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Lunes, 29 de junio 2009, 02:42
Las pruebas presentadas a la militancia cubana para justificar la purga de Lage y Pérez Roque han contentado a la militancia comunista. Pero es un asunto que tiene más vertientes. Una de ellas enfoca directamente a un pulso con el Gobierno español. Con el tema de los espías, Cuba se sacude de un plumazo a varios agentes oficiales -y otros no tanto- del CNI en la isla. Una de sus misiones principales era el seguimiento de los movimientos del entramado de ETA en la isla. El ministro de Exteriores restó importancia al problema y aseguró que la salida de los agentes era un «relevo» normal.
A bote pronto, lo que surge entre los son muchas preguntas. Si los altos mandos que vieron el vídeo sostenían que era una traición y había que fusilarlos, ¿por qué los ex funcionarios están en sus casas y trabajando? Según el Código Penal cubano, la traición se paga con la muerte o con 30 años de prisión. En cambio, Conrado Hernández -para algunos, un agente doble- sigue bajo custodia. Según los vídeos, los servicios de inteligencia españoles compartirían información con Estados Unidos, enfrentado con Cuba.
Los más suspicaces creen que la vieja guardia prefiere cerrar el paso a los dirigentes que despuntan y que usó al delegado de la SPRI para tenderles una trampa. En el vídeo no se habla de corrupción económica, como en principio se pensó. Pero las más de 400 fotos incautadas a Hernández, las grabaciones y la acusación de la participación española han dejado las relaciones entre España y Cuba en horas bajas.
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