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ARANTXA ALDAZ
Sábado, 27 de junio 2009, 11:04
¿Un hombre podría ponerse al frente de Emakunde? «Claro», responde tajante María Silvestre, la nueva defensora de la mujer en Euskadi, un mes después de recibir el testigo de su antecesora en el cargo, Izaskun Moyua. «Pero todavía hay pocos que luchen por la igualdad», se lamenta a renglón seguido esta catalana que llega a la institución desde el mundo académico -ha sido decana de la Faculta de Sociología de la Universidad de Deusto- con ganas de pelea para borrar las desigualdades de género. Para empezar, ya estudia la forma de hacer cumplir la Ley de Igualdad en los despachos de la empresa privada. «Todavía se cree que la igualdad va en perjuicio de la productividad. Y es un error».
- El Tribunal Supremo ha declarado de interés público el top less de una Miss España. ¿Nos gobierna el machismo?
- Ese tipo de noticias pone de manifiesto que todavía vivimos en una sociedad muy patriarcal, con unos valores muy machistas, con un concepto de la mujer vinculado a lo sexual, al objeto. Es muy difícil cambiar esos patrones culturales. Si bien sobre el papel y el discurso todos somos iguales, a la hora de la verdad ejemplos como este ponen de manifiesto que nuestra sociedad no es tan igualitaria.
- Hay una Ley vasca de Igualdad, está la Ley contra la violencia de género y también una Ley Orgánica por la Igualdad a nivel de Estado. ¿Qué es lo que falla para que no cale ese mensaje?
- Sería un grave error cuestionar las leyes porque no hayan traído la igualdad. Es un hito tener un marco normativo en el que apoyarnos contra la discriminación, pero está claro que una ley no trae la igualdad. Además, es una legislación que va por delante de la realidad social. De todas formas, es bueno tener esas leyes porque el retroceso es muy viable. Hay que estar alerta.
- ¿Hemos retrocedido?
- Estamos avanzando, pero el retroceso es fácil, porque a la mínima se escapa el discurso más machista y sexista. Y luego hay un tema muy importante. La lucha por la igualdad es un tema que afecta tanto a hombres como a mujeres. Es un reclamo que estamos haciendo las mujeres y no es algo que los hombres vayan a recibir con los brazos abiertos. Porque es un juego de suma cero: lo que unas ganan otros lo pierden. Es razonable, por lo tanto, que haya ciertos recelos, porque las cotas de poder que las mujeres consigamos son cotas de poder que los hombres perderán, por el bien de la sociedad.
- ¿Por eso hay hombres que tienen miedo a la igualdad?
- Sí, consciente o inconscientemente. En el tema de las relaciones personales se ha avanzado mucho en la definición del papel de las mujeres, pero eso no ha ido en paralelo a una nueva definición del rol masculino. Todavía no se ha llegado a un definición de cuál debe ser el papel de los hombres para relacionarse con las mujeres en un plano de igualdad.
- ¿Un hombre podría dirigir Emakunde?
- Claro. La cuestión es que para dirigir Emakunde hay que estar muy formado en materia de violencia de género, es indispensable tener formación de las teorías feministas. Pero por supuesto que un hombre con todas esas características podría dirigir Emakunde. En España, por ejemplo, la Delegación de Violencia del Ministerio de Igualdad la dirige un hombre, Miguel Lorente. El problema es que todavía hay pocos hombres que están en ese discurso.
- Hay pocos hombres que luchan por la igualdad.
- Sí. La desigualdad es un problema de hombres y mujeres. Las mujeres hemos asumido esa reivindicación con más fuerza porque somos la parte desfavorecida, pero no se solucionará sólo con nuestro esfuerzo.
- La Ley de Igualdad tiene repercusión en la Administración pública, pero ¿y en la calle?
- Se está estudiando a nivel jurídico cómo se podrá aplicar fuera de la Administración Pública para que sea de obligado cumplimiento.
- ¿Se obligará por ejemplo a la paridad en las empresas privadas?
- No hemos tomado ninguna decisión. La consecución de la ley no se consigue únicamente con la obligatoriedad de la norma. También hay que convencer. Por ejemplo en aquellos ámbitos en los que todavía no se cree que la paridad vaya a traer algo positivo. A nivel de empresa, todavía está muy arraigado que la igualdad entre hombres y mujeres va en perjuicio de la productividad. Y es un error.
- ¿Qué herramientas hay que inventar para erradicar la violencia de género?
- La principal causa de la violencia es la desigualdad. Se puede actuar a diferentes velocidades. Hay cosas que se pueden hacer a corto plazo, como la creación de la dirección de Atención a Víctimas de violencia de género o dotar de más recursos para la asistencia de estas víctimas. Hay que priorizar la atención a la víctima.
- El anterior Gobierno de Ibarretxe procuraba hablar de «vascos y vascas». ¿Usted también lo hará?
- Es importante que el lenguaje sea inclusivo, que haga presente a la mujer. Yo prefiero hablar de ciudadanía vasca que de vascos y vascas, aunque a veces no queda más remedio que ir a la duplicidad de género. De todas formas, las lenguas no son cosas estancas; evolucionan, se adaptan. Hay que fomentar la creación de vocablos que sean más inclusivos. Por ejemplo, feminizar profesiones que antes sólo eran masculinas. No creo que eso sea atentar contra la lengua, como han criticado varios académicos.
- ¿Se refiere al famoso «miembra» de la ministra de Igualdad?
- Miembra no me gusta (ríe), pero hay que hacer esfuerzos porque en el lenguaje también se visualiza la igualdad.
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