preocupa...
- ¿Cuál?
- Llevamos un tiempo asistiendo al auge de interpretaciones puramente espirituales, desvinculadas del sentido literal e histórico. ¡Y esto lleva al subjetivismo o a la arbitrariedad! Es una tendencia que ha surgido, precisamente, como reacción al estudio histórico, antropológico y, en definitiva, científico de la Biblia.
- Será que algunos no quieren que las Sagradas Escrituras bajen del atril del altar.
- Hay que leer la Biblia en la Iglesia. Pero también hay que dejar que la Biblia interpele a la propia Iglesia, la ponga en movimiento, la cuestione... En nuestro caso, no se trata de interpretar los textos para que avalen los dogmas, sino de descubrir nuevas perspectivas gracias a la aplicación de las ciencias sociales y humanas. El futuro no tiene por qué ser la reproducción y prolongación del presente. Puede ser más amplio y enriquecedor; y las claves e inspiración para conseguirlo, quizás, se encuentren latentes en los orígenes.
- ¿Por ejemplo? ¿Cuáles podrían ser esas claves ocultas?
- Entre otras cosas, debemos seguir las huellas de los colectivos olvidados o marginales. Nuestra finalidad no es reconstruir, única y exclusivamente, la Historia de los vencedores. También hay que rescatar las historias de las clases más oprimidas, de la gente más estigmatizada, de las mujeres... Por eso, es tan importante saber leer los textos y recuperar otros que no entraron en el canon. 'Apócrifo' no es sinónimo necesariamente de falso o herético. Algunos documentos no canónicos pueden aportar datos interesantes sobre el estilo de vida de las comunidades cristianas primitivas.
- Si echamos la vista atrás, ¿qué convendría tener muy presente en estos tiempos que corren?
- Que la identidad cristiana es, en buena medida, producto de un mestizaje cultural. Nació de un movimiento judío muy abierto, impulsado por Jesús, que entró en diálogo con el helenismo. Si quiere ser fiel a sus orígenes, la Iglesia debe mantener esa capacidad de integración de lo diferente. Y también debería abrirse a la cultura de la modernidad.
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