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Carlo Petrini, ayer en Miramar. /USOZ
«El huerto de Obama es revolucionario»
AL DÍA

«El huerto de Obama es revolucionario»

Carlo Petrini, creador del movimiento 'Slow food', llama a la rebelión frente a la comida globalizada: «Nos quieren imponer qué comemos y nos quieren robar el alma»

MITXEL EZQUIAGA

Miércoles, 18 de marzo 2009, 04:24

DV. Su agenda está más comprometida que la de una estrella del rock. Carlo Petrini (Bra, Italia, 1949), sociólogo y gastrónomo, fundador del movimiento , que combate la estandarización del gusto, es pieza codiciada para las reuniones de gastrónomos, pero cada vez restringe más sus «actuaciones». Andoni Luis Aduriz, ideólogo de la cita donostiarra , llevaba años persiguiendo a Petrini y al final pudo ver, con satisfacción, cómo el pensador italiano cosechaba la mayor ovación del congreso clausurado ayer en San Sebastián

Y es que Petrini protagoniza más «actuaciones» que conferencias. Con pasión, y ante un auditorio en el que se encontraban algunos de los mejores cocineros del mundo, desde Ferrán Adriá hasta Arzak, el italiano defendió un «nuevo humanismo» que empiece en las cosas del comer y termine siendo una reivindicación de lo natural y lo sostenible frente a la globalización cultural y alimentaria. Y situó el huerto que Obama quiere instalar en la Casa Blanca como una esperanzadora metáfora de los nuevos tiempos.

Pérdida de la identidad

Un día, hace más de veinte años, Petrini entró a comer a un restaurante clásico de su Piamonte natal y pidió un pisto con pimientos. «Pero los pimientos no sabían a nada. Pregunté al cocinero por qué. Me contó que habían empezado a traerlos de Holanda porque eran más baratos. ¿Y qué cultivan ahora en el invernadero de aquí donde crecían los pimientos? ¡Bulbos de tulipán que mandamos a Holanda! ¡Esto es una locura insostenible!», remató su historia Petrini. «Por eso creamos ».

El pensador italiano denuncia las paradojas que rodean hoy al mundo de la gastronomía. «Cada día recibimos más información culinaria, que a veces raya con la pornografía alimentaria, y sin embargo cada vez menos gente se dedica a la agricultura, madre de los alimentos», dice. «En Italia, en 1950, la mitad de la población se dedicaba a la agricultura; hoy sólo el 4% trabaja en el campo, y de ese porcentaje, el 60% es mayor de sesenta años», opina.

«Alguien defendió en su momento que eso no era problema porque los países del Tercer Mundo serían la huerta del planeta. ¡Qué tontería! ¿Alguien piensa que este mundo puede construirse sobre un reparto del trabajo en el que unos países producen ordenadores y otros comida? ¡Así se destruye el medio ambiente, la diversidad y la identidad de los pueblos!», clamó Petrini.

El creador de criticó que «las industrias productoras de alimentos sean las principales destructoras del medio ambiente», y el hecho de que «el campo está hoy más contaminado que las ciudades». Recordó que las nuevas guerras «serán por el agua, no por el petróleo», y subrayó la contradicción de que «este mundo produce comida para doce mil millones de habitantes cuando sólo somos seis mil. Pero mil millones de habitantes pasan hambre y otros tantos sufren problemas de obesidad, con esa pandemia de la sobrealimentación que es la diabetes».

«Nos quieren imponer la comida y robar el alma», sentencia Petrini. Y pone como ejemplo a los niños: «Antes comían lo que preparaban sus abuelas o madres: hoy pasan tres horas diarias ante la tele comiendo productos elaborados». Para Carlo Petrini «sufrimos una crisis que no es sólo económica, sino de valores: para superar la crisis nos piden más consumo, pero ¿quieren que todos tengamos tres coches y cien vestidos?».

El «nuevo humanismo» de Petrini pasa por «devolver la centralidad a la tierra y dejar de ser sólo consumidores para ser coproductores: si comemos un producto de la huerta vecina ya estamos protagonizando un acto de reivindicación agrícola». Moderación en el consumo, evitar el derroche, recuperar tareas «como la elaboración de nuestras propias conservas en lugar de ir al supermercado» y el «equilibrio entre el sabor y el saber» son las propuestas de Petrini. «Que Obama haya decidido hacer una huerta en la Casa Blanca es una declaración de principios, más que una anécdota: una actitud de generar alimentos naturales y cercanos y de ser productor más que de consumidor».

mezquiaga

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