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EMILIO MÚGICA ENECOTEGUI REAL SOCIEDAD BASCONGADA DE LOS AMIGOS DEL PAÍS
Jueves, 5 de febrero 2009, 02:36
Contento porque ha atraído la atención de Alfonso Mújica Brunet mi opinión «Gallegos y bergarés», publicada hace unos días. Corresponderé con precisiones sobre lo escrito -¿desde Ormaiztegi?- por el historiador de amplio espectro: cuentos de nuestra prehistoria, Tartesos, epopeya de una familia de San Sebastián el siglo VI, una batalla guipuzcoana en el XIV. Con añadido de sus memorias de donostiarra. Como economista jubilado y con afición a las cosas de nuestra tierra, aprendo de los historiadores que están entre los compañeros de la Bascongada.
No debe extrañar que me esforzase en el elogio a mi paisano el general Mendizábal, cuyo retrato está en la Diputación, pues como bergarés me arropo en el capote que lanza Mújica Brunet a quienes se vilipendió como «atrasados guipuzcoanos del interior». A un lado el 2 de mayo colérico de Pérez Reverte y el carácter que detecta en la Guerra de Independencia nuestro Socio de Honor donostiarra Artola, mi principal conocimiento de aquella viene de la gruesa obra, magníficamente editada y enriquecida con mapas indicando con colores el relieve, que publicó Pardo de Santayana, teniente coronel de Artillería y profesor de Historia Militar. Tiene un capítulo dedicado a la batalla de Vitoria (27 págs.) y, sobre todo, el que le sigue titulado (29 págs.). Supongo al autor en su puesto de un organismo militar en la Europa del Norte y veo que se excedió agradeciendo mi información y consejos para su de 2007. Utiliza amplia bibliografía, además de los decimonónicos catorce tomos del general Arteche, lo publicado por ejemplo en París por Sarramon en 1985 calificando la batalla de Vitoria como el fin de la aventura napoleónica en España, aunque digan terminó sin obtener todo el resultado que se podía esperar, o lo escrito por Santayana en 2005 sobre la Guerra como la vieron los británicos.
Recoge Pardo de Santayana que en Vitoria se enfrentaron el 21 junio de 1813 los de José Napoleón, con cerca de 58.000 combatientes y 140 cañones, a las fuerzas aliadas compuestas por 68.000 anglolusos y sólo 10.000 españoles apoyados por 90 cañones. 16.000 gallegos quedaron en retaguardia. Allí fue importante el vizcaíno Longa que mereció el grado de brigadier y a quien dedicaría un monumento la Bascongada al lado del que tiene el Libertador en el hoy municipio de Bolíbar. Diseñó la medalla que conmemoraba la batalla sustituyendo las manos de los Amigos del País por tres fusiles que simbolizan a los ingleses, portugueses y españoles mandados por Wellington, pero conservaba la leyenda de . En algún momento se refiere Pardo de Santayana al último como duque de Villa Rodrigo y he visto que así firmaba algunas de las cartas dirigidas a Longa que publicó González Echegaray, el que fue director de la Hemeroteca Nacional y también es Amigo de la Bascongada. Lord Wellington, dicen, pensaba lo mejor de Mina, el Empecinado y Longa, en cuya división 'Iberia' la mayoría eran civiles al iniciarse la contienda y el militar de graduación más alta sargento mayor. Y Castaños alaba al guerrillero cuando tiene que ceder el mando a Freire. El que aparece en los periódicos con frecuencia como especialista en el mundo árabe, Sánchez Arreseigor, ha investigado también sobre la presencia de vascos contra Napoleón y utilizó el material para sustentar la trama de la novela que apareció el año pasado.
Con respeto al pensamiento de otra querida Amiga, la catedrática Montserrat Gárate, sobre lo que hubiera ocurrido de estar presente el capitán Zumalacárregui en el luctuoso asalto del 31 de agosto, entiendo que el papel de las tropas de Mendizábal, incluidos gallegos de Freire, fue impedir el auxilio del mariscal Soult a sus compatriotas encerrados en San Sebastián deteniéndole con la línea del 4º Ejército en San Marcial, otra entre Jaizkibel y Peñas de Aia y la siguiente en Oiartzun. La batalla de San Marcial se da en el mismo día 31 de agosto en que, cuenta Pardo de Santayana, fue incendiada San Sebastián por quienes la asaltaron y, en tanto ardía, «la soldadesca se entregó a una orgía de saqueo y atrocidades que duró tres días y que creó grandes tensiones entre las autoridades españolas y Wellington». Está lo que salió hace algunos meses en este DV sobre el archivo de la familia Arriola, con textos relacionados con Miguel Ricardo de Álava, marino que luchó primero en Trafalgar contra Wellington y después en Waterloo junto a él. Persona muy cercana al duque de Ciudad Rodrigo, de forma que Longa le pide interceda por el mal trato de sus hombres a la población y hay quienes solicitaron por medio de él se tratare a los sitiados con humanidad, respondiéndoseles el 6 de agosto que pese a las determinaciones para evitar desórdenes, nada se puede asegurar si es el asalto nocturno o de día hay en la Brecha mucha resistencia.
La compañía de la Casa de Galicia iba a salir en la tamborrada y les deseaba que reluciese la cruz de Santiago en ella. Además la fiesta de San Marcial en Irún es conmemorativa de la defensa del monte el 30 de junio de 1522. También en Bergara celebramos San Marcial con chistularis y dulzaineros tocando la Marcha irunesa. A la romería dedicó un artículo Unamuno en 1888, cuando acudieron asimismo los Regoyos y Verhaere de la España negra. Y viví en mi pueblo en la casa Ondartza que tiene un gran escudo imperial en la fachada de Bidekurutzeta, frente donde lo hizo y murió Peñaflorida.
Miguel de Ondartza fundó el convento de la Trinidad (monja zarrak) en 1565, fue secretario de Fernando el Católico y ocupó cargos con Juana la Loca y Carlos I, diciéndose que era el primer Caballero de Santiago que hubo en la provincia.
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