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IÑAKI IZQUIERDO
Jueves, 15 de octubre 2009, 10:17
DV. «¡Sois todos unos asesinos, todos vosotros! ¡No podéis pedir algo así a simples mortales!» Esas fueron las palabras que gritó a la cara de los organizadores Octave Lapize el 21 de julio de 1910, el día que el Tour de Francia subió el Tourmalet por primera vez. Lapize no era un cualquiera, era el mejor corredor del momento. Dos días antes había ganado la primera etapa pirenaíca de la historia en Luchon y ese 21 de julio también llegó como ganador a la meta de Baiona. Pocos días después se alzó con el triunfo final en París.
El Tour de Francia de 2010 quiere rendir homenaje a los protagonistas de aquellos tiempos heroicos, en el centenario de la primera incursión de la prueba por los Pirineos. La carrera se presentó ayer en París y nada mejor que volver al escenario de esas hazañas para recordar a los pioneros de este deporte, magnífico pese a todos sus problemas.
Los Pirineos acogerán cuatro etapas, entre el domingo 18 de julio y el jueves 22, con una jornada de descanso el miércoles 21.
El paso del Tour por los Pirineos hace cien años fue posible gracias a una gran mentira, la que contó Alphonse Steines, redactor de periódico organizador de la prueba entonces, a Henry Desgranges, patrón de la carrera.
Steines viajó en pleno invierno desde París a buscar una ruta nueva por los Pirineos. El Tourmalet -mal desvío, literalmente- era un camino a duras penas practicable sólo unos días al año en verano y su coche quedó bloqueado por la nieve a cuatro kilómetros de la cima. Siguió a pie. Horas después apareció medio muerto al otro lado, en Bareges. Se fue directo a la oficina de telégrafos y mandó este mensaje a Desgranges: «Atravesado Tourmalet. Muy buena ruta. Perfectamente practicable».
Unos meses después, Lapize le gritó a Steines desde su bicicleta que él y todos sus compinches eran unos asesinos. Ese día, Desgranges no se había montado en el coche, atemorizado después del altercado de dos días antes con el propio Lapize en Luchon, donde nada más cruzar la meta como ganador montó en cólera por la «salvajada» de haberles obligado a subir los puertos de Portel, Port, Portet d'Aspet y Ares en una etapa de 289 kilómetros entre Perpignan y Luchon.
La etapa del Tourmalet fue aún más terrible: 326 kilómetros y siete colosos por delante, Peyresourde, Aspin, Tourmalet. Soulor, Tortes, Aubisque y Osquich. Lapize, con el dorsal 4 y una bicicleta sin cambios de más de 15 kilos de peso, ganó y fue el primer hombre en coronar el Tourmalet. Su fotografía llegando a la cima andando y con la bicicleta en la mano forma parte de la mejor historia del ciclismo. Fue el primero en llegar, pero Gustave Garrigou no se bajó de la bicicleta y es el primer ciclista que completó toda la ascensión sin poner pie a tierra. Todas esas leyendas son las que quiere reverdercer el Tour en la edición del próximo año.
Una contrarreloj
Los organizadores de la ronda gala pretenden que se decida en la montaña. Se pasarán primero los Alpes, dos etapas en Morzine y Saint-Jean-de-Maurienne (con la Madeleine) y después la prueba entrará en los Pirineos, donde se dirimirán cuatro etapas antes de la única contrarreloj que tendrá la carrera, 51 kilómetros en Burdeos la víspera del final en París.
De las cuatro etapas pirenaicas, dos tienen final en alto, la primera y la última, en Ax-3 Domaines y en el Tourmalet. En medio, el lunes 19 de julio una jornada peligrosa con Portet d'Aspet, Ares, Bales, bajada y meta en Bagneres de Luchon.
Y el martes 20, la etapa más mítica, Bagneres de Luchon-Pau. Todos los colosos, uno detrás de otro en 196 kilómetros de verdad. Territorio para la épica, peligro de que no pase nada según los cánones del ciclismo moderno. Los ciclistas afrontarán los ascensos a Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque. Todos los ingredientes para una batalla inolvidable, pero un detalle peligroso: la cima del Aubisque está a 58 kilómetros de la meta de Pau.
Parece un reto de los organizadores a los ciclistas, porque es casi el mismo escenario de una de las mayores gestas de Eddy Merckx. Parace una invitación para que Contador y compañía midan sus fuerzas con el , 41 años después de su hazaña en ese mismo recorrido.
Martes 15 de julio de 1969. El pelotón sube por La Mongie y a Merckx se le cruza el cable: «Quería darle una lección a mi gregario Vandenbossche. Le había salvado del paro y el día anterior me había dicho que se iba del equipo porque tenía una oferta mejor. Así que cuando le vi fugarse en el Tourmalet no me pude frenar. Sólo salí para evitar que pasara el primero por la cima. No lo merecía».
Pero la rabieta se convirtió en una cabalgada inolvidable. Merckx siguió adelante, aunque faltaban 75 kilómetros para la meta y el Aubisque por medio. Cuatro días después ganó su primer Tour.
Ahí queda la invitación para Contador, Armstrong y Andy Schleck, los grandes favoritos, los tres ayer en la presentación de París. Cien años después las carreteras están asfaltadas, pero la épica sigue intacta para quien se atreva con ella ¿Habrá alguien?
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