Borrar
Urgente Las diez noticias clave de la jornada
«Sólo queremos ser una familia más»
SOLIDARIDAD

«Sólo queremos ser una familia más»

Jose Mari y Miren Arantza luchan por reconducir su vida y recuperar la custodia de su hijo de cuatro años. «Muchas cosas nos han salido mal, pero pedimos una oportunidad»

CRISTINA TURRAU |

Viernes, 30 de octubre 2009, 08:43

DV. «Queremos ser una familia normal». Es la petición de José Mari Susperregui, de 34 años, y Miren Arantza Artola, de 44, que luchan por recuperar la custodia de su hijo de 4 años. Para ello necesitan tener una vivienda y un sueldo para poder pagarla. De momento, con el subsidio de 420 euros del Inem que cobra Jose Mari, no lo logran. «Desde que hemos cambiado al euro y con la actual crisis muchas personas, además de nosotros, lo están pasando mal o lo van a pasar mal», explica José Mari. «La situación está yendo a peor. Sólo encuentras una habitación en un piso compartido a partir de 370 ó 400 euros. No vemos ninguna salida», se lamentan.

José Mari reconoce que la situación y la trayectoria de la pareja es complicada y pide tiempo para explicarse. Asume que ha tomado decisiones «que podían haber sido mejores». También relata que ha habido gente en distintos ámbitos que le ha fallado o no ha cumplido la palabra dada pero, ante todo, está dispuesto a iniciar una nueva vida con su pareja y su hijo, para lo que lanza un S.O.S.

«Nuestros mayores problemas vienen cuando yo me quedo sin trabajo, nos quitan al niño y nos encontramos con la falta de trabajo y de vivienda», resume José Mari. «Los pisos de alquiler están carísimos. Si encuentras una habitación en un piso compartido por 300 euros eres afortunado. Y son 50.000 pesetas de las de antes. Por esa cantidad encontrabas no hace tanto un piso de alquiler». Lanza un mensaje a las instituciones y a «quienes mandan». «Que hagan algo. Porque así cada vez va a haber más gente como nosotros. No podemos seguir así».

Un pasado complicado

La crisis ha sido la puntilla para muchas familias que ya arrastraban problemas económicos. «O suben los sueldos o bajan los precios, porque aquí no se va a poder vivir. Cada vez está peor. Dice la Constitución que todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna y un trabajo estable. Pero yo eso no sé dónde está. No lo encuentro en ningún sitio. Sólo veo problemas. No nos llega para vivir correctamente, de una forma normal. Sin ningún lujo. Poder comer todo el mes y aguantar todo el mes correctamente». Arantza añade que «ni somos drogadictos ni somos alcohólicos». «Somos personas sanas».

Las cosas no han sido fáciles para ninguno de los dos. Y quieren contar su trayectoria. José Mari, natural de Irun, se remonta a los 14 años, cuando se fue de casa con una chica a la que su familia no aceptaba. Ello crispó el ambiente. Durante mucho tiempo compartió la casa con sus padres y hermanos sin hablarse. Incluso trabajó en el negocio familiar.

Pero quería «algo mejor». Tras varios intentos, logró entrar como soldado en la Academia de Infantería de Toledo. Le destinaron a Loyola. Los fines de semana trabajaba de seis de la tarde a seis de la mañana en la discoteca de Hernani, hoy cerrada. Un buen día, a la salida, en un bar del barrio donostiarra de Loiola conoció a Arantza. «Me fijé en sus ojos tristes. Y me identifiqué con ella. Ella también llevaba lo suyo dentro. No nos hemos separado».

Arantza se quedó embarazada y con la nueva situación llegaron nuevas penalidades. Muchas vienen de atrás. Arantza resume su infancia como una historia de malos tratos y un hogar sumamente conflictivo. Lo que vivió en casa se tradujo a los 18 años en un diagnóstico de trastorno bipolar y esquizoafectividad.

Cuando nació su hijo, que en diciembre cumplirá cinco años, fue ingresada en la unidad de Psiquiatría. «No había tenido crisis ni problemas en aquel momento», relatan. «Estaba contenta con el bebé pero intervino un familiar y cambió la situación». El pequeño, «que ahora está perfectamente porque nunca le ha faltado de nada», tuvo un peso muy bajo al nacer y pasó a la incubadora. José Mari pasaba dos horas al día al lado de su hijo y otras dos con Arantza. «A mi hijo le ponía la mano en el pecho para que sintiera el calor de alguien a su lado», rememora. Cuando volvieron a casa, tomó una decisión que ahora considera equivocada. «Pedimos un préstamo de 8.000 euros en un centro comercial de Irun. Yo tenía el permiso de paternidad y queríamos olvidar todo lo ocurrido. Estuvimos en pensiones en Madrid y Toledo. Cuidábamos a nuestro hijo, que se alimentaba bien con biberones. Y fuimos felices».

«Difícil de explicar»

De vuelta en Gipuzkoa, encontrar un piso fue tarea imposible por los altos precios y la falta de avales. Las cosas se fueron rápidamente complicando. José Mari causó baja por depresión y perdió su trabajo. «Fue de una forma absurda, por un malentendido».

Ahora busca trabajo. ¿Qué le gustaría hacer? Su sueño es trabajar en una empresa de seguridad, para lo que se siente preparado. Pero le piden el Graduado Escolar. Y no lo tiene. Por eso busca cualquier trabajo para salir adelante. Y lograr tener una casa para su familia. Entonces se pondrá a estudiar. Arantza trabaja ocasionalmente. Este verano lo ha hecho en tareas de limpieza y cocina en Gureak. Se siente muy orgullosa de su trayectoria. En un importante restaurante donostiarra aún la recuerdan. «Sí, trabajó aquí, tendría entonces 15 años», afirma la encargada, un cuarto de siglo después. «Era una chica trabajadora que tenía muchos problemas en la familia».

La pareja se resiste a dar por terminada la conversación. Quieren que se comprenda que siempre han tratado de hacer las cosas bien y claman por una oportunidad. «No sé si nos has entendido», insisten. «Lo nuestro es muy difícil de explicar». cturrau

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco «Sólo queremos ser una familia más»