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El profesor Joaquín Albisua, al fondo, junto a algunos de los estudiantes que forman parte del equipo que diseña una moto de competición de 125 cc. La vieja Vespa, también de 125 cc, es una 'reliquia' que está siendo restaurada en la escuela politécnica. /JOSE USOZ
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Del aula a la competición

Alumnos de Ingeniería Técnica de la Escuela Politécnica de San Sebastián participan en un concurso para diseñar una moto de gran premio de 125 cc

BORJA OLAIZOLA

Miércoles, 22 de abril 2009, 18:32

DV. Veintisiete alumnos de Ingeniería Técnica de la Escuela Politécnica de Donostia de la UPV se han embarcado en un peculiar concurso para diseñar una moto de competición de 125 centímetros cúbicos. El certamen, que está apadrinado por Dorna, la empresa que organiza el Mundial de motociclismo de velocidad, aspira a sacar a la luz nuevos talentos en el terreno de la mecánica. Los concursantes del centro donostiarra deberán presentar su proyecto el próximo mes de julio.

Los concursos entre alumnos de facultades y centros politécnicos son bastante frecuentes en el mundo de la ingeniería académica. En el circuito inglés de Silverstone, por ejemplo, compiten todos los veranos prototipos de cuatro ruedas diseñados por estudiantes de universidades de todo el mundo. El concurso - se llama- es una de las principales referencia de los departamentos de competición de los grandes fabricantes a la hora de reclutar jóvenes talentos.

La Universidad de Zaragoza se ha inspirado en esos modelos para organizar un certamen orientado en exclusiva al mundo de las dos ruedas. Se llama Motostudent y tiene entre sus promotores a Dorna, que gestiona el Mundial de motociclismo, y a Anesdor, que agrupa a los fabricantes del sector de las dos ruedas. «Desde el primer momento nos pareció que podía ser una experiencia interesante», explica el profesor y subdirector de Ordenación Académica del centro donostiarra, Joaquín Albisua.

El profesor se confiesa sorprendido de la inquietud que ha despertado el certamen en el alumnado. «Hicimos una convocatoria en la escuela para ampliar la información sobre el concurso y nos encontramos con casi un centenar de estudiantes interesados. No se lo podía creer ni el representante que habían enviado los organizadores», cuenta el docente. Tras una primera selección y una definición del proyecto se formó un equipo que está integrado por veintisiete estudiantes, la mayor parte de ellos adscritos a la especialidad de Mecánica.

Ideas interesantes

La tarea, explica el profesor Albisua, consiste en diseñar el chasis y el basculante de una moto de competición de 125 centímetros cúbicos. La organización aporta a los concursantes un motor, un de dos tiempos de moto cross con ligeros retoques para hacerlo más competitivo en asfalto, así como las suspensiones, los frenos y las ruedas, neumáticos incluidos. A los concursantes, por lo tanto, les corresponde diseñar el binomio chasis-basculante que mejor se adapte a esos componentes.

Al certamen se han presentado 22 equipos de 18 universidades. La del País Vasco será una de las que tengan mayor representación, ya que junto al grupo de la escuela donostiarra concurrirán otros dos equipos de la Escuela de Ingenieros de Bilbao. Albisua se muestra convencido de las posibilidades de los estudiantes de la Politécnica de San Sebastián. «La noticia del concurso nos llegó en noviembre y desde que nos pusimos a trabajar en enero han salido a relucir un montón de ideas muy interesantes. Hemos descubierto que hay alumnos que tienen unos conocimientos técnicos realmente sorprendentes del mundo de las dos ruedas».

En un primer estadio los equipos deberán presentar un proyecto del prototipo de la moto. Pero como el certamen tiene una dimensión que trasciende lo estrictamente deportivo, el diseño deberá ir acompañado de un prolijo estudio económico. «La organización -explica Albisua- nos exige un proyecto con un planteamiento comercial. Se trata de que los estudiantes elaboren un plan de viabilidad económica para fabricar 500 motos aunque con una particularidad: cada moto deberá costar un máximo de 4.500 euros, lo que va a obligar a los alumnos a recurrir a los fabricantes más baratos del mercado para que les cuadren las cuentas».

Si el diseño de la moto y el plan económico reciben el visto bueno de la organización, se pondrá en marcha la segunda etapa, consistente en la fabricación del prototipo. La máquina será sometida a una serie de pruebas de resistencia de materiales para pasar más tarde a los test en circuito a cargo de pilotos designados por la organización.

El equipo de la escuela donostiarra se llama Kotodama Sport Spirit (kotodama es una palabra japonesa que traducida vendría a ser el alma de las palabras). El sueño de su responsable, el profesor Albisua, sería que algún día la máquina diseñada por los alumnos se fabricase en Gipuzkoa.

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