

Secciones
Servicios
Destacamos
JOSÉ JAVIER FERNÁNDEZ
Sábado, 11 de julio 2009, 03:22
Pocas veces en la historia del arte contemporáneo vasco se han puesto tantas esperanzas como en la generación de artistas que en los ochenta coincidió en Bilbao en torno a la Facultad de Bellas Artes. Es verdad que entre Angel Bados, José Luis Moraza, Marisa Fernández, Txomin Badiola y Pello Irazu existían muchas diferencias pero a todos ellos les unió la importancia que concedieron a la figura y la obra de Oteiza, aunque al mismo tiempo quisieron empezar un nuevo camino al margen de esta influencia. Con este planteamiento, la necesidad por querer olvidar esta herencia fue evidente; la vida y la obra de estos artistas siempre abrazó la última vanguardia internacional con el objetivo de escapar de lo que consideraban un panorama vasco reducido y asfixiante. En esta huida hacia adelante aunque no siempre lograron realizar una obra interesante, es más bien ahora cuando están obteniendo unos resultados más sugerentes y atractivos.
La obra desarrollada por Pello Irazu (Andoain, 1963) durante esta última década es un buen ejemplo de esta nueva actitud. Después de comenzar próximo a la ética y la estética de Oteiza, se marchó primero mentalmente para luego hacerlo físicamente a lo que consideró el núcleo creador del arte actual: EE UU. Allí se empapó tanto de la actualidad -los últimos coletazos de lo conceptual- como del lenguaje clásico norteamericano -el pop y el minimal- pero también recuperó nuevas raíces de la vanguardia histórica -el suprematismo y el constructivismo soviético-, que no casualmente es el punto de referencia esencial para entender la obra de Oteiza.
De este modo Irazu ha conseguido realizar una obra en la que mezclando escultura, pintura y fotografía, está evolucionando hacia la búsqueda de sus propias señas de identidad. Así, su trabajo más reciente titulado que se presenta en el Koldo Mitxelena, nos enseña a un artista que ha sabido sintetizar lo aprendido y crear no sólo un estilo, sino un lenguaje mediante el cuál intenta expresarse. Sin duda alguna, Irazu tiene una enorme capacidad de sugerir complejas visiones a partir de estructuras elementales y fragmentadas sobre las que actúa con elementos abstractos provocando confrontaciones. Así, el resultado final es una lectura más compleja de las imágenes, evitando abordar la realidad desde un único punto de vista simple y homogéneo. Sin embargo utilizando este tipo de lenguaje de un modo excesivamente personal y subjetivo, impide que el espectador conecte con su trabajo ya que le faltan elementos a partir de los cuales interpretarlos. Paradójicamente los artistas de la vanguardia soviética también quisieron crear un nuevo arte para una nueva sociedad sin lograrlo.
Km I
Urdaneta, 9. San Sebastián. De martes a sábado 10.30 a 14.00 y de 16.00 a 20.30. Hasta el 26 de septiembre.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.