Borrar
AL ATAQUE. Ibon Zugasti demarra para intentar escapar del pelotón. /DV
«Dejé una vida increíble para ser un 'desgraciado'»
CICLISMO AFICIONADO

«Dejé una vida increíble para ser un 'desgraciado'»

Ibon Zugasti (Azysa-Conor WRC) asegura ser feliz corriendo con 37 años

GAIZKA LASA

Martes, 28 de abril 2009, 03:38

SAN SEBASTIÁN. DV. La ironía de Ibon Zugasti muerde. Impacta casi tanto como su filosofía ante la vida. «Soy diferente», presumía ayer cuando, al día siguiente de proclamarse vencedor de la Vuelta a Castellón, encendía el móvil a las 18.30, tras «una jornada sabática» y se disponía a salir a rodar. Sin complejos. Auténtico.

El lezotarra tiene como lema huir de todo convencionalismo que le aparte de aquello que le hace feliz, el ciclismo. Loco, bicho raro, elemento, chiflado... Son calificativos que asume con total dignidad y ningún rencor.

La coherencia con su consigna vital le llevó a abandonar un buen trabajo hace cinco años para disfrutar de la bici. «Era diseñador gráfico de una editorial de revistas. Era un puestazo, pero trabajaba once horas, entrenaba cuatro y dormía cinco. No me llenaba». Su mordacidad sentencia: «Dejé una vida increíble para ser un 'desgraciado'».

Tras el ajetreo se tomó dos años sabáticos en los que dedicó más tiempo a su afición. Practicó el BTT hasta que en 2007 empezó a probar la carretera. «Hace tres años no sabía ni ir a rueda. Ésta sería como mi cuarta temporada de aficionado, con lo cual todavía sería sub 23», vuelve a cargar con guasa.

Desde los 18 años vive en Barcelona, donde se tuvo que buscar la vida mientras ejercía sus estudios antes de conocer a su actual mujer y emprender una nueva convivencia con ella y sus dos hijos. Allí comenzó a ser corroído por el gusanillo de las dos ruedas. «Iba en bici a la universidad y empecé a hacer pequeñas salidas por el monte los fines de semana. Mi primera licencia, de BTT, me la saqué con 21 años».

Su cuerpo ya había sido educado en la disciplina. Con catorce años fue campeón de España de banco móvil con el club de Koxtape. Coincidió con Mikel Ugartemendia, Sistiaga, Lasurtegi y Oiarzabal. «Yo era timonel y me lo hicieron pasar mal. Pasé de 50 a 53 kilos y me tuvieron a raya sin comer para el campeonato».

Aunque no tanto, sigue estando fino, lo que le permite estar a la altura de los mejores en los puertos de montaña. Sin embargo, su mejor cualidad es la misma sobre el sillín que en la vida. Se agarra a aquello que quiere como una garrapata a un mamífero hasta chupar la sangre que puede. Ciclista sufrido, incómodo para el rival. De los que se retuercen sin ceder eternamente.

Lesión superada

Ni la grave caída que sufrió en diciembre, en la que se fracturó el cúbito y radio, pudo detener el idealismo y la sana locura que impulsan al lezotarra sobre la bicicleta. «¿Qué iba a hacer? Yo soy pro, no trabajo», se regocija.

Empezó a entrenar el 10 de enero y ya ha conseguido el primer gran triunfo de la temporada. El de la vida, lo reedita a diario.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco «Dejé una vida increíble para ser un 'desgraciado'»