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ARTURO GARCÍA
Domingo, 5 de abril 2009, 04:14
El rector de Deusto no oculta su satisfacción porque la universidad que dirige desde hace seis años «ha hecho los deberes» y acaba de recibir el visto bueno de la Agencia de Evaluación y está en condiciones de implantar el modelo académico del proceso de Bolonia desde el próximo curso.
- Se acerca ya la equiparación europea del proceso de Bolonia, ¿la Universidad de Deusto espera algún suspenso, que le quede alguna asignatura pendiente?
- Vamos a septiembre pero muy contentos porque la Agencia de Evaluación y Calidad acaba de mandar al Consejo de Universidades su dictamen favorable respecto a nuestras titulaciones ya adaptadas para el próximo curso y que entrarán en vigor en septiembre con las nuevas titulaciones ya dirigidas al nuevo espacio europeo de educación superior.
- ¿Todas las nuevas titulaciones previstas estarán disponibles?
- La mayoría de universidades han decidido esperar al año que viene para hacer una progresiva implantación. Nosotros hicimos una reflexión estratégica de cuáles serían las titulaciones nuevas que una universidad como Deusto podía ofrecer a sus alumnos y eso lo han definido equipos de alumnos, profesores y empleados que han buscado extraer el tipo de alumno, el modelo de universidad y de demanda de la sociedad.
- ¿Ha resultado complicado?
- Ha sido trabajoso porque España entró tarde, muy tarde, en el proceso de Bolonia. La ventaja de Deusto es que en los últimos 10 años hemos estado en el núcleo de las decisiones europeas sin esperar a lo que hiciera el gobierno de turno. No se puede olvidar que este proceso viene de Europa y de las decisiones que han adoptado los gobiernos para transformar o reformar profundamente el espacio académico europeo.
- ¿Espera que esta convergencia académica europea sea como la monetaria o como la social, donde termina poniéndose por delante el interés de cada país?
- La convergencia busca homologar la medición de los grados, para que sea algo equiparable porque lo que ocurre ahora es que cada país tiene un sistema universitario distinto.
- ¿Y cómo percibe usted Bolonia?
- Lo que hace Bolonia es establecer dos grandes niveles: el grado y el posgrado. Por tanto, pide que eso tenga una duración determinada, que se midan con unos créditos sobre el trabajo del alumno y que además del título oficial de cada país el alumno tenga ese otro título donde figure lo que ha hecho a lo largo del año: prácticas, investigación, movilidad internacional, trabajos en el extranjero, trabajos fin de carrera.
- ¿El alumno asimilará que debe ahora ser más protagonista que con el anterior modelo?
- Esta reforma implica más trabajo para el alumno pero también para los profesores. Se va a medir su labor, pero en el fondo del proceso lo que se quiere es un sistema de más calidad, que el alumno esté más preparado para la inserción laboral, pero no sólo eso. Va a ser el protagonista de su propio aprendizaje pero no sólo se trata de saber, si no de saber hacer, no va a ser sólo ir a clases magistrales a aguantar unos rollos del profesor, coger toneladas de apuntes y aprendérselos el último mes.
- ¿De qué forma?
- Va a haber una evaluación continuada de sus estudios y el examen final va a tener menos importancia que ahora.
- ¿Cómo percibe la contestación y las críticas al nuevo modelo?
- La verdad es que España se ha incorporado tarde y mal al proceso. Yo llevo seis años de rector y he conocido cuatro ministros en Educación con sus respectivos equipos y relevos ministeriales, cada uno con ideas distintas. Esto no puede ser si estás buscando una unidad de criterio.
- ¿Y las asociaciones estudiantiles?
- Pienso que las asociaciones de aquí han estado poco en contacto con otras agrupaciones europeas similares que han estado más implicadas en el proceso de Bolonia. También ha habido un problema de comunicación porque a las universidades se nos ha metido a tirar en esto cuando, en definitiva, estamos hablando de una reforma que los gobiernos debían haber liderado su transmisión tanto a la sociedad y como a la universidad y explicar bien el proceso, cosa que no se ha hecho. No se ha sabido comunicar e informar bien a la sociedad y a la comunidad universitaria. Se ha informado poco, tarde y mal.
- ¿Y usted cómo valora esas críticas al proceso de convergencia?
- Quizás lo que se han visto son unos peligros que este proceso evidentemente los tiene, somos conscientes de ellos.
- ¿Cómo cuáles?
- Una de las críticas es que es una reforma que mira excesivamente al mercado laboral. Pues igual tienen razón, porque la universidad siempre tiene que ser algo más que una cantera de trabajadores. La universidad debe formar profesionales competentes atendiendo al mercado, pero también debe formar ciudadanos responsables que vean en la Universidad un espacio crítico de reflexión donde se creen personas capaces de criticar, en el buen sentido de la palabra, la evolución de la sociedad y no simplemente salir a un mercado.
- ¿En Europa cree que se percibe también así su función?
- En Europa es evidente que se ve como un elemento competitivo frente a Estados Unidos. Otra cosa es decir, o no evitar, que las universidades sean un mero transmisor hacia el mercado. La universidad no puede hacer dejación de esa responsabilidad igual de importante que es crear personas con una formación integral sin olvidar, claro está, que una carrera se hace, en la mayor parte de los casos, para insertarse o intentar insertarse en el mercado laboral.
- ¿Y las críticas respecto a que se encarece ahora una carrera, sobre todo en los posgrados?
- Creo que se están incorporando más sistemas de becas, préstamos. Luego hay un tercer fantasma que es que desaparecen las humanidades. Tener más en cuenta ese mercado puede conducir a valorar menos las humanidades, pero nunca creo que debe renunciarse a ellas.
- Se avecina un cambio de ejecutivo en el Gobierno Vasco y por tanto de política educativa. ¿Qué espera la Universidad de Deusto de quien vaya a ocupar ahora la consejería de Educación?
- La educación es lo suficientemente importante como para requerir un pacto de Estado capaz de abstraerla de las políticas partidistas. La educación se somete a vaivenes cuando no debiera de ser así porque su rumbo debe estar consensuado a largo plazo.
- ¿Entiende usted que no se hace?
- No se hace pero creo que quienes ostentamos responsabilidades dentro de la comunidad universitaria tenemos que intentar convencer a los partidos para que busquen ese pacto de Estado en torno a la educación. Dicho esto, en Euskadi tenemos la Ley de Sistema Universitario Vasco que estipula bien a las claras unos objetivos generales que entiendo que porque haya un cambio de gobierno no tiene por qué cambiar.
- ¿Cómo está el grado de cumplimiento de su Plan Estratégico 2010?
- En ese plan aprovechamos sobre todo la reforma para actualizar el modelo de gestión de la universidad y que sea acorde al siglo XXI.
- ¿De qué forma?
- Se han agrupado las facultades, escuelas e institutos, cuya estructura hasta ahora correspondía a un modelo más del siglo pasado, además de apostar por profesionalizar la gestión.
- ¿Compaginar tradición e innovación es más fácil de decir que de poner en práctica?
- Creo que son dos aspectos que siempre están en tensión pero Deusto ha sido pionera en cantidad de cosas desde hace siglos y hemos sido capaces de equilibrar ese tira y afloja.
- ¿Cómo se encuentra la reforma del campus de Donostia?
- La reforma de todo el campus está en marcha y en septiembre esperamos inaugurar el primer gran edificio, teniendo en cuenta que hemos acometido la mayor reforma del campus guipuzcoano en 50 años. Queremos que esté dentro del nuevo curso al completo y hacia octubre los tres edificios listos: el aulario, el de posgrados y la innovación y el tercero que albergará la incubadora de empresas y los nuevos títulos propios, en innovación, turismo, los dobles grados en administración y gestión de empresas y trabajo social.
- ¿Qué criterio han seguido para introducir esos nuevos títulos?
- Las titulaciones deben evolucionar en función de la demanda de la sociedad porque es uno de los ejes de su función: pero una cosa es mirar sólo al mercado laboral y otra muy distinta formar gente de espaldas al mercado donde lo que se imparta no tenga nada que ver con las necesidades sociales.
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