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JUANMA VELASCO
Domingo, 29 de marzo 2009, 05:33
Para el defensor del pueblo vasco, Iñigo Lamarca, la «compleja realidad» de los menores inmigrantes no acompañdos en Gipuzkoa merece «una reflexión profunda» por parte de todas las administraciones. «Deberían hablar más y coordinarse mejor», sostiene. Invitado por la Defensoría del Pueblo de Andalucía, el Ararteko visitó esta semana Tetuán y Rabat para conocer de cerca la realidad de los menores marroquíes que, en muchos casos, ya están «desprotegidos en su país de origen».
- En relación a los menores, ¿qué realidad se ha encontrado en Marruecos ?
- Muchos de ellos están en origen en una situación de gran desprotección, es decir, están fuera de sus entornos familiares o en familias en umbrales de pobreza o desestructuradas y, por tanto, es necesario que tengan un recurso de protección. Y allí, en Tetuán, la Junta de Andalucía y otras asociaciones están generando recursos para que estos menores sean atendidos en origen, en su entorno social y cultural, que es Marruecos. Es preferible que lo sean así y que no tengan que cruzar el estrecho y venirse a Europa.
- ¿Qué buscan cuando emigran?
- Encontrar unas condiciones de vida digna y mejor de la que tienen en origen. Por eso son necesarios planes de cooperación con Marruecos y esa cooperación la puede llevar a cabo no sólo el Gobierno español, sino el resto de administraciones.
- ¿Como cuáles?
- La Junta de Andalucía, por ejemplo, atiende en proyectos de cooperación para que determinadas zonas rurales del Atlas tengan un desarrollo económico y crea recursos para menores extranjeros. En el primer caso, las mejoras de las localidades rurales crea posibilidades para que los jóvenes sigan viviendo allí.
- Y no emigren...
- El 41% de la población de Marruecos tiene menos de 18 años. Muchos de ellos ven por TV de forma exagerada el nivel de vida que hay en Europa y creen que pueden tener mejores oportunidades y vienen. Es un fenómeno migratorio protagonizado por menores, en lugar de por adultos, porque hay una población muy extensa.
- Esta semana, la Diputación de Gipuzkoa detalló que en los últimos cuatro años la llegada de menores extranjeros no acompañados al territorio ha crecido el 451% y lo atribuyó a un «efecto llamada» por el trato que aquí se les dispensa...
- El fenómeno es complejo y ante realidades complejas hay que hacer diagnósticos rigurosos. Es cierto que en el País Vasco es un fenómeno reciente que ha tenido un crecimiento espectacular. ¿Por qué hay una mayor afluencia? ¿Porque la atención es mejor que en otras CC AA? Puede ser. Nosotros hacemos una labor de inspección respecto a la atención que se les presta en el País Vasco. Damos cuenta de ello en el informe anual en el Parlamento Vasco y siempre detectamos algunas carencias y deficiencias que habría que mejorar. Pero es importante decir que la atención que se les presta a los menores es una obligación que se deriva de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Lo que no es planteable en modo alguno es que el nivel de asistencia baje. Además no está del todo claro que vengan aquí porque la atención sea mejor.
- ¿A qué se debe entonces?
- Por la información que tenemos nosotros, se debe más a que muchos de estos chavales se conocen entre sí. Muchos de ellos provienen de las mismas localidades del Atlas. Y saben que si vienen a San Sebastián, con independencia de la atención que reciban, se van a encontrar con uno o dos amigos. Pero el aumento no es sólo en el País Vasco. También lo ha habido en Asturias, Galicia, Andalucía...
- En el caso de Gipuzkoa, el aumento ha sido espectacular. Quien se ocupa de su tutela, la Diputación, ha admitido las dificultades que tiene y plantea que haya cupos paar repartir a los menores entre las CC AA. ¿Qué le parece?
- Si por política de menores se decide una redistribución no nos parece mal siempre y cuando las condiciones de atención no se rebajen. En cualquier caso estamos ante una realidad que desborda a todas las administraciones.
- ¿Por qué?
- Es algo que hace 15 años no estaba previsto. Ante nuevas realidades hace falta primero una reflexión profunda, acerca de la complejidad de la realidad y todas las administraciones deberían hablar y coordinarse mejor. Nosotros, desde nuestra responsabilidad, vamos a convocar en Gipuzkoa una mesa en la que esté la Diputación, pero también el Gobierno Vasco, la Administración Central, la Fiscalía y el Juzgado de menores. Gipuzkoa tiene la competencia de la acogida, pero el Gobierno Vasco tiene la competencia de legislación, e Inmigración es competencia del Estado.
- Precisamente, la Diputación plantea la medida del reagrupamiento familiar en el país se origen para aquellos menores que hayan agotado las posibilidades ofrecidas, tanto educativas como de inserción. ¿Cómo lo ve?
- No es ninguna novedad. La posibilidad del retorno o reagrupamiento existe. Pero la Convención de los Derechos del Niño dice que este retorno se debe realizar velando por el interés del menor y sus derechos. Eso exige que el retorno únicamente sea posible si se identifica a la familia de la que proviene y que esa familia garantice debidamente sus derechos. O en su caso exista un recurso de acogida en Marruceos que le garantice la atención, asistencia y salvaguarda de los derechos. Lo que no cabe hacer con estos menores, porque vulneraría la legalidad, es lo que se hace con algunos inmigrantes adultos: meterlos en un avión y retornarlos al país de origen. Cada caso de menor hay que tratarlo individualmente.
- ¿La atención que se les da en Gipuzkoa es la adecuada?
- Nosotros hacemos visitas de inspección periódicamente en los centros para conocer su situación y hacemos un informe anual. Además, cuando tenemos información de que se produce una situación indeseada o irregular, tomamos cartas en el asunto y abrimos una investigación.
- Un grupo de menores tutelados que residen en el centro de Deba, donde se agrupa a los más conflictivos, denunció malos tratos de sus cuidadores...
- En este caso hemos abierto una investigación. Se hizo una visita exhaustiva y se habló con los menores y los educadores. Además, hemos pedido información a la Diputación para que nos explique no sólo los hechos que ocurrieron en ese centro, sino datos sobre las caraterísticas del centro y los recursos que tiene, para que podamos valorar si son adecuados y suficientes. Dictaremos la resolución correspondiente cuando tengamos toda la información.
- Los menores que tienen un comportamiento delictivo en Gipuzkoa, ¿ya lo tienen en Marruecos?
- El sistema tiene recursos para los menores nativos que cometen delitos y para los que son conflictivos y tienen bastantes puntos para protagonizar hechos delictivos en el futuro. Ahora se trata de trasladar estos recursos a los menores inmigrantes para rebajar ese nivel de conflictividad. En algunos casos, puede tratarse de menores que ya eran conflictivos en origen. Pero tengamos en cuenta el elevado nivel de estrés y de ansiedad que se genera en muchos de estos menores. Vienen con unas expectativas que cuando llegan aquí ven que es muy difícil que se cumplan. En algunos casos, además, podríamos hablar de un proyecto migratorio de toda la familia de muchos hijos y a uno de ellos le dicen que se busque la vida en Europa.
- ¿El hecho de que se junte a los más conflictivos en un centro como el de Deba qué le parece?
- A priori no me parece mal, pero depende de las condiciones. Lo importante es que estos menores que tienen trastornos de conducta estén identificados. Hágase un diagnóstico individualizado y procúrese una atención socioeducativa necesaria para poder disminuir ese grado de conflictividad. Eso es posible porque se hace con menores nativos. Más que en el lugar físico, la clave está en el tratamiento.
- Y en los educadores...
- En número suficiente y con la formación adecuada.
- ¿Los actos delictivos protagonizados por los menores inmigrantes aumentan el riesgo de que haya comportamientos xenófobos en la sociedad guipuzcoana?
- El riesgo existe porque sí que hay una cierta alarma. Se puede producir una asociación de menor extranjero con el perfil de presuntamente delicitivo. Esto hay que combatirlo porque es falso e injusto. La inmensa mayoría de estos menores están teniendo comportamientos no conflictivos y, en muchos casos, modélicos. Por otra parte, las instituciones siempre tenemos que estar alerta para combatir cualquier brote o pensamiento de natutraleza xenófoba o racista. A la vez que digo esto, a la ciudadanía hay que darle la máxima seguridad. Para lo cual hay que trabajar el campo preventivo. Hay que tener a los menores atendidos e insertados en un proyecto educativo.
- Y actuar en su tiempo libre...
- Entiendo que es difícil. Son adolescentes y, como ocurre con los nativos, no se les puede dejar recluidos Tienen sus derechos y sus deberes que cumplir.
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