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Joseba Egibar (PNV), Arantza Quiroga (PP), Mikel Arana (EB), Aintzane Ezenarro (Aralar), Iñaki Arriola (PSE) y Jesús Mari Larrazabal (EA), posan en la barandilla del Palacio del Kursaal. /Foto: JOSÉ MARIA LÓPEZ / Vídeo: Sani Patiño
Listos para una campaña más dura que el invierno
ELECCIONES VASCAS

Listos para una campaña más dura que el invierno

Los seis cabezas de lista de Gipuzkoa posan para DV para dar el pistoletazo simbólico de salida a la campaña electoral más abierta. El encuentro entre los candidatos celebrado en el interior del Palacio del Kursaal fue distendido, toda una exhibición de pluralismo a la guipuzcoana. El gran temporal del exterior se convirtió durante la sesión de fotos en la metáfora de la encarnizada batalla que se avecina en los próximos 14 días

ALBERTO SURIO

Viernes, 13 de febrero 2009, 09:43

DV. El temporal golpea con furia en la playa de La Zurriola y los seis candidatos que encabezan las listas de PNV, PSE, PP, EA, EB y Aralar por Gipuzkoa llegan empapados con sus paraguas semidoblados al Palacio del Kursaal. El viento se cuela por las rendijas y ofrece una sensación extraña, un silbido cortante. «Menos mal que somos dos mujeres», comenta la candidata de Aralar, Aintzane Ezenarro mientras saluda cordial a la cabeza de lista del PP, Arantza Quiroga. Las dos se conocen bien del Parlamento. La puntualidad es casi británica. Es la una de la tarde y el aperitivo se queda en un austero cortado o en un agua con gas. Natural. Como mucho, un zurito. No son horas.

El lugar de la foto - en el interior del Kursaal- se presta al juego de palabras y a las metáforas. Empezando por 'el puente del Kursaal', en alusión a la distensión que se palpa en el ambiente en contraste con el vendaval. Fuera llueven chuzos de punta. Un preludio de la campaña pese a este estreno de guante blanco, exquisito, sin aristas. El primer encuentro electoral de los candidatos por Gipuzkoa organizado por DV se transforma en una puesta en escena de pluralidad democrática casi escandinava.

La pequeña escala guipuzcoana y el factor humano contribuyen a dulcificar el momento, a restarle agresividad y a describir un aire de familiaridad doméstica con los cubos de Moneo como testigo privilegiado. Es como si la arquitectura concediera un barniz civilizado a esta imagen pacífica y constructiva de los rivales, y dibujase una fotografía de aparente normalidad, de competencia un tanto idílica, como si por debajo no latiese un drama de convivencia pendiente, como si tras el hermoso paisaje salvaje de la Zurriola no hubiera un subsuelo de previsible tacticismo y un legítimo pero crudo pulso por el poder.

Laboratorio de futuro

Todo se relativiza a la luz de esta imagen amable. Incluso ofrece a la situación una dimensión humana que desdramatiza una batalla que se avecina implacable, en especial en Gipuzkoa, territorio de mil partidas, laboratorio de mil asuntos y campo de prueba del incierto futuro en donde la lucha por el voto se juega en cada tertulia, en cada portal y en los matices complejos del territorio.

Este no es un retrato de familia pero casi casi. De hecho, se sigue el guión con disciplina prusiana y los candidatos son obedientes. Primero en un banco y luego en la escalera del interior del Palacio, frente a un ventanal desde el que se divisa el oleaje. «Los altos que se pongan por detrás», pide el fotógrafo. La política es, también, un ejercicio profesional de representación, y fuera de los micrófonos, los candidatos son personas normales de carne y hueso que se llevan bien o mal. Que son altos y bajitos. Que se divierten y se relajan, que bromean y que tienen su historia, que incluso se desean suerte pese a la rivalidad, pese a sus filias y fobias, o a los agravios que se guardan en el cajón y sacan cuando toca utilizar el estilete de la ironía o el punzón de la crítica acerada. Y hay tiempo para una broma, que aún no hay heridas. Ya lo decía Andreotti. O Churchill. Los peores enemigos son los de dentro. Flota un factor deportivo en esta competitividad latente dentro de la tradicional austeridad guipuzcoana Nada estridente. Políticamente correcto. Adversarios de terciopelo.

Tras la cristalera de los Cubos, un mar embravecido azota el espigón, con grandes olas que saltan en las rocas. No hay transeúntes y el espigón permanece cortado como medida de seguridad. La escena resulta hasta pictórica en tres tonos: gris, blanco y negro, con múltiples variantes. No hay surfistas y la zona más cercana a la playa de Gros refleja un tono verduzco y marrón. La marea ha dejado muchos troncos sobre la arena.

Jesús Mari Larrazabal, el candidato de Eusko Alkartasuna, vuelve a estas lides políticas 25 años después. Las últimas décadas se ha dedicado a impartir clases de filosofía en la Universidad del País Vasco. Catedrático de Lógica, en su día militó en la política en las filas de LAIA Bai.

Larrazabal es la mayor novedad de la campaña, un viejo conocido de los más veteranos que vivieron el inicio de la transición en Gipuzkoa. Saluda a Iñaki Arriola (PSE), aunque ambos nunca habían coincidido, y le recuerda que él conoció al histórico socialista eibarrés Benigno Bascaran, cuando ambos eran diputados forales al inicio de la transición en la primera Diputación de 'concentración'. Larrazabal es un sesentayochista del valle del Urola que se pone todos los días que da clase la misma corbata que guarda en el cajón de su mesa de profesor.

Aintzane Ezenarro (Aralar) se queja del tiempo. «En Getaria van a tener que poner un barco para venir a Donosti», afirma, tras recodar que su pueblo está, de nuevo, aislado con el temporal. Ezenarro quiere una campaña de ideas y afirma, convencida, de que el límite de una campaña electoral es el respeto a la privacidad de las personas.

Joseba Egibar (PNV) llega el último del mitin del teatro Victoria Eugenia en el que ha participado el lehendakari Ibarretxe. «Está en forma y se nota, porque para hacer campaña hay que estarlo», asegura el candidato del PNV, sorprendido por el 'making off' de la puesta en escena. «¡Vamos a tener que bajar a la playa», asegura. «Todos a andar en bici», le comenta alguno de sus rivales en alusión a la afición ciclista del lehendakari y aspirante a la reelección.

El socialista Arriola sigue su conversación con Larrazabal. Recuerda aquel Bascaran que despedía con sermones laicos los entierros civiles. Comienza la sesión fotográfica y aparecen las primeras bromas. Se sientan primero para posar Egibar, Arana y Larrazabal. «Primero el tripartito», le comentan a Mikel Arana, candidato de la formación que dirige Javier Madrazo. «Póngase mas a la izquierda», le dice el fotógrafo al representante de EB. «Eso me gusta, no me cuesta nada», responde en tono jocoso, aunque a la vez recalca sentirse «muy incómodo» en esto de posar ante la cámara. El aspirante de Ezker Batua se estrena por Gipuzkoa, aunque él es guipuzcoano, nacido en Ordizia para más señas. Larrazabal está en la esquina, casi en el borde y a veces da la impresión de que está en la posición más incómoda. «¡Si tiene algún problema con el equilibrio, me lo dice eh!», le señala el fotógrafo. «Que casi se cae del tripartito», afirma divertido uno de los testigos no se sabe si en una descripción meramente fotográfica o en un pronóstico un poco más político.

La 'euforina'

La adversa climatología, como dirían los clásicos, se ha convertido en el comentario recurrente en este primer encuentro de la campaña electoral organizado por DV. Lo cierto es que las perspectivas meteorológicas para este primer fin de semana de campaña son mejores. Quizá salga, por fin, el sol en este largo invierno que tanto da que hablar. Contra viento y marea, sería el mejor resumen de este intrépido espíritu del Palacio del Kursaal, con la rivalidad contenida en una especie de baño masivo de prudencia contagiada por el vendaval.

La 'euforina' es muy mala consejera, diría un conocedor de los entresijos de las campañas, en donde se cuece poco a poco la ansiedad a fuego lento de encuestas y de nervios a flor de piel. Es una cuenta atrás extraña, porque los candidatos y los partidos han empezado hace tiempo y llegan casi con la lengua fuera a este inicio formal pensado en la sociedad mediática. Los partidos y los candidatos necesitan colocar su mensaje y llamar la atención. Y son conscientes de que resulta cada vez más difícil vender el producto en una sociedad en la que la imagen y los afectos sustituyen cada vez más aquello del «debate de las ideas».

Pero tampoco se trata de caer en una triste 'depresina' en este febrero de perros. Aunque los aguaceros del Cantábrico no den casi tregua, al final saldrá el sol. Eso seguro. Las campañas mueven poco, pero algo mueven. Y en estas elecciones, precisamente, su influencia puede ser decisiva para decantar la balanza. Y los candidatos, que se someten a toda suerte de movimientos extraños estos días electorales con un espíritu de gran obediencia , lo saben y se muestran aplicados y diligentes.

Después buscan otra pose, ya junto a la escalera, y ésta vez los aspirantes de EB, Aralar, PSE y de EA se colocan alineados, lo que da pie a algún comentario jocoso sobre la ubicación física de los candidatos. «Es la atracción de la izquierda», sostiene sonriente Arriola. «¡Pues quién sabe en el futuro!», apunta con cierta sorna Larrazabal, que asegura que se va a patear Gipuzkoa, pueblo a pueblo, para explicar con cercanía el proyecto de EA. Los asesores de los candidatos forman su propio corrillo. La barandilla del Kursaal como icono del civismo guipuzcoano. Demasiado civilizado para este estreno electoral.

Todos se muestran satisfechos de la distensión en la que se ha celebrado la puesta en escena y esperan que sea premonitoria «de una campaña racional», en la que prime el debate de argumentos y sobren las descalificaciones personales. Pero esto sólo ha empezado y tanto voluntarismo puede deshacerse en el aire como una pompa de jabón. En el horizonte se ven nubes de tormenta.

Quiroga charla distendida sobre el 'foco irunés', y es que tanto ella como el número dos de la lista, Borja Sémper, son de Irún, lo que concede a la comarca del Bidasoa un protagonismo especial. Un nuevo frente recorre el ambiente. No se trata de la clásica frontera entre nacionalistas y no nacionalistas. Ni siquiera entre derechas o izquierdas. O entre los que quieren el cambio y los que no. Ni son tampoco los colores futbolísticos ni los nervios por las últimas encuestas. Es una frontera humana y sociológica. Tres de los candidatos son fumadores -Egibar, Arriola y Arana- y los otros tres no lo son. Quizá sea cierto que no hay campaña electoral en el mundo sin una buena cortina de humo.

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