Borrar
Gari, con un niño en el Congo.
«Llevaba demasiado tiempo andando sin red»
GARI MÚSICO

«Llevaba demasiado tiempo andando sin red»

Recién llegado del Congo, donde ha pasado seis meses ayudando en una aldea, presenta un disco recopilatorio y deja atrás su «oscura imagen»

ISABEL IBÁÑEZ

Domingo, 22 de noviembre 2009, 05:08

DV. Existe un nuevo Gari (Iñaki Igon Garitaonaindia, Legazpi 1964). La prueba está en la portada de su último disco, . Después de cuatro álbumes en solitario, desde 1998, que fomentaban su lado «oscuro» con fotos en blanco y negro, el ex líder de Hertzainak aparece ahora en metálicos colores. Aunque luego, al abrir y ver la del CD, resulta que sale gritando en una inquietante instantánea movida. «Sí, la verdad es que recuerda un poco a Francis Bacon, que me encanta. Pero con el color transmites otro rollo. Ya no soy el Gari oscuro de siempre, bah, qué tío más triste». Lo podremos comprobar en directo el 23 de diciembre en el Victoria Eugenia.

- Dijo hace poco que tenía «coche, moto, guitarras, amplificadores, pero ni un puto duro». ¿Sigue viviendo en un piso compartido?

- Ja, ja. No, me he centrado. Y ya tenía ganas ya. De todas maneras, la vida de titiritero es así, y eso me encanta, pero me estaba repitiendo, llevaba demasiado tiempo andando sin red. Y es duro. Necesito paz, tranquilidad.

- ¿A qué responde este cambio? En la propia nota de promoción de su disco hablan de «optimismo, camino lleno de energía, entusiasmo, nueva etapa...».

- De eso son ya seis años. Me ha tocado madurar tarde por mi propio proceso evolutivo y ahora estoy madurando en lo personal. Por eso quería cerrar ciclo. He llegado al momento de hacer balance, porque ya en el anterior disco me di cuenta de que musicalmente voy para otro lado. Porque quién sabe ya qué es esto del rock, y me veo más cercano a ciertos artistas que me gustan.

- ¿Quiénes?

- Por supuesto, Wilco ha sido referencia importante en estos años, un grupo americano con color , y suenan a Beatles, como yo mismo en este disco. También Eels, lo último suyo es increíble, cómo mezclan todo... Necesito pensar un poco más adónde quiero ir musicalmente.

- ¿Por eso se fue al Congo?

- Bueno, uno necesita deshacerse de su mundo para hacerse preguntas, y cuando uno se hace esas preguntas se mira a sí mismo. Y cuando se mete a ayudar a los demás te estás ayudando a ti mismo. Eso te remueve y esos terremotos son lo que yo necesito para sobrevivir.

- Nada que ver entonces con su escapada de un año a Perú, huyendo de su relación con las drogas.

- Nada, aunque éste es también un proceso vital. Aquel fue muy radical y con unos resultados fantásticos, pero esta vez no ha sido ni una huida ni una rehabilitación. Bueno, no hay más que verme ahora, lo noto porque la gente me para por la calle y me dice que parezco otro.

- Porque lo del Perú fue 'heavy'...

- Aquello es otra realidad, muy violenta porque había mucho narcotráfico y en el Congo no hay nada de eso, ni turismo. Es un país mucho más virgen. Ésta ha sido una experiencia de seguir buscándome, porque aquí, con la rutina, no te da tiempo. Estamos metidos en un ritmo que nos lleva. Y por higiene mental, personal y emocional uno tiene que salir de su hábitat, meterse en terrenos donde no sabe qué se va a encontrar, locuras que a mí me encantan. Y me ha permitido convivir durante seis meses en el interior de la selva en un pequeño poblado donde no hay nada, con gente con la que se aprende. Quiero dejar pasar un tiempo a ver qué poso me ha dejado.

- Ha estado allí seis meses. ¿Era el tiempo que tenía pensado?

- No, eran ocho, pero estaba el tema del disco, y lo más importante, mi hija (Mikele, 6 años). Porque aunque las tecnologías te permitan tener una relación incluso viéndola, era una carga importante.

- Cuando le llegue a su hija la edad en que los chavales empiezan a probarlo todo, ¿qué le aconsejará?

- Ese tema es.... Mira, yo he venido ahora de África y me he pasado dos semanas en Proyecto Hombre en Vitoria. Y he estado porque me sigue gustando ese tema, creo que puedo aportar, aunque sea poco, a la gente. Y a ese nivel, con mi hija, cuando llegue, pues veremos. Trato simplemente de intentar estar con ella todo lo que pueda, quererle todo lo posible, como cualquier padre. Que vaya amueblando su personalidad y que vaya teniendo herramientas para que se sienta fuerte.

- ¿Fue una decisión difícil alejarse de ella tanto tiempo?

- No, porque lo que es bueno para mí es bueno para ella. Creo que es importante que mi hija tenga un padre lo más equilibrado posible.

- ¿Y de dónde le viene ahora el desquilibrio a Gari?

- Llevo una vida normalizada, pero soy un tío que dudo en un montón de cosas, cosas tan importantes o tan menospreciables como que mi cuerpo me pide una relación espiritual con no sé cómo llamarlo o qué forma darle. Pero estoy buscando algo, y de esto sí me di cuenta en Perú. Que un hombre como yo, en soledad es cuando comienza esa relación con ese mundo espiritual. Unos le llaman dios, yo no le pongo nombre, pero lo necesito, y eso lo tengo cuando escapo de mí. En África, cuando te preguntan por el tema, lo único que no entienden es que les digas que eres agnóstico. Les da igual de qué Iglesia seas porque hay muchas, pero lo de no creer en nada... Yo he sido agnóstico, pero ya no lo soy.

- Si incluso ha cantado allí en misa con el coro...

- Iba todos los domingos a misa católica, que no tiene nada que ver con lo de aquí. Es mágico, me vistieron igual que ellos, con una camiseta, y llevaba las claves como ellos. Luego intenté ya meter la guitarra para cambiar de tonos... Cosas increíbles. Tengo un domingo de Ramos grabado en vídeo que lo ves y flipas. Todos bailando y cantando durante tres horas.

- ¿Qué más ha hecho?

- He estado en una misión laica en Lukotola que se llama Ekumene y que lleva más de 30 años trabajando. En una escuela profesional, de formación con chavales de 16 a 21 años. He sido encargado de unas construcciones con el profesor del taller de albañilería. Teníamos corte y confección, mecánica, carpintería, albañilería y agricultura y ganadería.

- Vaya. ¿De todo eso sabe usted?

- Nooo. Mi responsabilidad era hacerme cargo de las obras de las nuevas construcciones, pero eso sobre el papel, porque en el día a día todos hacíamos de todo, sobre todo una cosa, estar muy encima de ellos porque no hay disciplina, te agotas, para sacar los proyectos adelante has de ser como un capataz. He dado clases de francés porque el nivel era muy bajo, pero también cogíamos el carro con los bueyes y nos íbamos al monte con las barrenas porque teníamos que fabricar la grava, bajar los bloques de piedra a la escuela y luego allí ponerte en el suelo y con el martillo, , hacer grava. Menos mal que arreglamos una máquina y pudimos ayudarnos con ella. Luego te ibas al campo otra vez con los bueyes a recoger soja o maíz.

- ¿No les enseñó música?

- No. Aunque sí he estado relacionado con ella. Mira, el nuevo disco ya está presentado en el Congo con músicos de allá, jóvenes que hacían jazz, y eso que no es fácil estudiar música allí. Pero con sólo seis ensayos preparamos un repertorio de mis canciones, llamé a los periodistas, que me pedían todos dinero, y actuamos en Lubumbashi. Programé el concierto y me fui a la radiotelevisión nacional con un CD que grabé a toda hostia. Nos llamamos la Pilipili Jazz Band. Hablé con el director del programa y me dijo «venga, venid mañana». Toda la gente decía, «qué raro, ¿no os ha pedido dinero?» Llegamos al día siguiente y nos pusimos a tocar. Armamos un cristo... Muy punkis, tocando en directo mis canciones.

- ¿Qué tal los negros cantando en euskera?

- Muy bien, sin complejos. Aquí, sin embargo, a cualquier músico que no sabe le digo que cante en euskera y me dice que no puede, no se atreve. Allí les da igual, se ponen a cantar y ya. Fíjate, si el bajista en el primer ensayo vino con un bajo hecho por él, las clavijas eran de estos tornillos con la cabeza redonda. Después fuimos a una radio donde me sale la esposa del director y me pide dinero. Y lo mismo en otra emisora. Y yo «¿Cómo? Te equivocas, mamá, no te voy a pagar nada y me estás insultando». Empecé a gritar, vino el director y casi nos enganchamos. Pero allí es así todo, es lo normal, no hay violencia pero sí ese tipo de rifirrafes.

- Un poco corrupta la cosa, ¿no?

- Como aquí, ja, ja, que mira cómo está todo, no hay tanta diferencia.

- ¿Y han grabado algo?

- Sí, pero para mí, porque los medios eran muy rudimentarios. Tengo vídeos, fotos, mucho material. Ya veremos qué hago con todo eso, cómo le doy forma.

- Lo que sí está ya es su recopilatorio. Lo dejó listo antes de marchar.

- Sí. Y gusta mucho a las mujeres, ¿será mi lado femenino? Cuando entré al estudio no iba a hacer un disco, me marchaba de viaje y quería dejar unos apuntes sobre un material nuevo, pero allí mismo me di cuenta de que tenía que hacer otra cosa. Eché todo para atrás, le dije al guitarrista y al técnico que íbamos a dúo y ha salido esto. Nos dejarnos llevar por las emociones y asumimos riesgos, y cuando uno asume riesgos sabe que va a tener una experiencia fuerte. Ha sido una travesía potente, muy emocional, de desnudarnos todos.

- Por ejemplo, ¿a qué suena Aitormena en este disco? ¿Recuerda a alguna de las dos versiones originales, con violines o guitarra?

- Nada que ver. La primera es muy Chet Baker, muy de escuchar, pero luego me dije «a ver si va a ser esto demasiado tranqui», así que cogí la guitarra y salió la otra versión. Pues metí las dos, y lo mismo hice con un tema con Patti Smith.

- Y suenan niños en Esperantzara kondenatua .

- Tenía pensada una versión con guiños a los Beatles y traer a cuatro críos, pero me vino un autobús entero con niños de la ikastola y yo lloraba de felicidad, fue increíble ver cómo se entregaban. Ha sido muy bonito.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco «Llevaba demasiado tiempo andando sin red»