Entre análisis e historia

Cuando una prueba de tres semanas comienza en un país extranjero, Holanda en este caso, se terminan por perder las perspectivas del interés que realmente suscita la carrera en su lugar de origen, en su propio país. En Holanda, desde luego, está resultando todo un acontecimiento, con miles de personas en salidas y llegadas y una repercusión importante en los medios de comunicación.

Mientras deportivamente la carrera quema etapas antes de llegar a sus momentos cumbres, el resultado del contraanálisis de Mikel Astarloza ha calentado en cierta medida la Vuelta. Euskaltel se ha visto salpicado por dos positivos con EPO en un corto espacio de tiempo, dos positivos iguales en el fondo pero distintos en su concepción. La diferencia estriba en que Iñigo Landaluze reconoció su culpabilidad y Mikel Astarloza se declaró inocente.

Se presume un proceso largo en el caso del corredor sanpedrotarra. Hay que recordar que la formación vasca lleva dieciséis años en el mundo del ciclismo y los casos problemáticos que ha tenido han sido escasos, muy puntuales, y en todos ellos hubo cambios en distintos apartados de la formación.

Ya lo dice el refrán. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, le colocaron en una lista infame positivos que no eran suyos, de corredores que cuando estuvieron en este equipo no tuvieron problemas. En situaciones como éstas acaba siendo muy difícil saber la verdad.

Hay muchas cosas en juego: la credibilidad de un equipo, la carrera de un profesional y su estima personal. Dieciséis años en el ciclismo han permitido que muchos corredores y auxiliares vivan de su profesión. Gracias a Euskaltel muchos chavales pudieron conocer el mundo profesional, como ahora sucede en Galicia, Murcia o Andalucía. Miguel Madariaga sacó un proyecto de la nada. Tuvo ayudas, es cierto, pero se implicó a fondo en un ciclismo muy distinto al actual. El negocio no estaba en los laboratorios, sino en la carretera.