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XABIER GALARTZA
Martes, 13 de enero 2009, 08:50
El año que viene cumplirá veinte años en la profesión. El único árbitro guipuzcoano de Asobal se ha ganado a pulso el respeto de los grandes de este deporte.
- ¿En qué circunstancias le surgió la vocación arbitral?
- Empecé a jugar en el colegio San Ignacio de los Jesuitas (Donostia). Entonces había escasez de árbitros. El que entonces era mi entrenador, Iñaki Meana, nos convenció a unos cuantos jugadores para hacer el curso de árbitro que fue impartido por Pascual Agirre y Berridi. Hasta los dieciocho años, en que me fui a estudiar a Bilbao, jugaba y entrenaba a la vez, pero luego ya, al no poder entrenar, me dediqué sólo al arbitraje.
- ¿Qué recuerdos guarda de esos primeros años pitando?
- Son los más difíciles, ya que arbitras a chavales que son mayores que tú. Tenías que hacer que te respetaran a base de sacar tarjetas. Tenía poca experiencia y, además, en mi caso aparentaba poco. Lo inicios siempre suelen ser difíciles.
- ¿Se planteó dejarlo?
- Probablemente, pero no lo recuerdo con exactitud. Siempre estás expuesto a las críticas y al principio estas menos preparado psicológicamente. Pienso que se me pasó por la cabeza, pero como ha sido un deporte que siempre me ha gustado, podía más el gusto que los disgustos. Con el paso del tiempo cada vez es más fácil. Tienes una trayectoria, ganas en respeto y te haces un nombre.
- ¿Resulta duro llegar a Asobal?
- No es fácil llegar, ya que sólo hay treinta árbitros en todo España. Implica hacer muchos sacrificios, estar al máximo y en buenas condiciones físicas. Durante años tienes que acudir a fases sector, campeonatos de España o de preparación para formarte y coger experiencia. Subí a Primera División con 21 años, después de cuatro pasé a División de Honor B, donde estuve dos años hasta saltar a Asobal hace cinco temporadas.
- ¿Ahora está ya a un paso de convertirse en internacional?
- Eso ya no depende de mí, aunque estoy ilusionado. Llevo cinco años arbitrando con Óscar Monge y estoy contento por nuestra trayectoria. En los últimos tres años hemos pitado la Copa del Rey, donde se supone que acuden las siete mejores parejas, así como varios partidos importantes Ciudad Real-Ademar o Valladolid-Ciudad Real.
- Su hermano Carlos también es árbitro. ¿Le contagió?
- Él no fue jugador. La afición la tiene por mí. Conseguí convencerle para que empezara a hacer de cronometrador en la mesa y se enganchó. Ahora, tras una buena trayectoria, está pitando en División de Honor B. Está haciendo buenas temporadas.
- ¿Ser árbitro implica asumir el rol de 'malo'?
- No necesariamente. Tienes que hacerte respetar. Ahora, cada vez más se nos ve como deportistas. Está claro que hacemos una labor imprescindible para el balonmano o para cualquier deporte.
- ¿En sus casi veinte años de carrera considera que ha variado el comportamiento del público?
- El aficionado siempre mira por sus colores desde la óptica del forofismo y en ese aspecto no han cambiado mucho las cosas. El árbitro tiene que estar preparado física y psíquicamente para aguantar la presión de un pabellón con 3.000 aficionados y la de los jugadores y los entrenadores.
- ¿La de los jugadores ha variado?
- Se nota el cambio cuando te ganas el respeto de ellos con el paso del tiempo. Tus decisiones son menos cuestionadas. Si ellos te ayudan es más fácil arbitrar. Cada vez se respeta más la figura del árbitro.
- ¿Hay grandes diferencias entre pitar en Asobal o en la ABF?
- Las chicas presionan menos y resulta más sencillo trabajar. Encajan mejor las decisiones. Su juego es menos físico y más técnico y táctico.
- ¿Están bien pagados?
- Pienso que el sueldo no se nos debería ajustar en virtud de los jugadores, sino en función del nivel de exigencia al que estamos sometidos y el de Asobal es muy alto. Por eso, sí que se nos debería remunerar más.
- ¿Pitar a los grandes impone?
- Quizá al principio, pero al final te lo tomas como un partido más.
- ¿Le resulta fácil compaginar el arbitraje con su labor de profesor universitario?
- No tengo grandes problemas. La mayoría de los partidos son los fines de semana y cuando toca entre semana me suelo arreglar.
- ¿Qué le aporta el arbitraje?
- Forma parte de mi vida. A través del balonmano conocí a mi mujer y he hecho mis amistades. Mi compañero Monge es ahora, además, un gran amigo.
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