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RAFAEL M. MAÑUECO
Domingo, 18 de octubre 2009, 04:16
DV. Se sabe poco de la vida privada de Elena Batúrina, segunda esposa del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y la mujer más rica de Rusia, según la revista . No se la suele ver en ningún sarao ni acostumbra a aparecer en público en compañía de su cónyuge. Tampoco está en las listas de las más glamurosas y elegantes. Dicen que es adicta al trabajo y que se pasa el día enclaustrada en su despacho.
Que Batúrina es propietaria del holding ruso Inteko es algo que se conoce desde hace tiempo, pero su nombre saltó a los titulares de la prensa cuando reveló la cuantía de sus bienes. El año pasado su fortuna superaba los 4.000 millones de dólares -casi 3.000 millones de euros-. La crisis ha hecho que su patrimonio se contraiga hasta los 1.000 millones de dólares -casi 700 millones de euros-.
Otro factor que ha venido a atizar aún más la polémica ha sido la información aparecida el mes pasado en el dominical británico sobre la supuesta compra de una mansión en Londres por parte de Batúrina. Se trataría del segundo palacio más grande de la capital británica después del de Buckingham. Está en la parte norte de la ciudad, tiene cerca de un centenar de habitaciones y está protegido. Ha servido de marco para el rodaje de películas y series de televisión.
La broma, según el rotativo, le ha costado a Batúrina 55 millones de euros y deberá gastarse todavía una suma parecida en construir en el sótano un cine, una piscina y un aparcamiento para veinticuatro vehículos. Se proyecta además instalar un montacargas para subir los coches a la superficie.
Rápido enriquecimiento
Borís Nemtsov, ex ministro, antiguo gobernador de Nizhni Nóvgorod y, junto con el ajedrecista Gari Kaspárov, líder del movimiento 'Solidarnost' (Solidaridad), acaba de escribir un informe sobre los negocios del regidor moscovita y su adinerada esposa. El documento fue repartido por Moscú en forma de folleto durante la reciente campaña electoral de las municipales.
Nemtsov escribe que la primera dama de Moscú inició su andadura como empresaria en 1991, el mismo año en el que se casó con Luzhkov y unos meses antes de que éste se convirtiese en alcalde. El dirigente opositor sostiene que, en aquel entonces, Batúrina, que se licenció en el Instituto de Dirección Empresarial y Administrativa de Moscú, apenas tenía dinero. Había empezado acogiéndose a la ley de cooperativas que introdujo Mijaíl Gorbachov en la época de la 'perestroika' y se dedicaba a fabricar plásticos. Ya con Luzhkov al frente de la capital, a Batúrina le empezó a llover el dinero. El banquero Alexánder Smolenski concedió varios créditos a Inteko. A cambio, su entidad, Banco de Ahorros de la Capital, acogió parte de las cuentas del presupuesto del Ayuntamiento. Con las sumas recibidas, Batúrina se dedicó a adquirir instalaciones que el municipio sacaba al mercado.
Todo queda en familia
Según el esquema con el que se hicieron todas las demás privatizaciones en Rusia en la década de los 90, las concesiones se hacían a un precio muy por debajo del valor real. Lo importante es que quienes recibían la propiedad debían ser personas de confianza, del mismo círculo y de quienes luego se obtendría algo, fuese dinero, acciones o influencia. En el caso de Luzhkov y Batúrina, como señala Nemtsov, «todo queda en familia».
Batúrina logró hacerse con fábricas de cemento, material que, además de emplear en sus propias constructoras, vendía por toda Rusia. Acaparó un tercio de todo el mercado interior de artículos de plástico y sembró de viviendas Moscú y otras ciudades. Todo eso además de adquirir acciones del gigante energético Gazprom, la petrolera Rosneft y el Sberbank, el principal banco junto con el VTB.
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