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Una joven aguarda su turno para depositar su voto ante la mirada de un soldado en un feudo de Hezbolá en Beirut. / AFP
Líbano vota bajo la sombra siria
MUNDO

Líbano vota bajo la sombra siria

El movimiento chií Hezbolá, apoyado por Damasco, se perfilaba como favorito a pesar de las advertencias de Estados Unidos e Israel

LAURA L. CARO

Lunes, 8 de junio 2009, 04:43

DV. Líbano celebró ayer elecciones generales en una jornada marcada por la ausencia de incidentes significativos y por una participación del 52,53%, que habla de la poca confianza y desinterés de la población en el complejo sistema sectario que rige la política en el convulso país del cedro. Las fuerzas de la oposición encabezadas por el movimiento chií Hezbolá partían como favoritas en estos comicios, cuyos primeros resultados oficiales estaba previsto que empezaran a conocerse a partir de la medianoche.

De acuerdo con los últimos sondeos difundidos antes de las votaciones, el bloque de partidos prosirios agrupado como Fuerzas del 8 de marzo podría conseguir una mínima ventaja de entre 2 y 3 diputados por encima de las autodenominadas Fuerzas del 14 de marzo favorables a Occidente y actualmente en el Gobierno, ensambladas en torno al liderazgo del suní Saad Hariri.

Un posible triunfo de la alianza capitaneada por Hezbolá supondría una revolución del signo político del país, una sacudida en la región, pero ante todo un desafío para las relaciones con EE UU, que tiene incluida a esta formación chií en su lista de grupos terroristas. El vicepresidente norteamericano, Joe Biden, advirtió hace sólo unas semanas en Beirut de que la continuidad de las ayudas de Washington a Líbano dependería del resultado de estas elecciones, y lo hizo en el transcurso de una visita durante la que multiplicó reuniones y gestos de complicidad con la mayoría en el poder y sus socios.

Israel, por su parte, ha llegado a lanzar mensajes amenazantes ante la idea de una victoria de Hezbolá. El ministro de Defensa, Ehud Barak, ha dicho que tal situación daría al Ejército hebreo «libertad de acción» para atacar, mientras que el titular de Finanzas, Yuval Steinitz, ha avisado de que la llegada de los chiíes al poder sería como «crear otra identidad iraní en Oriente Próximo después de Hamás».

A efectos internos, los cambios serán relativos si el bloque liderado por Hezbolá gana las elecciones por un margen estrecho, ya que para formar Gobierno necesita la alianza de diputados presentados como independientes, a los que se vincula con el presidente libanés, el general Michel Suleiman. A falta, pues, de una mayoría clara, todas las decisiones que quisiera impulsar el movimiento chií estarían hipotecadas por el derecho de veto que contempla el sistema político, y que obliga a adoptar las resoluciones importantes por consenso.

Compra de sufragios

La compra de votos es una tradición en Líbano, donde en los últimos días hasta 20.000 ciudadanos residentes en otros países llegaron con todos los gastos pagados por alguno de los partidos para depositar en las urnas papeletas decantadas hacia una u otra formación previo pago. Ayer, ejércitos de autobuses identificados con la bandera de cada movimiento partían de Beirut en dirección a las distintas regiones también para conducir a votantes que, presumiblemente, han vendido sus apoyos al mejor postor.

La lucha más abierta se preveía en una de las tres circunscripciones de Beirut y en las de las regiones centrales de Kesrouan, Metn y Biblos, y septentrionales de Batrun, Zghorta y Zhale. De vigilar la limpieza de este proceso se ocuparon doscientos observadores internacionales de la UE y del Centro Carter.

Considerado uno de los países con un sistema de democracia parlamentaria más complejo, en Líbano se eligen 128 diputados, divididos a partes iguales entre cristianos y musulmanes, las dos grandes confesiones del país. La representación se sujeta además a cuotas que garantizan la presencia de 10 de las 18 comunidades religiosas reconocidas, de modo que las sectas chií y suní ocuparán 27 escaños dentro del bloque musulmán o 34 los maronitas dentro del cristiano. De estas elecciones saldrá un primer ministro, que siempre deberá ser suní y un presidente del Parlamento, que por obligación será chií.

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