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BEGOÑA DEL TESO
Miércoles, 22 de abril 2009, 04:21
Seres impresionantes, increíbles, trágicos, tan reales como mágicos habitan estos días la sala noble de vigas tremendas y piedras solariegas de la casa de cultura Okendo. Son las criaturas dibujadas, creadas, transformadas, manchadas por Nicolás Herrera, artista condecorado en su país, país que le duele, y aclamado y coleccionado en medio mundo. (Algo) esperanzado con el presidente electo Correa, no olvida aquel tiempo brutal en el que hubo 8 mandatarios en cuatro años y recuerda que Ecuador no es pobre sino que «lo empobrecieron».
- ¿Quiénes no entienden o no entendieron que no queríamos sus palabras sino su amor?
- Las iglesias, por ejemplo. Las jerarquías cualesquiera. Llegaron los conquistadores a América y trajeron consigo el Verbo, las palabras. Y con las palabras referidas a su Dios nos aterrorizaron, nos mataron, nos poseyeron.
- ¿Es por eso tal vez que su visión del cuadro del Papa Inocencio X tiene la boca cosida?
- Justamente. Yo creo que es mi interpretación latina del retrato que le hiciera Velázquez. Y de esa versión tan europea de Bacon.
- Explíquenos las tres.
- El inmenso Velázquez era pintor de Corte así que hizo un retrato. Un retrato pero sin embellecimientos. gritó el Papa al verlo. Francis Bacon lo convierte ya en un ser trágico, descarnado, terrorífico, con una mandíbula feroz que aúlla. No lo olvides, era el Señor de la Inquisición. Yo le coso la boca porque no quiero oír sus palabras, porque sus palabras no han engañado. Yo de su Dios quería el amor.
- Hablemos un poquito más de Velázquez. Afirma usted que Las Meninas seguirían siendo la obra magna que son aunque alcanzaran dimensiones estratosféricas o se vieran reducidas a un átomo.
- Exacto. Y con eso, me rebelo me rebelo de alguna manera contra el de mucha pintura actual que sólo sorprende por sus macrodimensiones. Manchas informes que si se vieran reducidas a un tamaño más próximo revelarían su pequeñez artística.
- ¿Está en contra tal vez de la mancha?
- En absoluto. Hay manchas densas, soberbias, plenas de arte. Porque detrás tienen el conocimiento total de un creador que sabe pintar y dibujar. Luego lo destruye todo y de ahí surge la mancha.
- El cuadro de esta página muestra un mono. Son también personajes dolientes y atroces en Bacon.
- He querido jugar en él con la misma idea de la evolución. El hombre, el mono, los insectos. Te contaré una cosa: veo por las autopistas de mi país inmensos camiones plateados que transportan troncos recién cortados de árboles centenarios. Creen muchos que pertenecen a Ecuador y por eso los venden. Yo sin embargo sé que son patrimonio de la Humanidad. Y que los bosques están habitados por miles de imperios, de reinos. Imperios de insectos, reinos de animales. Y ese bestiario inunda mis pinturas, se clava en mis figuras humanas.
- Sus criaturas humanas tienen algo muy biomecánico, muy de cyborg, muy de alguien resguardados en hierros y acero.
- Sí, pero mi intención no es crear seres biónicos sino que ese metal hace referencia a las muchas corazas que llevamos puestas. Queriendo protegernos, en realidad nos ocultan. Corazas que solemos abrir muy de tarde en tarde.
- Al hacerlo dejan ver, al menos en su obra, cuerpos agujereados.
- Como si fueran, lo son, carcasas que contienen sentimientos, visiones, ideas sólo perceptibles mediante el pensamiento.
- Le he oído decir que nos considera seres eternos.
- Por supuesto. Procedemos del pasado, vivimos el presente y nos proyectamos al futuro. Somos una constante en y del Universo.
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