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MILAGROS. L. DE GUEREÑO
Jueves, 5 de febrero 2009, 02:38
Los Legionarios de Cristo van de soponcio en soponcio por culpa de su fundador, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, fallecido el 31 de enero de 2008 a los 87 años de edad. Y es que a las denuncias de pederastia que le afectaron en vida se suma ahora tener que admitir que quien se erigió como un bastión en defensa de la familia tradicional llevaba una doble vida y tenía una amante y, al menos, una hija secreta.
El clérigo Paolo Scarafoni, portavoz de la orden, aceptaba desde Roma su dolor por las «debilidades humanas» de su fundador. «Estamos sorprendidos, entristecidos y desconcertados. No podemos negar la existencia de esos hechos, pero no deseamos entrar en más detalles por respeto a la privacidad de las personas afectadas».
El escándalo podría agigantarse si se tira de la manta de las acusaciones de pederastia que ya le costaron perder el favor del Papa hace tres años. Tras numerosas investigaciones por parte de la Santa Sede, el 19 de mayo de 2006 Benedicto XVI exigió a Maciel, investigado por abusar sexualmente durante décadas de seminaristas, que renunciara «a todo ministerio público» de su actividad sacerdotal y llevara «una vida retirada de rezos y penitencias». Vaya, una suspensión que casi era una excomunión.
La decisión de Benedicto XVI fue un duro golpe para los Legionarios, que vieron cómo su fundador, tras gozar del afecto y la protección de Juan Pablo II, caía en desgracia en el Vaticano. Con ese castigo, Benedicto XVI subrayó la línea de «tolerancia cero» adoptada para casos de ese tipo y otros contrarios a la moral de la Iglesia. La decisión del actual Papa supuso un giro de 180 grados respecto a lo que se venía haciendo hasta entonces, donde se imponía el silencio o el simple alejamiento incluso en los casos en que se verificaba que hubo abuso.
El portavoz de la orden no supo confirmar ayer si el Vaticano ya estaba al tanto de la paternidad de Maciel cuando le relegó a su forzado retiro.
Marcial, nacido en 1920 en Cotija de la Paz, un pueblo del Estado mexicano de Michoacán, fundó la orden a los veinte años con 13 adolescentes en la ciudad de México, donde estudiaba todavía en el seminario.
Ya ordenado sacerdote, en 1946 asistió a la Universidad Pontificia de Comillas. Ese mismo año presentó su movimiento al papa Pío XII pidiéndole que lo considerara «como un ejército en orden de batalla». El pontífice bendijo la nueva congregación, que tomó el nombre de Legionarios de Cristo, aunque pronto fue conocida por muchos como «los millonarios de Cristo».
Actualmente la orden se extiende por 18 países. En España se arraigó con fuerza gracias al apoyo de la dictadura franquista. Cuenta con 850 sacerdotes, unos 3.000 seminaristas y 70.000 miembros laicos de 40 nacionalidades.
Con todos los dolores de cabeza que está dando la conducta del padre Marciel sus fieles, que lo veían en los altares, a este paso van a tener que buscarlo en el infierno.
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