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M. JOSÉ CARRERO
Sábado, 21 de noviembre 2009, 05:09
DV. El Veleia sigue en los juzgados un año después de que una comisión interdisciplinar de expertos de renombre nacional e internacional dictaminase la falsedad de los grafitos de Veleia, calificados de «extraordinarios» por los dos ex responsables del yacimiento, los arqueólogos Eliseo Gil e Idoia Filloy. El letargo judicial, sin embargo, no desanima a la Diputación alavesa, propietaria del yacimiento, por esclarecer la verdad. Sigue aportando argumentos para desmontar que de este asentamiento milenario haya salido la primera representación del Calvario, atribuida al siglo III, y las primeras palabras comnunes del euskera, fechadas entre el IV y el VI.
La última prueba es un peritaje grafológico que ya está en manos de la jueza de Instrucción número 1 de Vitoria. El informe tiene como protagonista una caja de madera con tres agujeros realizada en 2004. Se trata de la réplica de una letrina romana que la empresa Lurmen (concesionaria de la excavación y propiedad de los arqueólogos Gil y Filloy) utilizó a partir en las jornadas de reconstrucción histórica, para explicar la civilización clásica.
Este retrete simulado se encontraba en Veleia. Cuando los responsables de Cultura de la Diputación accedieron al yacimiento, tras revocar el permiso de excavación a Lurmen, se fijaron en que la tapa de este de madera está decorada con dibujos y letras muy parecidos a los de los grafitos surgidos, según Gil y Filloy, de las entrañas de la tierra en las campañas de excavación de 2005 y 2006. ¿Qué dibujos contiene la letrina? Un soldado, junto al que aparece la inscripción , un falo con alas, un hombre tumbado con trasero en pompa y numerosos letreros de contenido un tanto soez.
La similitud de estos textos y representaciones con los grafitos «extraordinarios» llevó a la Diputación a encargar un primer informe, centrado sólo en las letras. Según este primer estudio, las «muchas coincidencias» entre letrina y grafitos sugiere que son fruto de la misma mano porque existe «un paralelismo sorprendente y excesivo para que sean simplemente fruto del azar». Ante este dictamen, la Diputación acusó a Eliseo Gil y al geólogo de su equipo, Óscar Escribano, de ser los presuntos autores de un delito de ataque al patrimonio cultural.
La querella contra Gil se fundamenta en el testimonio de los arqueólogos que abandonaron la excavacación en enero de 2007. Sostienen que la letrina fue decorada únicamente por él. La acusación contra Escribano se basa en que grabó en una pieza de cerámica la palabra , lo que generó un gran revuelo y el calificó de broma.
Eliseo Gil ha reconocido ante la jueza ser el autor de los dibujos de la letrina. Es más, según ha podido saber DV, se define como un buen dibujante con práctica en dibujo arqueológico. Respecto a las letras de la letrina ha manifestado que no recuerda quién la había hecho. Ante esta declaración, la Diputación encarga un segundo peritaje en el que se comparan los dibujos y escritos de la letrina con los de 51 piezas milenarias. Según este informe, «existe una concordancia» entre los dibujos de ésta y los de las cerámicas, así como entre las letras del retrete y las aparecidas en las cerámicas.
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